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De media cancha | 15/10/2025

Sobre el debate presidencial

Diego Ayo
Diego Ayo

Sobre el debate presidencial

Quiero comentar lo que he visto en el debate presidencial y lo que yo veo y he podido ver con la “excusa” del debate. Lo hago en un décalogo de puntos. 

1.  ¿Fue este debate la contracara del debate vicepresidencial? Sí, claro que sí, pero no tanto. Este debate logró mejorar la lectura de Rodrigo tanto como la memoria de Tuto. Aquel leyó por minuto de cuatro a seis temas a ser tocados por su gobierno y éste alcanzó una cifra menor de temas, tratando febrilmente de recordarlos, aunque abrumó igualmente con información detallada. Fue un Alasitas electoral: pequeñeces recitadas por equecos presidenciales. Por ende, pasamos de la emoción sin razón del debate vicepresidencial, a la razón sin emoción del debate presidencial. Pasamos de la “locura” anómica de la semana previa al hermetismo de escasa imaginación de ésta.

2.  ¿Fue un debate entre adversarios casi irreconciliables? No, todo lo contrario: ambos soltaron sus respectivos manuales de menudencias hipertécnicas casi estableciendo un acuerdo que no hay, pero podría haber. Tras dos décadas de imposibilidad de dialogar y pactar, acostumbrados a riñas señeras, pasamos a una peleíta mediática sonora, pero de aguda afinidad programática. ¿Preludio de un pacto? Rodrigo lo dejó en claro: si pierde, apoya. Tuto enmudeció en un tema indispensable para solventar la estabilidad demandada. En todo caso, de las metralletas irreconciliables del masismo pasamos a una riña de futbolín. Es una buena noticia: adversarios, no enemigos.

3.  ¿Terminó, entonces, la enemistad promovida por el masismo? No plenamente. Estamos a milímetros de pasar de la “guerra fría” del masismo a un guerra menos fría y fragmentada. O sea, del masismo como reclutador de lo indígena, occidental y rural frente a lo no-indígena, oriental y urbano, pasamos a un escenario menos dual. Un escenario menos polarizado. La “guerra fría” que duró dos décadas no ha desaparecido y la exigencia institucional de la segunda vuelta reanuda la polarización, pero ya no con la agresividad de 2005-6. ¿Cuál es la explicación? Los dos actores que empujan el futuro (in)mediato de Bolivia, la burguesía agroindustrial del oriente y la burguesía andina de occidente, no son (tan) dispares. Ambas se unen en torno al mercado. Ambas se funden en la posibilidad de instalar un modelo que las beneficie. El mercado anula distinciones o, al menos, las debilita. Rodrigo representa, al menos en esta elección, a estas élites andinas y Tuto a aquellas orientales. Tenemos la posibilidad, inédita en nuestra historia, de jalar a todo un país evitando privilegiar a las burguesías agroindustriales como de 1985 a 2005 o a las burguesías andinas como de 2006 a 2025. 

4.  ¿Cómo se va a reestructurar el capitalismo de acuerdo a los candidatos? No lo sabemos. Sabemos que hay un nuevo modelo en ciernes: aquel del “capitalismo para todos”. ¿Qué es eso? Hubo dos momentos históricos fundamentales en nuestra historia desde 1985, aquel del capitalismo de mercado/transnacional a un capitalismo de mercado/estatal. ¿Qué faltó en ambos modelos? El capitalismo neoliberal dejó fuera a los pobladores de clase media y clase baja, mientras el capitalismo estatal privilegió un modelo ilegal de las “burguesías” del oro, cocaína, contrabando y demás. Este nuevo capitalismo incluye a esos pobladores de clase media y baja (desde el vendedor de llantas hasta el taxista), de un lado, y fomenta a los legales (aquellos constructores y/o profesionales alentados por los recursos de aquel mercado ilegal), del otro. Es, o pretende ser, un capitalismo democrático y legal. Es un acierto comenzar la reflexión sobre ese potencial nuevo capitalismo. Al menos ya es positivo dejar de oír aquello de “el modelo de socialismo del siglo 21” y construir un capitalismo en serio y ¡para todos!

5.  ¿Qué se prometió en el ámbito de la descentralización? Recordemos que el MAS destruyó cualquier atisbo de descentralización. Sin embargo, los candidatos se restringieron a la racionalidad de mercado proponiendo los ya famosos 50/50 o 63/37. Conviene recordar que la descentralización no es solamente un mecanismo fiscal. El 50/50 no puede ser una repartija de dinero hacia los entes subnacionales sin que medie una idea menos numérica. Una idea menos ligada al dinero. Es una réplica del centralismo masista con guantes blancos: ellos se robaron el dinero centralizándolo, ustedes manéjenlo como quieran, pero desde los municipios y gobernaciones. ¿Comparto la tesis? Me parece crucial recomenzar la descentralización y que ésta tenga más plata, pero eso es sólo el inicio. ¿Vamos hacia autonomías económicas?, ¿fomentamos mayor inversión concurrente?, ¿creamos conglomerados metropolitanos?, ¿cómo recuperamos a los mercantilizados gobiernos municipales?, entre otros temas absolutamente ausentes. 

