Primeros pasos

El gobierno de Rodrigo Paz empezó su andadura gubernamental con prisa y sin pausa, inclusive ante de que sonara el gong de la investidura presidencial, como amerita la situación de urgencia económica en la que nos tiene sumidos el desgobierno de Arce.

Nada de apoltronarse en el regocijo del triunfalismo. Lo primero, reuniones con las multilaterales financieras para asegurar los dólares y la provisión de gasolina y diésel, pues sin lo uno y lo otro sencillamente el país no camina. Se transfiguraría en El pozo de Augusto Céspedes, donde la crisis se puede disparar en una espiral perversa que muy bien se puede parecer a bailar sobre el círculo apretado de una horca.

Lo segundo, mandar al carajo al ALBA y haber salido del club del vampirismo político a costa de sociedades anémicas. Y mirar hacia Estados Unidos, pues el día de hoy esta es la potencia mundial, no China (proyectan que podría serlo en 2050) ni Rusia (apenas un país subdesarrollado con armas nucleares y un dictador jugando a ser el Supremo Malhechor), y retornar al ámbito del capitalismo democrático de Occidente. O sea, realismo, requerimos de esos grandes mercados, no de esos grandes bocazas que regurgitan ideología.

Lo tercero, poner en su sitio a los movimientos sociales (Bartolinas, Interculturales, COB, Pacto de Unidad y sucedáneos) que, en los 20 años del MAS, perdieron el movimiento y el cuidado de lo social, para convertirse en grupos de interés emponzoñados por sus dirigentes. Si se mueven, apenas lo hacen alrededor de su ombligo desentendidos completamente del bien común.

Participaron de la decadencia del MAS y no se puede permitir, bajo ningún motivo ni pretexto, que tengan ascendencia sobre el actual gobierno. Y el Presidente electo Rodrigo Paz se los hizo saber sin dejar caer una lágrima ardiente por su mejilla.

¿Qué se entrevé detrás de estos primeros pasos inaugurales y señalizadores?

Da toda la impresión de que se empezará a construir un país en serio con un equipo económico sensato. No pajpakus, sino profesionales competentes y responsables (aunque siempre, siempre que se trata de la política, hay que estar preparados para la decepción, pues la política en su generalidad, y sobre todo en Bolivia, no es otra cosa que la desilusión aplazada y la melancolía que ninguna desgracia conjura).

Las señales son positivas y buena parte de la ciudadanía las está percibiendo. Inclusive quienes no votaron por el PDC le están otorgando confianza, respeto y esperanza. Un capital invalorable cuando se decide dejar atrás la sombra tentadora del populista para abrazar de cuerpo entero la figura del estadista.

César Rojas es conflictólogo.