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Ojo centinela | 14/08/2023

Una “tormenta perfecta” carcome Latinoamérica

Roberto Méndez
Roberto Méndez

Rodeado de guardaespaldas se sube a una camioneta luego de dar un discurso en el colegio Anderson cuando de repente se escucha una ráfaga de disparos. Esto es lo que muestra el video que captó el momento en que el candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue asesinado a las 18:20, hora local del 10 de agosto del 2023, en Quito. Tras conocerse el deceso del periodista devenido en político, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, afirmó: "El crimen organizado ha llegado muy lejos".

Es precisamente el crimen organizado se presenta con diferentes mascaras: en los asesinatos violentos, narcotráfico, secuestros, extorsiones, lavado de dinero, contrabando, minería ilegal, trata de personas, prostitución, corrupción, entre otros, que se constituyen como principales elementos de una especie de “tormenta perfecta” que carcome a América Latina, de la mano de políticos corruptos, funcionarios públicos de todo nivel, carteles y pandillas.

Ubicado entre los dos mayores productores de cocaína, Colombia y Perú, el Ecuador no figuraba en el imaginario colectivo como un país violento, pero por el asesinato del candidato, se han visibilizado poderosas organizaciones como “Los Lobos”, “Los Choneros” y “Los Lagartos”, que tienen entre sus ejércitos a sicarios profesionales que han ejecutado otros crímenes y provocado motines carcelarios, pues tienen presencia en las 35 prisiones del país.

El término “tormenta perfecta” se usa para describir una confluencia de eventos que resulta en algo asombroso y, a menudo, catastrófico, cuando se combinan hasta desencadenar los escenarios que configuran el desastre como el ocurrido en 1991 que causó importantes daños en la costa este de los Estados Unidos y que recordamos en Bolivia cuando usaron la misma frase cuando cerraron el periódico Página 7 en este gobierno socialista.

“El narcotráfico se baña en aguas del sur”, ha descrito el presidente colombiano, Gustavo Petro, al hablar sobre la nueva geografía y las tendencias de este flagelo que ha dejado de tener como principal mercado de exportación a Estados Unidos, porque este gigante económico se debate entre los “zombies” que deja la droga sintética llamada Fentanilo que ya mata a 100.000 personas al año, frente a los 4.000 de la cocaína.

Todo se vincula con todo. Petro, cuyo hijo Nicolás fue detenido hace poco por una denuncia del periodista y candidato presidencial de Ecuador, Fernando Villavicencio, fue por supuestamente recibir dinero de narcotraficantes a cambio de ser incluidos en las negociaciones de paz de su padre.

También había acusado a Rafael Correa, expresidente socialista ecuatoriano de relacionarse con mafias organizadas como el Ejército de Liberación Nacional de Colombia o las mismas Mafias-Farc.

Pero, Petro ha dicho algo que ocupa nuestra atención: “Es probable que con la nueva geografía del mercado de la cocaína, mafias paraguayas y uruguayas busquen construir una economía ilícita en Bolivia”. Y ahí aparece el uruguayo Sebastian Marset, dirigiendo su propio cartel y vinculándose con organizaciones brasileñas como el Comando Capital (PCC) o el Comando Vermelho.

Y nuestra Bolivia emerge en ese escenario no solo por Marset, si no por los secuestros millonarios, los ajustes de cuentas, amenazas de narcos a periodistas, sino también porque en los primeros meses del 2023, fueron incautados 3.8 toneladas de droga, en Argentina, Brasil, Chile, Perú, Paraguay y España, entre las que se encuentran los 478 kilos que salieron de Viru-Viru. Y al iniciar el segundo semestre, en julio, Argentina y Chile lograron incautar 3.487 kilos, entre cocaína y marihuana, que proceden de Bolivia, camuflados en madera y, en algunos casos, en avionetas.

Todos estos hechos deben ser un llamado de alerta para el Estado boliviano a fin que se realice una reingeniería en la lucha contra las drogas y el tema de la seguridad nacional y también para nosotros los ciudadanos de a pie que muchas veces nos vanagloriamos de tener narco-amistades. Y si no hacemos nada, tenemos los espejos hoy en Ecuador, Colombia y principalmente México donde la disputa por el control de territorio del crimen organizado tiene loteado ese país y ha provocado 32.000 asesinatos violentos en el 2022. Y estoy seguro que nadie quiere ser barrido por ninguna tormenta criminal.



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