¡Qué mejor esta fecha dirigirme a vos mi querido joven y estimada señorita, el día de la primavera, de la juventud, de todos ustedes, que irradian vida, energías, fuerza, ingenuidad y tremendas ganas de devorar la vida a cada instante!.
Un sabio indígena le decía a su nieto: toda persona tiene dos lobos en su interior, tanto los niños, jóvenes y adultos. Dentro de vos y de tu papá viven el lobo malo, que es flojo, feroz, indisciplinado, vicioso, egoísta, vanidoso. Y vive también el lobo bueno, que es bondadoso, inquieto, curioso, solidario, estudioso, conversador.
El nieto piensa y pregunta: “¿abuelo, quién gana, el lobo bueno o el malo?”. Esos ojos brillan de curiosidad, por conocer la respuesta del anciano sabio.
El abuelo le contesta: “Depende a quién vos alimentes, mi hijo”. El nieto se queda en silencio y a partir de ese momento se propuso alimentar a su lobo bueno.
Así es jóvenes de Bolivia, ustedes están en el centro de las tormentas sociales que se desatan en cada una de las regiones de este país, pero para afrontarlas no hay recetas mágicas ni dotarse de los superpoderes o suministrarse drogas o estimulantes para superar los problemas y las taras de esta sociedad que cada vez se va hundiendo más, sin perfilar oportunidades y puertas abiertas a sus inquietudes y preguntas.
Pero ustedes tienen la enorme capacidad de la adaptación, de la lucha, del esfuerzo y de alzarse en medio de las cenizas que algún fuego destruyó a su paso algunos vestigios de esperanzas y de caminos que estaban por transitar. Quizás pensarán que Bolivia no es para ustedes, prueba de ello, es que muchos jóvenes profesionales decidieron marcharse a otros países, buscando un mejor futuro y seguridad a sus pretensiones laborales y de construir familias. El Quijote de la Mancha le decía a su escudero Sancho: “La libertad, mi querido amigo, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Cada uno es artífice de su aventura”.
Hoy Bolivia atraviesa serios y graves problemas, no solo esos que vemos en los noticiarios, sino otros que no se informan mucho, pero que están corroyendo los cimientos de la convivencia social: las violencias de las que ustedes son protagonistas, tanto como víctimas como participantes directos; el alto consumo de drogas y de alcoholes, motivados por alguna decepción o por las presiones del entorno de amistades; la falta de fuentes laborales dignas, sin tener que arrodillarse ante algún poder político o de reverencia hacia algún caudillo; la discriminación de que son objetos por no contar con la edad o los requisitos de años ante alguna convocatoria para ocupar puestos de trabajo; la prensa hablan de ustedes cuando cometen alguna fechoría o delitos, en fin, son tantos pero tantos los conflictos y dudas que se presentan en tu diario caminar.
Les decía que no hay recetas mágicas ni substancias médicas o alucinógenos para hacer frente a la realidad, ese monstruo que está ahí al frente de cada uno de ustedes, pero hay una opción que no tiene mucho costo ni esfuerzo adicional, solo la decisión y la paciencia de asumirla: jóvenes lean una hora diaria, lean un libro de filosofía, novelas, cuentos, poesías, ciencia, o de lo que ustedes vean convenientes o sea de su agrado.
Les recordaba esa invitación del Quijote: cada uno es artífice de su propia aventura. Así es jóvenes, solo ustedes van construyendo ladrillo a ladrillo sus senderos, sus aventuras, pero fortalecidos por los valores y toda la formación que les dieron sus familias y la escuela.
Les cuento dos historias reales, las que delatan ese empuje de la esencia de ser joven: Ana Frank, la niña que vivió junto a su familia encerrada en el ático de su casa durante tres años ocultándose de los nazis, ese tiempo lo aprovechó escribiendo uno de los libros más conmovedores y bellos: su diario. “Quiero seguir viviendo después de mi muerte”. Ella sigue vive a más de 80 años después.
Seguramente habrán escuchado o visto la historia de Frankenstein, ese monstruo, creado por un loco científico en 1818; fue producto de la poderosa imaginación de una señorita, Mary Shelley, que a sus 17 años escribió el libro “Frankenstein o el moderno Prometeo”.
Ahí tenemos a dos adolescentes que se lanzaron al mundo tras su aventura y siguen vivas con sus inmortales obras. Así que anímate a seguir los pasos de Ana Frank y Mary Shelley, ponen en juego tu innata capacidad de la creatividad y de la imaginación, niveles que son alimentados por la permanente lectura.
Hernán Cabrera M.
@brjula.digital.bo