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Ojo centinela | 10/07/2024

Bolivia se muere “de golpe”; urge un Milei o un Deng Xiaoping

Roberto Méndez
Roberto Méndez

Existe una cumbia que no pasa de moda. Su estribillo dice: “golpe con golpe yo pago, beso con beso devuelvo, esa es la ley del amor que yo aprendí…”; la misma ha vuelto a ser recordada en Bolivia a partir del 26 de junio pasado cuando una tanqueta militar se estrelló contra la casa presidencial en La Paz, en una maniobra que fue contada por el Gobierno socialista de Luis Arce como “un golpe de Estado”, narrativa que vuelve a salir “de emergencia”, como ocurrió en noviembre de 2019 cuando otro presidente socialista, Evo Morales, renunció voluntariamente ante la paralización del país que rechazaba y el fraude y un forzado cuarto mandato.

Y como el socialismo volvió al poder dejando fuera del cuadrilátero a la derecha de Jeanine Añez, luego salpicada por hechos de corrupción, hoy, casi cuatro años después, los bolivianos parecemos vivir la letanía del Santo Rosario, rezando todos los días, un “Señor ten piedad, Cristo ten piedad”;  debemos contrarrestar el “golpe con golpe yo pago”: con el “Perdona a tu pueblo, Señor…” pues estamos cayendo al abismo de golpe, con un alza generalizada de precios de los productos de primera necesidad, amenazas de subidas de tarifas del transporte, escasez de medicamentos y marchas diarias de sectores que claman porque los políticos se pongan de acuerdo.

El otro clamor es que Morales se olvide de la segunda parte de la mencionada canción: “Hicimos una vez un pacto sagrado que además firmamos y luego juramos nunca disolver, que tú eras para mí, que yo era para ti (…) siempre hasta el fin". Ojalá que sin querer queriendo, como diría el Chavo del Ocho, no se la dedique al actual presidente Arce, su escudero durante sus 14 años. Ambos son responsables de haberse farreado casi 14.000 millones de dólares de las reservas internacionales, dejando a este país en tocos, con 13.000 millones de deuda externa, 13.000 millones de deuda interna y con la nota en números rojos de “riesgo país” de las principales calificadoras de riesgo: Moody's, Standard & Poor's y Fitch.

Esas calificadoras ven que el “proceso de cambio” y el modelo de economía plural, llamado a articular un mejor país, no da resultados y en limpio, tenemos corrupción, enriquecimiento de algunos sectores allegados a los cocaleros, desinstitucionalización, pobreza y un país que vive en un Estado de cuasianarquía.

Estamos tan mal que ahora, en 2024, existen más precandidaturas que tipos de cambio de dólar: casi una veintena en total; urge por eso un acuerdo nacional que nos dé esperanzas para que juntos podamos salir a flote, inspirados en algunos países como China, que salieron de la crisis y hoy se proyectan como la primer potencia mundial, luego que Deng Xiaoping, en 1978, dijera “no importa de qué color sea el gato, lo importante es que pueda cazar ratones”, cuando dio un viraje del socialismo-comunismo a la economía de libre mercado.

No le quedaba otra, el legado de Mao solo fue de miseria y represión.

Es así que debemos recordar el discurso del presidente Víctor Paz, “Bolivia se nos muere”, porque es cierto; en vez de pelear con Argentina como lo hace el Gobierno, se deben aplicar medidas como las de Javier Milei: debemos achicar el aparato estatal, buscar alianzas público-privadas, promover el turismo y la agroindustria, entre otras; a pesar de todo, seguimos siendo un país que ha sido bendecido con plata, guano, salitre, estaño, petróleo y gas y que a pesar de haberlos perdido, pisamos fuerte en el contexto mundial con reservas de litio y acero, para ser un país viable que cante “himnos de paz y de unión”, como dice nuestro himno.

Roberto Méndez es periodista y abogado.



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