Hace un poco más de una semana se ha presentado el libro Tinta indeleble de Raúl Peñaranda. Se trata de una selección de artículos que Raúl, uno de nuestros más serios periodistas de medios escritos de nuestro país, ha publicado a lo largo de tres décadas y media.
Es un excelente repaso al acontecer de esta pequeña parte del mundo, con sus conexiones al mundo de afuera, pero, ante todo, con un análisis y una genuina preocupación por los hechos y los temas importantes del cotidiano. 35 años observando la realidad y comentándola no es poca cosa.
El libro de Peñaranda no es necesariamente para leerlo de una, aunque seguro que sería un buen texto lectura para todo estudiante de periodismo; puede ser también un gran compañero en la mesa de noche, para releer algún articulo en algún momento de desvelo. Entre lecturas más largas sirve para recordar cosas interesantes y también temas importantes, temas que vuelven a estar vigentes y otros, que tras largos años, aún no encuentran solución.
Uno de los temas tocados por Peñaranda, en estos años, es el referente a la injusta detención y posterior condena de William Kushner, el hombre que se vio envuelto en un caso de tránsito, en el que murió quien había sido su pareja hasta unos días antes. Mantenerlo en prisión preventiva durante tantos años y luego condenarlo con la máxima pena que contempla nuestro sistema jurídico es una de las mayores aberraciones jurídicas que se ha cometido en este milenio.
Esta semana Raúl ha retomado el tema, y en su columna ha descrito exactamente el sinsentido de la sentencia que reconoce que no se encontró ninguna intencionalidad y, sin embargo, se lo condena a la pena máxima.
Kushner ha sido condenado a 30 años de prisión por unos jueces cobardes que no han podido resistir la presión medíática de un grupo feminista muy estructurado y altisonante que, en realidad, ha auspiciado esta sanción no a partir de la comisión de un crimen, sino verdaderamente por el hecho de ser hombre, blanco (para estándares bolivianos) y pudiente. Flaco favor a la lucha por la protección y los derechos de las mujeres que son verdaderas victimas de feminicidios.
Es de imaginarse que los jueces de la primera instancia se despacharon esa condena tan inconsistente a modo de tirar la piedra caliente a la siguiente instancia, que reaccionó de la misma manera, y la Corte Suprema actuó simplemente condenando a 30 años de prisión a quien no ha cometido un crimen.
Pero en esta perversa ecuación, en este crimen de lesa humanidad que ha cometido el Poder Judicial, vale decir el Estado boliviano, hay otros culpables por palabra y omisión. Está, por supuesto, Mujeres Creando, con su poder mediático, y la madre y la tía de la joven que murió, quienes, con base a mentiras, ya en el primer momento, fijaron en la opinión pública la idea de que se trataba de un feminicidio.
Pero están también los demás periodistas que, con contadas excepciones, como es el caso de Raúl Peñaranda, no solo actuaron en consecuencia ante esta injusticia, sino que, o investigaron poco o dejaron que las cosas pasen. Eso se debió a una malentendida solidaridad con su colega, la madre de la joven que murió, no asesinada por Kuschner.
Si la prensa hubiera actuado en forma honesta, buscando la verdad, y no hubiera callado porque simplemente estaba siendo solidaria con la dolida madre, aunque ésta estuviera equivocada, es posible que las cosas se hubieran dado de manera diferente.
Por supuesto que la responsabilidad principal es de los jueces, del Estado, pero cuando algo así sucede, el ciudadano que tiene voz tiene la obligación moral de levantarla. Si el periodismo hubiera sido más contundente, tal vez también se hubiera podido activar la de los colegios de abogados y de las carreras de derecho para crear la conciencia de que así no se puede manejar la justicia.
Es tarde, 10 años es un larguísimo período para una injusticia, pero no es demasiado tarde, aunque cada día que pasa es peor.
Yo convoco a los periodistas a retomar con seriedad el tema. A Sandro Velarde, a Mónica Apaza, a Ximena Galarza que, recientemente, hace menos de un año, siguen validando la versión de Helén Álvarez. Convoco también a Amalia Pando, que acaba de recibir merecidamente el Premio al Periodismo, a las asociaciones de periodistas de Bolivia, a inmiscuirse en este tema, porque –aclaremos– el periodismo es parte del problema.
La Navidad la ha pasado Willian Kushner en la cárcel. Espero que el 2026 sea el año en que se haga justicia y recupere su libertad. Todas las personas de bien pueden poner su granito de arena, inclusive los y las feministas. Esta condena pringa un movimiento tan importante y positivo.
Agustín Echalar es operador de turismo.