El recientemente promulgado Decreto Supremo (DS) 5503 es mucho más que una lista de nuevos precios para los combustibles, aún si ella es medular. Comienza con una declaratoria de emergencia económica nacional, de carácter excepcional y temporal para hacerle frente a una compleja crisis legada por los gobiernos del MAS.
Un capítulo muy importante contiene disposiciones para la promoción y la protección de inversiones. En él se definen las inversiones estratégicas prioritarias. Se extraña que en esa lista no esté el turismo que, según muchos entendidos, tiene un gran potencial.
Llama también la atención que el instrumento principal, que es la Ventanilla Única de Inversiones Estratégicas esté a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Que ese Ministerio tenga el cometido de la promoción de inversiones y de inversiones, no sería inusual, pero la tarea que ahora se le da va mucho más allá.
El capítulo de regularización y repatriación de capitales es ciertamente bienvenido. En realidad, si el programa de estabilización es exitoso debe producir una repatriación de los capitales de nuestros compatriotas, que fugaron para defenderse de las medidas del MAS o que se temía que las tomara. Se ha de esperar también la formalización de los dólares que están en el “colchón bank”, según la feliz expresión de Paulovich.
La simplificación del régimen tributario y aduanero es un acierto, aunque yo no soy partidario de las depreciaciones aceleradas. En buena hora, ellas parecen estar excluidas del tratamiento a la minería y los hidrocarburos.
Se ha de destacar el apoyo al emprendimiento, pero que no debería limitarse a empresas unipersonales. El país tiene muchos empresarios, pero muy pocas empresas con la dimensión necesaria para competir internacionalmente.
La eliminación de las autorizaciones previas era un reclamo legítimo de los productores nacionales y es una medida correcta. No es con ese tipo de regulaciones que se solucionan los problemas de abastecimiento. La recuperación del principio del tripartitismo: empleadores, trabajadores y estado, conforme con los convenios de la OIT, es también un paso en la buena dirección.
El levantamiento de la subvención a los combustibles era inescapable, en gran parte, pero no solamente, por su gran incidencia en el déficit fiscal y en la estabilidad macroeconómica. Sin esa eliminación de la subvención, continuarían las colas, produciendo pérdidas de ingresos y de bienestar.
Continuarían el masivo contrabando a los países vecinos y los mercados negros. La subvención beneficiaba sobre todo a los del quintil superior de ingresos, como lo muestra el estudio de OXFAM (2025). Además, producía una mala asignación de recursos por los derroches en su consumo. También conspiraba contra el desarrollo de energías alternativas.
La eliminación del subsidio tiene efectos asimétricos, según el análisis de OXFAM. Si bien la subvención favorecía a los ingresos altos, su desmantelamiento penaliza en mayor proporción a los ingresos bajos. Pero el DS 5503 sabiamente establece una red de seguridad para los más vulnerables, con incrementos en los bonos sociales, que en última instancia compensan a las familias, y con el programa extraordinario de protección y equidad (PEPE).
Idealmente, con el reajuste se producirá un salto “por una sola vez” en el nivel de precios. Hay que alejar el peligro de que el impulso inicial de los precios degenere en inflación. Para ello se tendrá que evitar efectos de segunda vuelta mediante una política monetaria muy estricta, pero bien diseñada para que no cause astringencias crediticias. Conociendo a las autoridades monetarias, tengo confianza que lo harán bien.
Se ha criticado al DS 5503 por la ausencia de disposiciones sobre el tipo de cambio, pero hay que tener en cuenta que la responsabilidad está en el BCB, que por su ley tiene amplias facultades en esta materia. Tiene empero, por disposición constitucional, que coordinar con el Poder Ejecutivo.
El DS 5503 está en la buena dirección, pero peca un poco de desprolijidad. Tendrá que ser afinado. Se requerirá también una gran habilidad política para llevar a la economía y sociedad a buen puerto.
Juan Antonio Morales es PhD en economía y fue presidente del Banco Central de Bolivia.
