Para varios intelectuales y pensadores de la realidad boliviana, lo nacional-popular tiene una cara auténticamente democrática y cargada de virtudes, mientras que –en palabras de Zavaleta, pero referidas sobre todo a los siglos XIX y XX–, lo “nacional-señorial” expresa lo no democrático, cargado además de defectos de la nación. Hoy, en el primer cuarto del siglo XXI, después de que 20 de los 25 años de este primer cuarto de siglo fueron del dominio político del MAS, estos dos polos de comprensión de la realidad han cambiado drásticamente.
1. Lo nacional-popular no es lo mismo que lo popular-nacional.
El concepto de lo nacional-popular es una categoría del análisis político comprometido con ciertos sectores sociales, mientras que lo popular-nacional es una descripción de lo existente como realidad integral y sintética de la nación compleja que es Bolivia.
Es decir, lo nacional-popular debe entenderse solo como movimiento político en acción, mientras que lo popular-nacional es la exposición del conjunto de aspectos territoriales, culturales, étnicos, organizativos, culinarios, lingüísticos, religiosos, etc., en que se expresan las identidades parciales como porciones de la identidad global de la nación boliviana.
2. El MAS-IPSP como expresión por excelencia de lo nacional popular.
Desde lo dicho entonces, desde inicios del siglo XXI y hasta este 2025, el MAS fue el movimiento político por excelencia que expresó de un modo privilegiado lo nacional popular, pues logró articular en un proyecto político enorme a casi la totalidad de la realidad y experiencia de lo que estamos llamando lo popular nacional. Pero, y esto es crucial para entender sus resultados tras 20 años de vida, para conducir esa articulación enorme tuvo que realizar las sumas y confluencias de varias ideologías y prácticas política provenientes de varias décadas atrás.
Por ello, recogiendo y unificando lo heredado de más de seis décadas, el MAS representó el summum de lo nacional-popular en lo organizativo, lo ideológico y cultural, caudal acumulado desde 1952, pasando por los supuestos aprendizajes del pacto militar campesino, la fracasada experiencia del Che, la fugaz asamblea popular de Juan José Torres, el desarrollo del katarismo y el indianismo, con sus vetas civilistas y violentistas como el EGTK, y –sobre todo– la ideología y práctica del sindicalismo piramidal y autoritario rural y urbano de la CSUTCB y la COB, proceso largo donde se insertaron los militantes doctrinales del partido comunista y otros de la izquierda radical.
3. Lo nacional-popular se disuelve y emerge lo nacional-ciudadano.
El MAS, en algún momento, logró abarcar en su acción política casi a la totalidad de componentes y significados internos de lo popular-nacional, incluyendo aspectos de la diversidad en pleno, expresada de modo estatal en el llamado Estado Plurinacional que en su diseño institucional hipercomplejo se hizo inmanejable para el propio núcleo de conducción del proceso nacional-popular o proceso de cambio, que terminó siendo derrotado por su propio carácter de exacerbación clasista y étnica, su centralismo y extractivismo inmediatista, su marcado autoritarismo, prebendalista y corrupción. Esto le está llevando finalmente a su disolución como movimiento político heredero de décadas de tradición e historia de una forma de ver lo popular de la nación, de una forma –no la única– de entender y dinamizar la sociedad boliviana cada vez menos compleja y más predecible.
Con la profunda crisis que está viviendo el MAS, ¿qué es entonces lo que queda de lo nacional-popular como movimiento político? El fin del ciclo del MAS implica también el agotamiento de su modelo económico basado en empresas estatales ineficientes y en el abandono de la agricultura minifundista del occidente del país, la finalización de su modelo institucional de del Estado Plurinacional, y el fin de su esquema de acumulación de riqueza en pocas manos por obra de la corrupción y minería ilegal.
Pero, aunque profundamente desencantada, lo que queda de lo popular-nacional es su gran riqueza cultural, social, étnica, regional, etc. Lo popular-nacional sigue vivito y coleando y, ahora en una democracia en desarrollo, deberá ser rearticulado a través de la identidad y movimiento político transclasista, transétnico y transrregional que se va consolidando: lo nacional-ciudadano.
Carlos Hugo Laruta es sociólogo boliviano.