Una vez más en nuestra historia se reproduce un círculo vicioso: como en todos los cambios que se han producido en el país desde la década de los 80 del siglo pasado, la población, en general, exige medidas a los nuevos administradores del Estado para pasar la transición entre lo viejo y lo nuevo. Pero, cuando se las promulga, de inmediato las cúpulas políticas, económicas, sindicales, cívicas (hay que agregar ahora los “influencers”) alzan el grito al cielo y, con diferentes grados de exigencia y radicalidad, piden su derogación, abrogación e incluso la renuncia de las nuevas autoridades que han asumido su responsabilidad estatal.
Si no fuera que esta gimnasia recurrente afecta el buen convivir ciudadano, hasta sería cómico ver a:
Unos panzones (como el suscrito) dirigentes sindicales anunciando una huelga general exigiendo no sólo eliminar el DS 5503 sino la renuncia del Primer Mandatario. O a dirigentes del transporte público (desde el local hasta el internacional) anunciando paros indefinidos y bloqueos generalizados para pescar en río revuelto y preservar sus intereses corporativos más allá de toda racionalidad.
Posibles futuros postulantes (y lamentablemente varios colegas míos) a candidatear en las elecciones subnacionales del próximo año criticando, algunos en forma naif, pero otros con arteras intenciones, este decreto.
Histéricos legisladores, hombres y mujeres, que claman por eliminar la pensión a expresidentes, reducir salarios en la administración pública, botar a todos los funcionarios públicos del largo período masista y otras sandeces.
A candidatos y sus adláteres derrotados en las elecciones generales y el balotaje, afirmando que el pueblo se equivocó por no haberlos elegido a ello.
Al Vicepresidente, que no atina una. Creyendo que por sacarse una foto en la que posa con voceros parlamentarios de varios partidos de oposición criticando al gobierno se podría hacer realidad su deseo de trasladarse del Palacio Vicepresidencial al rascacielos Presidencial, se sintió apabullado a menos de 24 horas de la sesión fotográfica, cuando les propuso ratificar esas críticas aprobando una resolución de condena al DS 5503 y no le aceptaron la iniciativa….
Por la contraparte, es necesario ver algunas limitaciones:
Incapacidad de explicar con claridad los alcances del DS 5503… y más bien caer en la trampa de circunscribirlo al tema de los precios de los hidrocarburos. Bien harían sus responsables en revisar cómo funcionó el aparato comunicacional del Estado en 1982, 1985, 1993 y 2006, años de las profundas transformaciones que se aplicaron en el país una vez recuperada la democracia
Anunciar pomposamente que no se tocará la norma, pero que hay disposición a dialogar… ¿sobre qué si no se tocará la norma, que, además y comprensiblemente, tiene también algunas contradicciones internas, omisiones o erradas conexiones que necesariamente se deben corregir?
Obviamente, la norma tiene principios básicos que en las actuales circunstancias son inamovibles, pero de seguro que hay campo para incorporar correcciones, aportes argumentados, demandas de distintos niveles insoslayables de atender, etc. Para esto es el diálogo.
Olvidar, en alguno de sus estamentos, que una clave de la victoria electoral del Presidente Rodrigo Paz ha sido su oferta de no alineamiento ideológico, preservando valores democráticos universales.
Desperdiciar la oportunidad de revalorar a la Asamblea Legislativa, pese a su vice nato y oportunistas legisladores con alguna experiencia, convirtiéndola en el escenario de un gran debate sobre el DS 5503, como se lo hizo en los años hito mencionados (salvo con Evo, que siempre la despreció), cuando los ministros del régimen defendían ante los representantes nacionales la norma. Además, así se podría romper ese círculo vicioso histórico, eliminado la violencia que siguió a un debate entre sordos.
En este campo, cobra tanta importancia como el DS 5503 la elección de los nuevos vocales del Órgano Electoral Plurinacional (OEP). Estamos corriendo el peligro de que nuestros actores políticos se aplacen una vez más tratando de coparlo. Ojalá que ese proceso culmine exitosamente y quienes resulten elegidos sean los postulantes más probos y no suceda, como se intentó hacer en 2001 y se hizo durante el régimen masista, que se ponga esta vital institución al servicio de intereses sectarios…
En fin, como sostienen los entendidos, estamos, una vez más, en un cambio de ciclo. El desafío es que tengamos la capacidad de que este proceso ayude a consolidar y proyectar la democracia con diálogo y autoridad democrática, condición sine que non para que podamos desarrollarnos con equidad y sostenibilidad, en un mundo cada vez más complicado.
Resumiendo, se trata de que seamos demócratas las 24 horas de los siete días de la semana.
Y siendo ésta mi última columna de 2025, le deseo una feliz Navidad y un mejor, mucho mejor 2026.
Juan Cristóbal Soruco es periodista.
