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29/07/2024
La aguja digital

¿Hermafroditas?

Patricia Flores
Patricia Flores

Durante la inauguración de las Olimpiadas, una interpretación del dios griego Dioniso, protagonizada por artistas drag queen, desató una ola de criticas. Esta puesta en escena buscaba resaltar los valores de libertad, igualdad, fraternidad, sororidad, paridad e inclusividad, confrontándonos con el absurdo de la violencia humana. Sin embargo, algunos la vieron como un insulto a la fe cristiana, creyendo que parodiaba a “La última cena”.

Los, las y les artistas, cuestionando la sexualidad y los géneros binarios, nos invitan a reflexionar sobre nuestro rol en la sociedad y a desafiar la heteronormatividad. La violencia, en este contexto, se revela como una respuesta irracional a un llamado a la reflexión y al entendimiento. La obra de Dioniso nos recuerda que la verdadera fuerza reside en la aceptación y el respeto mutuo, celebrando nuestras diferencias para construir un mundo más inclusivo y justo,  matizado por la irreverencia.

En un contexto paralelo, se informa que un bebé ha nacido con ambos sexos en el hospital materno infantil de Guayaramerín, Beni, marcando un hito como el primer caso registrado en Bolivia. Este pequeño deberá someterse a un estudio genético para determinar su asignación de sexo, lo que ha desatado un intenso debate sobre la intersexualidad y la falta de información en el periodismo y la sociedad en general.

Esta cobertura revela cuán desinformados y prejuiciados estamos en torno a esta condición. La intersexualidad, o hermafroditismo, es natural y ha estado presente en la condición humana, así como en el reino vegetal y animal. No existen solo dos sexos.

Hace pocas semanas escribí “¡Blasfemia, cinco sexos!”, cuestionando la dicotomía hombre-mujer. ¿Es esta división una simplificación de una realidad más compleja? ¿Podría la biología revelar más de cinco sexos? Es crucial cuestionar el binarismo sexual a la luz de la realidad y los derechos humanos.

La heteronormatividad considera la heterosexualidad como la única forma “normal” de sexualidad, dividiendo las identidades de género en masculino y femenino. Esta perspectiva limita la comprensión de la diversidad sexual y perpetúa la discriminación y violencia hacia personas intersexuales, homosexuales y de otras identidades no binarias.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos advierte que las normas rígidas generan violencia, discriminación y exclusión social, afectando la dignidad y bienestar de las personas. La falta de reconocimiento y protección de la diversidad sexual y de género en las leyes perpetúa estigmas y viola derechos fundamentales como la identidad, salud e integridad física.

El Alto Comisionado destaca que las personas intersexuales o hermafroditas aún ven vulnerados sus derechos ya que se les niega una identidad de género debido a los conceptos de la heteronormatividad, que solo reconoce la existencia de dos sexos, lo que afecta sus derechos, especialmente cuando se les someten a intervenciones médicas forzadas.

Nacer hermafrodita o intersexual no es una anomalia sino una manifestación natural de la diversidad humana, como lo develó Anne Fausto-Sterling en su obra “Cuerpos sexuados”, publicada en 1993, en el que plantea la existencia de cinco sexos diferentes, basada en la configuración cromosomática; evidencia que además de los hombres y mujeres, existen los herms (hermafroditas), los merms (pseudo-hermafroditas masculinos) y los ferms (pseudo-hermafroditas femeninos). Con ello cuestiona que el sexo biológico es binario y estático.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución contra la discriminación y violencia hacia personas intersexuales, destacando las intervenciones médicas coercitivas en niños y niñas intersexuales. Estos procedimientos, destinados a ajustar su apariencia a estereotipos binarios de género, pueden causar infertilidad, dolor crónico, sufrimiento psicológico y suicidio, violando sus derechos humanos.

Para proteger a las personas intersexuales, la ONU recomienda: prohibir cirugías innecesarias de asignación de sexo; prohibir los procedimientos quirúrgicos que no sean necesarios desde un punto de vista médico; ofrecer asesoramiento adecuado a personas intersexuales y sus familias; capacitar al personal médico sobre las necesidades y derechos de las personas intersexuales y brindar atención adecuada.

La intersexualidad, así como la de las personas lesbianas, homosexuales y de otras identidades de género, nos recuerda que la configuración cromosómica y la expresión de género son complejas y variadas. Por el respeto a la vida, a ese aliento que nos permite existir, solo deberíamos generar entornos de respeto y dignidad hacia todas las personas, independientemente de su identidad de género o características sexuales.

Finalmente, ¿quiénes somos para juzgar el misterio de la vida? ¿Quiénes somos para enmarcar bajo nuestros criterios la vida de un bebé y, con una mirada disciplinadora, querer encarrilar su sexualidad o configuración cromosómica en esquemas sociales y religiosos que atentan contra la dignidad y los derechos de las personas? ¿Quiénes somos para querer encasillar los misterios de la multidimensionalidad? ¿Con qué derecho nos atrevemos a decir y juzgar lo que debe ser el otro, la otra o el otre?

Patricia Flores Palacios es comunicadora social y feminista queer.




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