Un directivo de una de las fracciones de la Federación campesina de La Paz, expresaba su expectativa-exigencia de que el flamante presidente nombre
“mínimo dos ministerios para las 20 provincias paceñas, como reconocimiento al voto que recibió de esta región".
El dirigente no se había enterado que: uno, el tiempo de los “gabinetes de las organizaciones sociales” ha pasado y, dos, que las actividades del Presidente Paz Pereyra vienen definiendo un rumbo que en nada conecta con las aspiraciones del sindicalista. La agenda del hoy Presidente constitucional, desde el día de su triunfo hasta su posesión, estuvo enfocada en visitas a Washington, con un especial énfasis en los contactos del gobierno estadounidense y a múltiples reuniones con agentes empresariales, particularmente con representantes corporativos del agronegocio.
La necesidad de ilusionarse que ha expresado la mayoría del electorado y la carga emocional y simbólica escenificadas en la posesión del Presidente y Vicepresidente pueden dificultar que llegue a precisarse el contorno y la proyección de la ruta escogida por la nueva administración, Pero, los dos hechos señalados, algunos anuncios presidenciales y la composición de su gabinete despejan incógnitas.
Por ejemplo, “abrir Bolivia al mundo” se perfila como una elección de ubicación internacional subordinada al crudo hegemonismo de Donald Trump, enemigo declarado del multilateralismo. La urgencia de contar con un socio que apoye las gestiones para obtener recursos financieros se ha impuesto sobre cualquier otra.
La cuestión es que el elegido, no aspira a socio sino a patrón, de modo que mientras atropella sin consideración inclusive a sus más cercanos aliados (Canadá, Unión Europea) anuncia el despliegue de una presencia armada en nuestra región, reavivando e intensificando la
guerra de las drogas, bajo la etiqueta de “enfrentamiento con el narcoterrorismo”, como guía de sus alianzas y acuerdos continentales.
Trump ha dejado claro que
no dará ayuda a nadie sin cobrar y los precios serán exorbitantes (si lo dudan pregunten a Ucrania). Sería una ingenuidad excesiva y letal suponer que gestos y declaraciones de amistad pueden alterar el relanzamiento de una hegemonía imperial que aspira ser única e indisputada, mediante el uso directo de la fuerza económica, de comunicación o militar.
En lo interno, más allá del ajuste liberalizador que está punto de desplegarse, la composición del equipo de ministros enseña que se experimentará una versión -posmoderna podría decirse- del “entronque histórico” ensayado el siglo pasado. En ese momento era entre el nacionalismo revolucionario y el Movimiento de Izquierda revolucionaria (MIR). Hoy, los convocados son el agronegocio, como protagonista empresarial, técnicos políticos, provenientes del antiguo mirismo y del círculo inmediato del presidente, así como técnicos económicos, en calidad de préstamos o pases de la Alianza Unidad y la cooperación internacional. Y, desde luego, con el costado más sensible y complicado que expresa la amplia representación electoral que encarga al vicepresidente Lara ser portador de sus anhelos.
Una de las características más notorias de la tradicional escuela de la que provienen los cuadros políticos del Ejecutivo es una inigualable agilidad y flexibilidad táctica, también ahora exhibida por el Primer Mandatario al improvisar un encuentro con empresarios alteños pocas horas de la gran cita empresarial del viernes 7 de noviembre en Santa Cruz. Estas cualidades salvan de apuros, pero no suplantan a una estrategia capaz de aglutinar efectivamente al conglomerado de sujetos, actores, intereses y sectores indispensables para superar todos los frentes críticos y encaminarlos en una dirección pactada, lo que va mucho más lejos de usar la frase de “Gran Acuerdo”.
Esta falta de horizonte estratégico se advierte, entre otros aspectos, en que el “capitalismo para todos” supone liquidar los territorios indígenas y las tierras comunitarias de origen (TCO), descuartizándolos en parcelas individuales que desaparecerán rápidamente, mediante el pago de centavos que están dispuestos a gastar los traficantes de tierras (el mayor de los tráficos desarrollados durante el régimen del MAS).
Se cercenará así una parte de la base material de un auténtico modelo alternativo de desarrollo, arrojando a miles de familias indígenas a las ciudades y liquidando salvaguardas de nuestros bosques y la biodiversidad del país, aunque se propagandice un “gobierno verde”.
Los vacíos y errores iniciales de la nueva gestión pública, o la trastornada demanda corporativista de ministerios, exponen que ni los resultados electorales magnificados por la aplicación del balotaje, ni el retorno del bloque de poder anterior, parchado con la presencia de expertos, resuelve la descomposición del sistema de representación, o construir un proyecto que supere la visión del régimen que implosionó y la del desplazado previamente.
Roger Cortez es docente e investigador.