Lara zón

A Sergio Rojas Oropeza, quien me hizo ver Vicepresidencia.

Hasta antes del gobierno del MAS se entendió la “vice” como un rol por debajo de la presidencia y excluida de las decisiones políticas sustantivas. O sea, históricamente y hasta Carlos Mesa, la quinta rueda del carro que les tocó a todos los vicepresidentes cabalgar sin brío ni dirección: no solo la quinta, sino una rueda de triciclo, muy pequeña y sin huella política.

Salía en las fotos, participaba de la teatralidad del poder, pero no era un actor relevante de la escena gubernamental. Estaba estructuralmente destinada a la melancolía, la irrelevancia y el complejo de inferioridad. Habitaba en la zona anfibia entre el ser y la nada.

El cambio de paradigma y el empoderamiento del cargo vino con el MAS, García Linera y la nueva Constitución. Y en el caso del capitán Lara por el respaldo electo–popular obtenido en las dos pasadas elecciones. La “vice” parece entenderla Lara como un de acompañamiento a la Presidencia, una mano derecha que participa desde dentro en las decisiones políticas sustantivas. No la de un mirón, sino la de una mano que se levanta, opina y vota.

En el caso del actual Vicepresidente, sobre todo en los temas ligados a la corrupción, le encienden y prenden el alma en el caldero de firmes convicciones morales. El capitán Lara en especial en este ámbito (y se empieza a ver) no se adscribe a la doctrina liberal del laissez faire, laissez passer. Ni dejará hacer ni dejará pasar. Y en el estado de descomposición total en el que se encuentra nuestro Estado, esta función precisamente permitiría refuncionalizar el Estado del lado de la legitimidad, la legalidad y la meritocracia. Un logro verdaderamente portentoso y auspicio que los ciudadanos debemos aplaudir y acompañar.

Entender esta doble razón será fundamental para el nuevo gobierno de Rodrigo Paz: la mutación del rol vicepresidencial y el temple moral del capitán Lara. El suyo es un matrimonio moderno, de jefatura y no de jefe, de integración y no de exclusión, de conjunción y no de disyunción, cuanto antes lo entienda y lo asuma el nuevo Presidente, aprendiendo a modularlo con maestría, más feliz será este nuevo matrimonio por el bien de la familia boliviana.

César Rojas es conflictólogo.