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Surazo | 25/12/2025

El triunfo del Grinch

Juan José Toro
Juan José Toro
Esta Navidad está irremediablemente dañada.

Aunque el Gobierno ha decretado un feriado largo, no se puede viajar a cualquier lado ya que algunos lugares del territorio nacional son afectados por los bloqueos de la gente que dice que exige la abrogación del Decreto Supremo 5503 que, entre otras cosas, dispuso suspender la subvención al precio de los carburantes.

Y pongo “dice” porque dudo que el pedido de abrogación parta de los bloqueadores. Todos los sondeos honestos -realizados mayoritariamente en las redes sociales- demuestran que el levantamiento de la subvención es una medida que tiene apoyo popular. Es cierto que se ha producido una innegable inflación -puesto que todo ha subido bruscamente-, pero el efecto ha comenzado a ser asimilado a la par que los gobiernos municipales están negociando el incremento a las tarifas del transporte público.

Contrariamente a lo que pregonaron los dirigentes de la cooptada Central Obrera Boliviana y las organizaciones sindicales controladas por el MAS, las protestas no son nacionales ni masivas y solo son contundentes en determinadas regiones. Más aún: la cantidad de bloqueos bajó desde su inicio y, hasta el martes, se concentraban en Chuquisaca.

Es muy probable que el día de Navidad ya no haya bloqueos, pero también existe la posibilidad de que se reinstalen a partir del viernes por una razón: esas presiones no son expresiones de protesta popular, sino los efectos de acciones que buscan desestabilizar al gobierno de Rodrigo Paz. 

Se ha advertido que hay gente que participa en más de una protesta y eso hace suponer la existencia de esquemas de pago. Si se paga por bloquear, habría que determinar de dónde viene el dinero, pero, mientras tanto, lo más lógico es que habrá gente que se anime a hacerlo, aunque eso signifique arruinar su Navidad o Año Nuevo. 

Por eso es que estas fiestas se han dañado: porque, además de sobrellevar el peso de las medidas aplicadas por el gobierno, hay que tolerar a los bloqueadores.

El Grinch es un personaje ficticio creado por Theodor Seuss Geisel que no odia la Navidad, sino la conducta de la gente que hace de esta fiesta un motivo para el alboroto. 

Si el bicho verde existiera, estaría feliz en Bolivia porque aquí hay gente que hace alborotos y ha logrado arruinar la Navidad y, ante ese hecho, cabe preguntarse si en nuestro país no tenemos un Grinch real; es decir, un personaje capaz de hacer cualquier cosa para satisfacer su ego, incluido el sabotaje de la Navidad.

Si analizamos las tendencias de quienes están bloqueando y exigiendo la renuncia del presidente Paz, entenderemos que quienes bloquean no son precisamente del MAS, sino los “evistas” y así entenderemos que el Grinch boliviano es el individuo que está en el Chapare, ocultándose detrás de un enorme escudo humano para evitar que se lo ponga frente a la justicia con el fin de responder a las acusaciones de estupro que pesan sobre él.

Ese Grinch ha logrado arruinar la Navidad no solo por los bloqueos, sino porque ha puesto en funcionamiento una máquina de sabotaje cuyo objetivo es lograr que Rodrigo Paz renuncie a la presidencia. Si eso ocurre, quien ocuparía su lugar sería Edmand Lara, que ya se ha declarado expresamente opositor. Se entiende, entonces, de dónde viene la cosa y por qué el excapitán ha estado actuando como lo hizo, igual que un enajenado que no mide el alcance de sus actos.

Hay una conspiración en marcha y por eso existe el temor de que no solo se arruine la Navidad, sino los próximos días del país.   

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.


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