6.  ¿Qué viene después de los primeros 100 días de gobierno? Yo creo que los candidatos creen en sí mismos, pero eso no basta. ¿Cómo es que un líder crece o se hace más grande? Putin no solamente buscó mejorar la situación económica, buscó ser la reencarnación de los emperadores zaristas. Su régimen es el retorno del zarismo. ¿Evo lo hizo? Sí, Evo era Tupak Katari renacido. Evo representaba el regreso de la grandeza imperial precolonial. Lo mismo promueve Trump augurando la vuelta de la “América gigante” (“make America great again”). China juega con el pasado y el futuro: habla de la civilización china y del futuro tecnológico de la China del siglo 21. ¿Cuál es nuestra visión? No puede ser sólo una visión de los primeros 100 días de gobierno. Los candidatos se han mostrado como gestores hiperracionales, cuyo futuro está ligado a la solución de la crisis trayendo o no trayendo dólares. ¿Basta? ¡No! ¡Necesitamos la recuperación del sueño! Necesitamos una visión promisoria del futuro además de la pléyade de “plancitos” propuestos.

7.  ¿Va a quedar estas propuestas intactas y listas a ser implementadas? No, claro que no. El gobierno que asuma las riendas de nuestro destino va a estar compuesto de los partidos más votados en la elección presidencial. Ergo, va a tener que pactar y, al hacerlo, va a tener que ceder una porción de su plan. Hubiese sido indispensable que preguntaran a los candidatos sobre el plan del adversario: ¿qué les parece el plan de quien está al frente? Esta interrogante es crucial. Tras dos décadas de ninguneo del rival considerado un enemigo mortal, era crucial ver si en el debate podía haber algo que “copiar” del candidato rival. ¿Ingenuo? Lo dudo, se podía adoptar ideas ajenas criticándolas: “es pertinente lo que plantea Rodrigo, pero lo mejoraríamos de este modo”. No lo hicieron y convirtieron el debate en un soliloquio que ignora los puntos en común que deben darse.

8.  ¿Han hablado del “día después”? No. Se van a tomar medidas duras como subir el precio del dólar o la gasolina afectando a la población. ¿Despidos? No lo sabemos, pero un sector público con aproximadamente 600 mil funcionarios no es sensato. ¿Más créditos aun sabiendo que la deuda interna ya es de 14 mil millones y la deuda externa tal vez supere ya los 30 mil millones? No hay duda: debemos importar gasolina y diésel y eso sólo puede lograrse con dólares. Hay un largo etcétera, pero me limito a decir lo que cabe decir: Evo no está muerto o si lo está tiene la oportunidad de renacer una vez se inicien las políticas económicas “dolorosas”. ¿Era pertinente decirlo en el debate? No, pero si advertir al país que nada será fácil. Quedarse callados cuando se habla de los subsidios pone en evidencia este riesgo (¡ya no sabemos si lo subsidios se van o se quedan!). ¿Peligroso silencio? Sí, ya lo dijo el Banco Mundial: decreceremos un 0,7 este año, el 1,1 en 2026 y el 1,7 en 2027. Todo eso queda lejos del maquillaje expuesto. El MAS (o como se llame) y Lázaro, pueden revivir.

9.  ¿Qué dice el lenguaje gestual sobre los contendientes? Ya sabemos que el gran debate entre Nixon y Kennedy tuvo dos ganadores: aquellos que escucharon el debate por radio, dijeron que Nixon fue el ganador, pero quienes vieron el debate por televisión, dijeron que Kennedy fue el ganador. En el debate vimos a un Tuto ¡sin corbata! y cansado. El candidato usa la corbata hasta para ir a una salteñada en domingo y no parecía sensato verlo sin ella. ¿Perdió una porción de su identidad? No lo sé y tal vez argumentarlo sea exagerado, pero si a esa seña añadimos su agotamiento, Tuto no pareció estar a la altura del Tuto al que estamos acostumbrados. Sabemos que en su equipo lo ven como Messi y nadie se atreve a criticarlo. Eso no es bueno. ¿Rodrigo recibe críticas? No lo sé, pero parecía más fresco y elegante. 

10.  ¿Salimos del extractivismo? No, ni se lo mencionó. En un país que se queda sin gas, el problema no es ya que sigamos siendo extractivistas, sino que no lo seamos. ¡Por favor dependamos de los recursos naturales! Sin embargo, no se dijo nada de eso. ¿En cuánto tiempo tendremos nuevas reservas de gas? Ese es el tema, añadiendo la posibilidad de debatir sobre un futuro de recursos naturales adecuadamente explotados: ¿cómo reactivamos la exploración del hierro del Mutún, del cobre de Coro Coro, del oro (para todos los bolivianos y no sólo para una oligarquía cooperativista), del litio y un largo etcétera? Esto debió quedar claro. La vergüenza por el extractivismo es absurda. Mejor sincerarnos y saber lo que tenemos, está ahí y puede ayudarnos. 

Diego Ayo es PhD en ciencias políticas.



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