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La curva recta | 14/07/2024

Evo y su decadencia

Agustín Echalar
Agustín Echalar

De todos los políticos que conforman la constelación boliviana, quien ha dicho clara y contundentemente que quiere candidatear y ser presidente es el inefable expresidente Evo Morales. Un monstruo de la política en nuestro medio, y lo digo en el mal sentido de la palabra.

Es muy posible que su popularidad sea todavía importante, en parte por los recuerdos de la época de bonanza que le tocó gobernar y en parte por la mala racha que vivió el país apenas salió del poder, me refiero por supuesto a la pandemia y a la grave situación económica actual. La responsabilidad actual recae con justicia en el actual presidente, pero no solo por sus acciones actuales sino, paradójicamente, por su protagonismo como ministro de Economía de Morales. Ambos son responsables.

La gente, sobre todo la clientela política de Evo, más emotiva que reflexiva, le sigue teniendo un cierto cariño al hombre con quien se puede identificar fácilmente y es difícil hacer que asuma que la situación que estamos viviendo sea producto de los errados manejos de la cosa pública de su Gobierno.

La falta de inversiones en exploración en la industria del gas, la incapacidad de consolidar la explotación del Mutún y del litio, las normas para contratar personal que asustan a cualquier emprendedor, nos han llevado a la situación actual, parecida en algunos aspectos a los preámbulos de la UDP.

El mal manejo de la economía del país en tiempos de vacas gordas está íntimamente ligado a lo que una parte de la izquierda, y eso a nivel global, hizo con Evo Morales: endiosarlo. A ese joven modesto, nacido en el altiplano y que usó ropa interior por primera vez en la adolescencia, muy pronto en su Gobierno decidió comprar un avión de casi 40 millones de dólares para su uso, construir un horrible edificio de 25 pisos y luego hacerse de un helicóptero para ir de su residencia a su oficina.

Pero todo se volvió muy poco para él, incluido el ridículo museo de Orinoca, hoy cerrado. Curiosamente esos gastos eran insignificantes y por eso le parecían a Evo y a su entorno seguramente irrelevantes, comparando con los verdaderos gastos que hacia el Gobierno, empezando con la millonaria subvención a los hidrocarburos, el pago del bono dignidad a partir de los 60 años y el engorde de la planilla gubernamental.

El Gobierno de Morales se basó en el despilfarro durante la bonanza, cuyos orígenes fueron políticas estatales asumidas previas a su gestión y de las que él y los suyos en su momento renegaron, pero luego aprovecharon al máximo. También le favoreció coyuntura económica internacional del momento.

Morales ha demostrado un profundo desprecio por las reglas del juego, no solo en la cancha de fútbol, sino ante todo en la política. Ha violado la Constitución de manera flagrante y no merece ser candidato presidencial. Me sorprende que no pueda ser inhabilitado luego de haber desobedecido un referéndum y por tanto haber ilegitimado una elección nacional con su sola participación. Me imagino que ganas no les falta a muchos de iniciar un proceso para lograr ese objetivo. Ahora que hay tanta inquina en el MAS, podría darse la oportunidad de iniciarle un juicio de responsabilidades.

Y sin embargo, tal vez esa sería una victoria pírrica para quienes creen en la democracia ya que Morales se seguiría victimizando y sus seguidores, que tienen algo de “creyentes”, se mantendrán a su lado. Por el otro lado, si candidatea y gana las elecciones, tendrá que enfrentarse a sus propios errores y posiblemente acabe con su aura. Claro que el riesgo es que termine siguiendo los pasos de Ortega y no se vaya más del poder.

Morales, que prometía para muchos un cambio positivo, se ha convertido en un personaje nefasto; es sin lugar a dudas quien más daño esta haciendo a su propio partido, y aunque eso podría verse irónicamente como un servicio a la patria, en realidad solo está ejerciendo su espíritu egomaníaco y narcisista. Ello no es positivo para el país ni razonable para la izquierda.

García Linera, en forma pseudopoética y con la lengua muy trajinada, decía que Orinoca debía tener algo muy especial para que allí naciera Evo, un tipo de persona que solo aparece en la historia cada 200 años. Esperemos que tenga la razón en esto último y que cuando Evo salga de escena, tengamos un alivio así de largo.




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