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Sociedad | 15/02/2024

Mientras estuvo perdido, soldado Cota trabajó como pastor para poder comer y conseguir dinero

Mientras estuvo perdido, soldado Cota trabajó como pastor para poder comer y conseguir dinero

El soldado Marcelo Cota en entrevista con la red Unitel (Foto: Unitel)

Brújula Digital |15|2|24|

De los 31 días que el soldado Marcelo Cota estuvo desaparecido, más de la mitad de ese tiempo trabajó como pastor para tener comida y techo, además para conseguir dinero con el que pago su traslado a la población orureña de Sabaya donde se encontró con su padrino, con quien llegó a la ciudad de Oruro, informó el comandante de la Policía de Oruro, coronel Rodolfo Hurtado.

“El soldado relató que despertó en un cerro alejado, caminó varios días tomando orín y comiendo pasto, llegó a una casa donde un comunario lo atendió y trabajó de pastor. Después de dos semanas le pagó mil bolivianos y se fue a Sabaya en busca de su padrino, con quien se trasladó a la ciudad de Oruro”.

El coronel Hurtado dio a los medios un resumen sobre el caso atendido el sábado 10 de febrero, cuando el soldado, acompañado por su abogado se presentó a esa instancia policial para dar su declaración.

“Indicó que en el puesto militar fue agredido por varios soldados, incluido su sargento, y habría perdido el conocimiento por un golpe en su cabeza”.

Cota, de 23 años, desapareció el 10 de enero del puesto militar de La Queca, en la frontera con Chile. Las primeras investigaciones indicaban que en el puesto militar hubo un conflicto bajo la influencia del alcohol. Al día siguiente, el soldado ya no estaba y su instructor intentó hacer creer que había desertado. Sin embargo, otros conscriptos declararon que vieron al oficial llevando un saco celeste, presuntamente con el cuerpo, en una moto y dirigiéndose hacia la frontera chilena.

Huérfano de padre y madre, el conscripto, quien accedió a una entrevista con la red Unitel, develó que al principio no recordó nada, “ni de mi nombre me acordaba”, pero a medida que caminada por el cerro los recuerdos volvieron a su memoria y tras una semana de deambular por el campo llegó a recordar los nombres de sus familiares y personas cercanas.

Con la cabeza cubierta y un barbijo en la boca habló tímidamente sobre las aspiraciones que tenía antes de ingresar al cuartel, se mecánico de autos, sueño que fue truncado porque ahora tiene miedo de estar en la calle y que algo le pueda pasar.

“Pido que se haga justicia, tengo temor de que algo me pueda pasar. Incluso tengo miedo cuando veo pasar a personas con uniforme”, relató con voz entrecortada.

Dijo que en el cuartel recibía amenazas constantes y agresiones.

“Incluso amenazas de mis sargentos en ocasiones. A veces, no sé, muchas veces había una razón cuando tal vez de mal humor el sargento venía y ahí empezaba así, con algunas palabras, tratos, y también parte de mis camaradas igual”, dijo a Unitel.

RBD/WPS/JA



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