La acumulación de un camión tras el otro, la suma de horas que vuelven a esperar para calmar su incesante sed de combustible, marca el tic; mientras el tac del segundero se acompasa por la irrupción de voces que reclaman a los decisores que decidan. Los que reciben las demandas saben que es muy fácil publicar recomendaciones y trazar planes para quien no le toca asumir responsabilidades y costos de lo que vaya hacerse.
Qué difícil es, para los de arriba, dar pasos a través de un campo minado. Y más difícil todavía, para los de abajo, resistir cada mes con precios de alimentos que se quedaron anclados al nivel que treparon cuando las divisas se vendían al doble de lo que ahora cotizan.
Son esas tensiones las que marcan las grietas del paréntesis que se abrió desde la posesión del nuevo gobierno; de la ansiedad que produce el sentir que se haga lo que se haga, o se deje de hacer, se multiplicarán los descontentos.
La caída de los diques que todavía contienen el descenso de la capacidad adquisitiva de los ingresos populares hasta la mitad hará que cualquier alza de tarifas y de precios devore gran parte de lo que resta. Las muestras de impaciencia que están mostrando el rearmado de bloqueos en las filas de los surtidores de carburantes y las incitaciones a que no se demoren más “las medidas” son marcas de cambio de coyuntura.
Ocurre que, además de los nubarrones internos, la situación que nos rodea revela todas sus espinas con la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que deja por escrito lo que se vino anunciando con hechos y puede resumirse en la idea de que las fronteras continentales del imperio se extienden de polo a polo. Nos condena a ser súbditos o vasallos del poder absoluto ejercido por quienes se sienten amos inexpugnables.
Aquí no hay inocencia que valga. Al abrir las puertas a la policía imperial se las deja expeditas al acceso de tropas que componen la Fuerza Continental encargada de la nueva fase de la Guerra de las Drogas, que vuelve a usarse como estandarte central de reconquista.
Aquí, en casa, el equipo de actuales ministros busca guarecerse, al menos internamente, reproduciendo las sesiones ampliadas de gabinete que tenía el MAS con dirigentes de organizaciones sociales, sustituyéndolos con directivos de los sectores empresariales más agresivos.
La esperanza de obtener divisas y soluciones, al darles a tales grupos un rol central de poder, es tan fundada como diseñar una política de hidrocarburos con la expectativa de recuperar un puesto destacado como exportador de gas dentro de unos años. En ese tiempo Argentina habrá consolidado, con sus 800 trillones de pies cúbicos de reserva, su dominio del mercado, mientras que el planeta habrá ampliado el uso de energías alternativas.
Gestos como el apresamiento de una exdiputada masista se encaminan a distraer lo esencial, como lo denuncia el abogado del asesinado Marco Antonio Aramayo, quien teme que con ello se afirmará la impunidad de esa muerte y el masivo desfalco del Fondo Indígena.
El enfoque de la investigación judicial soslaya a exministros como Luis Arce y a los burócratas principales de organizaciones sociales que manejaban el directorio. La multiplicación de “comisiones de la verdad” devalúa su significado y posibilidades de conocer los hechos y ejercer justicia.
Tal inclinación también cristaliza con la lentitud o plena omisión de acciones respecto a las bandas que encabezaron el TCP (la última desde 2017 y la que la precedió) para fracturar el orden constitucional en beneficio del caudillo y su régimen.
Claro que no puede esclarecerse y solucionarse la montaña de problemas, económicos, ambientales, institucionales y tantos otros, mágica ni instantáneamente; pero la posibilidad de que la paciencia se estire y la tregua social resulte indefinida es solo un espejismo.
Las fórmulas tradicionales que van a usarse, la inconfundible orientación señorial y clasista que se ha dibujado como perfil, desde los inicios de la gestión y el supuesto de que lo tecnocrático resuelve los vacíos políticos y de estrategia, se pondrán a prueba, hoy o más tarde, porque el final de la tregua o paréntesis se está acelerando.
Roger Cortez es investigador y docente universitario.