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Catalejo | 21/11/2025

Para desarrollarnos, destrucción creativa

Iván Finot
Iván Finot

El Banco Mundial anuncia que el PIB de Bolivia, después de haber aumentado sólo 0,7% en 2024, en 2025 disminuirá en -0.5% y la caída seguirá: -1,1% en 2026 y -1,5% en 2027 (ANF 2025/10/07), algo similar a lo generado por también por el estatismo, pero el de los años 70 del siglo pasado, cuando la crisis de la deuda hizo que el PIB por habitante cayera -13,2% en 1980 y -11,5% en 1981, y volviera a caer en 1983 y 1986 (Datosmacro.com 2025/10/19). Sólo a partir de 1987 la economía empezó a recuperarse, gracias a la Nueva Política Económica iniciada en 1985, pero lentamente, debido a que había que pagar la deuda contraída para financiar el modelo fracasado.

Se puede prever que va a ocurrir algo similar en los próximos años ya que, nuevamente, “Bolivia es uno de los países en desarrollo más endeudados” (Datos mundial.com 2025/10/19) y después de que, entre 2000 y 2022, nuestro PIB por habitante a precios constantes aumentara en 53,2%, ahora tiende a bajar. En cambio, en Vietnam, que cuenta con escasos recursos naturales, y donde el mismo indicador en el 2000 no llegaba al 67% del de Bolivia, en el mismo período éste casi se triplicó: creció 190% (Maddison 2023), y seguirá creciendo.

¿Por qué nosotros no podemos progresar? Porque seguimos aferrados al extractivismo y, peor, al estatismo. Que esta nueva crisis sea una oportunidad para cambiar: creemos las condiciones para poder crecer autososteniblemente sobre la base del emprendimiento, la innovación y el conocimiento, y que tod@s tengan igualdad de oportunidades para prosperar.

Para lograrlo ya lo hemos sabemos debemos cambiar nuestras instituciones: las “reglas del juego” del interrelacionamiento entre nosotros y cómo se hace cumplir estas reglas. Y nuestro problema fundamental consiste en que aún no hemos logrado superar las instituciones extractivas heredadas, que han configurado en gran parte las que prevalecen hasta ahora, como informales, en el 85% de la población económicamente activa.

Y no sólo no hemos logrado superar esas instituciones sino más bien hemos aumentado los obstáculos para desarrollarnos al haber copiado las instituciones formales de otras realidades: los códigos napoleónicos y la Ley General del Trabajo, y las legislaciones subsecuentes. El resultado no ha sido el desarrollo ni la justicia social sino el incremento del rentismo la búsqueda de ingresos que no dependen del trabajo por parte de quienes controlan el poder político, siendo un buen ejemplo el caso del último secretario general de la COB, que se disfrazaba de minero (con un casco flamante) cuando ejercía tales funciones.

¿Qué hacer? - El objetivo “capitalismo para todos” es correcto. Para lograrlo hay que tomar en cuenta las instituciones informales vigentes mayoritariamente en nuestra economía, restringir lo que conduce al rentismo y favorecer lo que facilita la “destrucción creativa”, en los términos de los premios Nobel en economía de 2025, Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howit.

¿En qué consiste la destrucción creativa? Es exactamente lo opuesto al rentismo: en economía la inercia no existe, o se crece con innovación y emprendimiento, facilitando la apertura y el cierre de empresas, o se decrece. En nuestro caso, para que empiece a haber innovaciones importantes tenemos que cambiar la educación: partir sí de la comprensión del entorno inmediato como lo planteó en el siglo pasado la Comisión Episcopal de Educación pero no quedarse ahí sino abrir la mente de los estudiantes y que todos tengan igualdad de oportunidades de alcanzar al desarrollo científico y técnico contemporáneo, y volcarlo en innovaciones. Y la única manera de lograr este objetivo es estimular la competencia entre profesores, establecimientos y estudiantes. Bolivia ya destina un porcentaje relativamente elevado de su gasto público a educación, lo que más se requiere son cambios cualitativos, no cuantitativos.

Pero no tenemos que esperar a que haya más bolivian@s altamente calificad@s para crear las condiciones del “capitalismo para todos”: sobre la base del estricto respeto a la propiedad privada y pública (el medio ambiente) se debe formalizar las instituciones aún informales que estimulan los emprendimientos legales de toda dimensión y restringir las formales e informales que fomentan el rentismo. Al fin tendríamos instituciones inclusivas que favorecerían a las grandes mayorías, como las que Acemoglu D. y Robinson J. (2014) descubrieron que predominan en las naciones que triunfan.

Iván Finot es economista, especializado en descentralización y Desarrollo.



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