He puesto el título a este artículo y nada más que el título de la famosa novela de Françoise Sagan para referirme a la triste oposición al DS 5503. Algunos dirigentes de la Central Obrera Boliviana preferirían seguir haciendo colas interminables para la gasolina y el diésel. Aparentemente, también preferirían que un 30% de los combustibles subsidiados salgan de contrabando a los países vecinos.
No parecen darse cuenta, por otra parte, de la importancia de la inversión extranjera para restaurar la salud de la economía y para aprovechar el buen momento por el que están pasando los precios internacionales de los metales.
Una pregunta que quedó abierta es la de hasta dónde las bases apoyan a los dirigentes. Se tiene imágenes en la televisión de mineros jugando con naipes para matar el tiempo y el tedio de sus movilizaciones. No es con eslóganes del siglo pasado que mejorarán sus condiciones de vida y bienestar.
Han pasado suficientes días desde la promulgación del DS 5503. Se lo ha podido examinar y criticar desde todos los ángulos. De manera general hay una mirada benévola hacia el Decreto, aún reconociendo algunas falencias. Los oportunistas y “descontentados” –como decía un pintor de brocha gorda que conocí hace años– tendrán mucho material para criticar. Allá ellos.
El tema de la constitucionalidad de algunas disposiciones es serio, pero debe ser tratado en las instancias pertinentes, no en las calles ni empleando petardos y cartuchos de dinamita, en vez de argumentos. Como no soy un experto constitucional no puedo pronunciarme sobre esas objeciones. Hago notar simplemente, que el DS 21060 también recibió reparos similares, que fueron desvirtuados.
Las observaciones de Francesco Zaratti del 18/12/2025, en su blog, son muy acertadas. Entre ellas recojo la que se refiere a que el precio del petróleo nacional para las refinerías sigue siendo de $us 27,11, que está muy por debajo del precio internacional. Tal vez habría que corregirlo para atraer inversiones en la extracción de líquidos.
Una vez más insisto en que los desembalses de precios administrados, como ha sucedido con los de algunos combustibles (no todos), tiene consecuencias “por una sola vez”. Se vuelven inflacionarios, es decir aumentos generalizados y continuos de precios, si no se aplica complementariamente políticas fiscales y monetarias estrictas.
Llama la atención las objeciones del capitán Lara y del expresidente Tuto Quiroga. Obviamente, como cualquier ciudadano, tienen todo el derecho de hacernos conocer sus puntos de vista. Si el capitán Lara está en desacuerdo con las medidas que ha tomado el gobierno, del que hace parte, por coherencia consigo mismo debiera renunciar. No se puede comer la torta y guardársela al mismo tiempo, como dicen los americanos
En su programa de gobierno Tuto Quiroga proponía medidas muy parecidas a las que tiene el DS 5503, aunque sostenía que debía mantenerse la subvención para el transporte público. Este tema ha merecido mucha atención en las discusiones técnicas, pero se lo descartó.
Se argumentó correctamente que mantener la subvención para el transporte público daría lugar a lo que los economistas llaman arbitrajes. Lo que simplemente significa que se producirían desviaciones del combustible subsidiado mediante mecanismos de varios tipos y alcances, que ni el recurso de la tecnología informática avanzada podría evitar. Es más, la ejecución del mecanismo informático tomaría su tiempo, y la anticipación de que vendría aceleraría los desvíos, incluyendo el contrabando.
El DS 5503 tiene defectos que pueden ser corregidos. Ha quedado todavía en el tintero, tareas que hay que completar. Empero, haber promulgado el Decreto fue una decisión bien pensada y, sobre todo, valiente.
Las autoridades de gobierno vieron que no había alternativas. La de no hacer nada –como en el gobierno de Arce Catacora o como proponen los manifestantes cobistas– hubiese hecho caer al país en un abismo.
Las correcciones de precios son siempre una medicina amarga para todos, pero se espera resultados positivos para el largo plazo, como sucedió con el DS 21060. Plantear el problema en términos distributivos, como que favorece a los ricos a costa de los pobres, es deshonesto intelectualmente.
Juan Antonio Morales es PhD en economía y fue presidente del Banco Central de Bolivia.