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Interfaz | 26/11/2025

Nacer, resucitar, perdurar

Edwin Cacho Herrera
Edwin Cacho Herrera
Quién diría. El nuevo ciclo político en Bolivia no solo tiene como característica central el derrumbe del MAS, partido que en las dos últimas décadas condenó al resto de las fuerzas políticas a la periferia del campo de disputa ideológica, ostentando su hegemonía en ámbitos formales como el Legislativo, con los dos tercios de votos, y en la sociedad misma con la cooptación y la división de los sectores. 

El nuevo ciclo político, abierto este año, parece que también tiene entre sus rasgos distintivos el retorno de los partidos que en la época neoliberal conformaron el trípode de la política nacional.

Sería un error trasladar linealmente esa configuración a la actualidad, pero indudablemente hay señales que hacen pensar en una especie de restauración.

Quién diría. El Movimiento de Izquierda Revolucionario, fundado hace 54 años por Jaime Paz Zamora y llevado al panteón de los partidos políticos en 2006, ha resucitado casi 20 años después, coincidentemente con la llegada de otro Paz a palacio de gobierno: Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente (1989-1993) y líder del mirismo en todas sus etapas. 

Será motivo de otros análisis saber si Paz Pereira será políticamente la continuación de Paz Zamora en el liderazgo partidario. De hecho, tiene su propia agrupación denominada Primero la Gente. Sin embargo, el uso del himno partidario de los 80 y los colores naranja y azul, además de la reaparición del “gallo combativo” en la campaña electoral 2025, y la presencia de miristas en ministerios clave y en el equipo de asesoramiento político del nuevo Presidente muestran al MIR “recargado”.

A los Paz y compañía les viene bien la resucitación del MIR porque en el PDC existe la comprensión de que será prescindible en cualquier momento y que, por tanto, debe aprovechar su condición de “partido de gobierno” para ampliar su presencia en las elecciones subnacionales. Ya hizo saber que la sigla está disponible para quienes buscan disputar las 9 gobernaciones y las 340 alcaldías con centenares de curules de asambleístas departamentales y miles de concejales.

Quién diría. Otro partido importante entre los 80 y 90: Acción Democrática Nacionalista, fundado por Hugo Banzer en 1979, después de haber encabezado una cruenta dictadura militar entre 1971 y 1978, está sentenciado a muerte, aunque se aferra a la justicia constitucional para mantenerse con respiración.

Convertido en demócrata, Banzer llegó a la Presidencia por voto popular en 1997, extendió el período presidencial de cuatro a cinco años, pero no pudo concluir su gestión por un cáncer que terminó con su vida. 

El vicepresidente Jorge Quiroga Ramírez culminó el mandato vía sucesión constitucional y, a partir de ese entonces, intentó reiteradamente volver a la Presidencia haciendo alianzas y representando a varios otros partidos. Este año estuvo a un paso de conseguir su objetivo. Llegó a la segunda vuelta con la alianza Libre, fruto de acuerdos con el FRI y Demócratas de Rubén Costas. 

Volvió a fracasar, pero en medio de la campaña electoral inició trámites para convertir a Libre en un partido de alcance nacional, eso que tanto se le ha reclamado a Tuto Quiroga para que deje de buscar siglas de alquiler en cada evento electoral.

Libertad y República (Libre), el partido que nació oficialmente el 21 de noviembre de 2025, tratará de liderar la derecha boliviana, en una suerte de renovación política y programática de ADN.

Libre no puede participar en los comicios regionales, pero buscará caminos que le permitan estar presente en el nuevo proceso electoral. 
Luego de posturas divergentes, desde el Tribunal Supremo Electoral se afirmó que el MIR podrá participar en las regionales si cumple tres requisitos, entre ellos el pago de una multa actualizada que en 2006 bordeaba los 300.000 bolivianos, mientras que Libre y otras organizaciones que consiguieron sus personalidades jurídicas después del 22 de agosto -90 días antes de la convocatoria a elecciones- están restringidos de hacerlo, una verdadera injusticia con la democracia.

Quién diría. El tercer partido del antiguo sistema solar, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, no perdió su personalidad jurídica ni quedo al borde la extinción durante el reinado del masismo. Sin embargo, decidió no participar en la elección nacional de este año evitándose los líos propios del alquiler de su sigla a candidatos que incluso hubiesen tenido diferencias ideológicas insalvables con el nacionalismo revolucionario.

No fue una decisión fácil porque corrió el riesgo de que sus dirigentes de base y militantes hayan cambiado de bando buscando oportunidades.

¿Serán las elecciones subnacionales el momento de la reaparición del MNR? Se sabe de intensas reuniones internas en las que debaten la idea de irrumpir en marzo con candidatos propios o apoyando postulaciones con cercanía política en departamentos y municipios importantes del país. La decisión final será asumida en un encuentro nacional orgánico de los movimientistas.

Quién diría. El MAS, luego haber arrinconado al resto de partidos aprovechando su aplastante hegemonía, ha quedado reducido a la mínima expresión en la Asamblea Legislativa -apenas dos diputaciones- y dividido en facciones, de las cuales el evismo es el que tiene mejores posibilidades para proyectarse como expresión organizada de lo nacional popular. 

Evo Pueblo, el nuevo instrumento político del caudillo, tampoco está autorizado para participar en los próximos comicios, pero puede buscar formas para estar presente en la competencia electoral del próximo año.

Oficialmente, los partidos de alcance nacional reconocidos por el Órgano Electoral son: MNR, FRI, PDC, UN, MAS, Demócratas, MTS, NGP, APB-Súmate, Morena, Libre, MIR, UCS y ADN, éstos dos últimos aún con vida porque recurrieron a una “chicana” en la justicia constitucional para no ser llevados al panteón, aunque el certificado de defunción les puede llegar en cualquier momento.

¿Será que el MIR, MNR, MAS (o Evo Pueblo) y Libre conformarán el futuro sistema solar político en Bolivia? La pregunta no busca desmerecer la proyección del resto de las fuerzas políticas, pero se perfila un tiempo en el que se necesitarán liderazgos políticos de alto vuelo para transitar hacia una renovada democracia pactada.

El país ha quedado escaldado de haber entregado tanto poder a una sola tienda política, de tal manera que nacer, resucitar y perdurar aparecen como los rasgos del nuevo desafío para el sistema de partidos.

Después de las elecciones de marzo de 2026 habrá un largo tiempo para que todos los partidos legalmente reconocidos trabajen en tesis ideológicas, estatutos orgánicos, formación de nuevos liderazgos y novedosas estructuras partidarias, entre otras tareas. 

Las plataformas digitales y las nuevas herramientas tecnológicas pueden ayudar a practicar política de distinta manera, sin abandonar los escenarios internos de debate apasionado y de centralismo democrático. 

Si no lo hacen, es posible que sobrevivan hasta las nuevas elecciones nacionales y regionales, pero más divorciados de la genta a la que dicen representar y de la realidad que dizque pretenden transformar. Quién diría.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.

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