Me había dicho a las 16:30 y yo estaba a esa hora, pero él no llegaba aún. Temí que se había desanimado. Cuando estaba a punto de irme, entró raudamente al café de puertas batientes. Camisa blanca con delgadas líneas verticales, vaquero azul, barba bien cuidada y físico congelado en los 30 en un rostro de más de 40. No me había alertado cómo iba a estar vestido. Tampoco me describió algo de su aspecto. Pero supuse que era él. Me indicó que él me iba a reconocer.
—Hola, Andrés.
—Hola, ¿eres tú?
—Sí
Hice un disimulado paneo por el vestíbulo del viejo edificio donde funciona el café por si había algún conocido. Apenas se sentó, sacó de su bolsillo su teléfono móvil.
—Te voy a mostrar lo que te adelanté en nuestra charla por teléfono—dijo con voz resuelta.
La pantalla de su móvil se iluminó, buscó el whatsapp e hizo click en un grupo.
—Este es el comunicador; ella, la agente política y él, el tabulador—identificó uno a uno a los primeros de la lista—; los tres son administradores del grupo y trabajan en la institución pública donde yo estoy ahora.
Le pedí tomar fotos de su pantalla y registrar los nombres de las personas identificadas. Aceptó. Pero me pidió no publicar esos datos porque en su oficina podrían deducir que fue él, perdería el trabajo y hasta quizá le podrían acusar de traición a la Patria.
Me contó que cada día el comunicador manda al grupo de whatsapp las órdenes y links de las actividades que cada funcionario debe cumplir. Vi encuestas de los periódicos El Deber y Página Siete. La instrucción: opinar en favor del gobierno de Luis Arce. Un día, Página Siete preguntó en su encuesta: ¿Cree que corresponde un revocatorio para Luis Arce como se propuso en los cabildos? La orden: votar NO.
En otro salto de pantalla me mostró parte de las tareas que debe cumplir en las redes sociales. “Link Redes Lucho Arce, fecha: 24/1/2023”, decía el título del paquete. En Facebook, había nueve enlaces. En Twitter, cinco. En Instagram, otros cinco. La instrucción: marcar like, compartir, retuitear, opinar en favor del Presidente Arce, atacar a los que piensan diferente.
—¿Y todo haces desde tu cuenta personal?
—Sí. Y también desde “perfiles alternos” que nos han pedido crear para mover la opinión pública en favor del gobierno.
Luego, vi que cada funcionario mandaba, como prueba, una captura de su pantalla con su voto en la encuesta y otras evidencias como fotografías. En algunas, divise funcionarios en grupo; en otras, sólo dos o tres. ¿Quiénes son?, interrogué. “Son de mi oficina. Mandamos estas fotos para probar que hemos estado en la contramarcha o en una marcha de apoyo”.
—Nos sacan cualquier hora de la oficina para ir a una contramarcha—me dijo y percibí en su voz a una persona que padece en un ambiente de moral opresiva—; por ejemplo, el día de los cabildos (25 de enero), la instrucción previa fue asistir. Por delante, iban a ir los “petarderos” (violentos); por detrás, nosotros, los funcionarios medio, vestidos como gente de a pie; y al final, los jefes. En la tarde, nos dijeron que ya no.
Cuando comenzó a hablar de la función de “la agente política”, el rostro del funcionario se tornó sombrío. Busqué su mirada para confirmar su miedo, pero desvió sus ojos a cualquier parte. ¿Qué función cumple el o la agente político? “Hay agentes en todo lado. No sabes con quien estás hablando. Si por un desliz dices cuestionas al gobierno en algún lugar de la oficina, de inmediato el “agente” sabe lo que opinaste; y te dice: chau”.
Un agente político tiene poder. Cumple la función de ser correa de transmisión de la MAE (máxima autoridad ejecutiva) y pasa la orden respecto a las personas que deben ser incluidas en la lista de nuevos empleados como “guerreros digitales”. El departamento de recursos económicos se limita a reformular el presupuesto según la nueva instrucción.
—¿A qué se dedica el tabulador?—indagué sobre el último funcionario identificado.
—Registra en una tabla Excel nombre por nombre las actividades que ha cumplido cada uno en el día. En la línea horizontal está el nombre del funcionario y en la vertical, las actividades: likes, retuiteos, opiniones.
Quise saber en qué momento trabajan los funcionarios para la gente que les paga su salario si son obligados a cumplir tantas tareas para el gobierno. Marchar, retuitear, poner likes , opinar, hacer campañas lleva tiempo. “Cuando los días son movidos, perdemos mediodía o más”, me dijo.
—Antes de publicar, cruzaré datos con otras fuentes—le advertí.
—No hay lio, todos te dirán lo mismo.
Al despedirme recordé a Winston Smith de la novela distópica 1984 de George Orwell, que se ocupaba de falsear la historia para mantener el futuro del régimen totalitario del “Gran hermano”. Este funcionario y los guerreros digitales del MAS viven en la realidad virtual con la tarea de falsear la opinión pública, con tu dinero, para mantener al gobierno de Luis Arce.
@brjula.digital.bo