La economía está devastada, las instituciones han sido debilitadas, la democracia ha sido reducida a un formalismo sin equilibrio de poderes, la inversión privada está asfixiada por un Estado monopólico y extractivista.
Brújula Digital|18|02|25|
Javier Torres Goitia
Bolivia enfrenta un momento crucial. Hace casi 22 años, la democracia fue secuestrada por un modelo de derroche, prebendalismo y captura del Estado. Lo que pudo ser un país con futuro se convirtió en un fracaso absoluto.
¿Cómo llegamos hasta aquí? El MAS impuso un sistema basado en la dependencia y el control estatal. Millones de bolivianos fueron atados a un modelo de prebendas insostenibles, donde el clientelismo reemplazó la meritocracia y la economía se debilitó bajo el peso del gasto desmedido.
Hoy, la realidad es evidente: La economía está devastada, las instituciones han sido debilitadas, la democracia ha sido reducida a un formalismo sin equilibrio de poderes, la inversión privada está asfixiada por un Estado monopólico y extractivista.
Pero no nos engañemos: aún hay un 25-30% de la población que cree en el MAS. No porque funcione su modelo, sino porque han sido mantenidos en un sistema de dependencia que los hace vulnerables y temerosos del cambio.
A pesar de todo, hay señales de esperanza. Incluso el delfín del MAS reconoce que el modelo ha fracasado. Cada vez más bolivianos entienden que este sistema solo ofrece crisis y pobreza. Es el momento de reconstruir el país sobre bases sólidas.
Estos son los dos grandes desafíos: Elegir un candidato con un plan sostenible y una visión clara de recuperación. Construir gobernabilidad con instituciones fuertes, un Congreso representativo y una ciudadanía activa.
No hay magia para recuperar la economía: necesitamos inversión y producción. Mientras más dure este modelo fallido, más difícil y traumática será la reconstrucción. La clave está en la gente: hablar, debatir, despertar conciencias y movilizarse. El MAS nunca buscó que los ciudadanos sean independientes.
El futuro de Bolivia depende de quienes creen en el cambio y están dispuestos a luchar por él. Bolivia ya se unió en 2016 y 2019. ¿Por qué no ahora? El cambio es posible, pero solo si lo exigimos.
Javier Torres Goitia fue ministro de Salud y Deportes.