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Democracia y derechos humanos | 06/11/2025

Rescatar la política de los buitres

Waldo Albarracín
Waldo Albarracín

Este fin de semana jurarán las nuevas autoridades gubernamentales e inician su gestión legislativa 36 senadores y 130 diputados con la misión importante de contribuir al desarrollo del país, previa adopción de medidas económicas inevitables para poner fin a la profunda crisis económica a la que nos arrastraron los gobernantes salientes. Todo esto en aras de la efectiva reconstrucción del Estado y de la genuina restitución del sistema democrático.

La expectativa ciudadana va más allá de la simple transferencia del poder a los nuevos gobernantes; tenemos la legítima aspiración de que, en adelante, exista sensatez, vocación de servicio y convicciones patrióticas por parte de los que llegarán a las entidades públicas y, fundamentalmente, a los cuatro poderes del Estado.

Para ello, desde la sociedad civil, es importante vigilar y exigir señales claras a los nuevos protagonistas políticos en sentido de si están dispuestos a desarrollar sus funciones con ética, honestidad, lealtad, honradez, sensibilidad humana y tolerancia. Requisitos que no tienen por qué ser difíciles de demostrar, pese a la vieja costumbre subsistente de hacer de la política un mero instrumento de preservación de intereses propios, de grupo o del partido, en desmedro de los derechos de toda la nación boliviana.

El ejemplo contundente de la distorsión de los fines altruistas que debe acompañar a la política está en los que, a partir de la próxima semana, ya no estarán en el poder. Los nuevos congresistas y gobernantes deben actuar precisamente en dirección contraria a las fechorías que se cometieron en los últimos 20 años.

Hay personajes emblemáticos, cuyas vidas pueden servir de ejemplo e inspiración: Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, quienes constituyen testimonios de conducta política, subordinando la aspiración individual al interés colectivo y la justicia.

En la experiencia boliviana, haciendo abstracción de lineamientos ideológicos que hubieran inspirado a las personas que mencionaré, y concentrándome exclusivamente en las decisiones asumidas con desprendimiento personal, sensibilidad humana, vocación de justicia y sobre todo, espíritu de sacrificio, considero oportuno relievar la actuación que, en determinado momento de nuestra historia, asumieron Néstor Paz Zamora, Luís Espinal y Marcelo Quiroga Santa Cruz.

El primero decidió renunciar a las comodidades materiales que brinda la ciudad, a su estatus social, internándose en una región inhóspita del norte de La Paz para, meses después, morir por inanición, cercado por el Ejército. En ese escenario escribió su diario. Rescatamos algunos párrafos que son testimonio de esa entrega por una causa altruista: “30 de julio de 1970: Quisiera crecer hondo y calar profundo en la ‘vida y en el hombre’, quisiera llegar a humanizarme totalmente, es la vocación de mi vida y en definitiva nuestra realización”. 

“Jueves 6 de agosto de 1970: El Señor está mostrando su rostro. Ese mundo mayor con el que soñamos, será realidad en la justa medida en la que seamos fieles a su llamado. Hay un grito desesperado que por nuestra cobardía muchas veces lo hemos ignorado o directamente acallado. Aquí sopesas todo lo que eso significa. De lo que estoy seguro es que nuestros hijos vivirán en un mundo mejor. Habremos cumplido con él. No hay amor más grande que dar la vida por los demás”

Luís Espinal Camps, asesinado en marzo de 1980, por los que meses después tomarían el poder mediante un golpe de Estado,  igual que Néstor Paz supo combinar la causa cristiana con la causa de un pueblo. En su libro Oraciones a Quemarropa le pedía a Dios: “Señor, danos valor para denunciar la injusticia y anunciar la esperanza”; “líbrame de la prudencia cobarde que me hace evitar el sacrificio y buscar la seguridad”;  “gastar la vida para entregarla a los demás”; “danos, Señor, un corazón fuerte para amar, grande para acoger a todos, y ardiente para seguirte a ti”.

Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado el 17 de julio de 1980, en vida demostró que se puede hacer política sin desprenderse de la ética, en base a principios valores y referentes éticos. Consecuente con estos referentes bioéticos defendió, hasta el último momento de su vida a los humildes, no obstante, su condición social.

Estos tres personajes tienen mucho en común, así su manera de interpelar a los poderosos y su forma de lucha haya sido distinta. Sus vidas deben servir de referente para los actuales protagonistas políticos.

Lanzo la pregunta inevitable a pocas horas de que asuman sus funciones, tanto en el gobierno como en el Congreso: ¿están dispuestos, cada uno de ellos, a imitar la conducta de estos grandes personajes? ¿A renunciar a sus intereses personales para consolidar los derechos de los demás? ¿Están dispuestos a hacer a un lado su ego? Si así lo hicieran sería una señal muy valiosa de que realmente quieren actuar de manera diferente a como lo hacía el MAS en el poder.

En una coyuntura histórica en la que el pueblo boliviano se convirtió en víctima de los buitres de la política, cuán importante es que los nuevos gobernantes y congresistas den señales claras de que sus actuaciones estén inspiradas en la obra de Gandhi, Mandela, Luther King, Néstor Paz, Luís Espinal o Marcelo Quiroga Santa Cruz.  Tienen la oportunidad histórica de rescatar la política de los buitres para otorgarle a este oficio un fin altruista en beneficio de la nueva Bolivia democrática.

Waldo Albarracín fue Defensor del Pueblo, presidente de la APDHB y rector de la Universidad Mayor de San Andrés.



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