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18/01/2021
Encuentro Sagaz

¿La mejor democracia? El asalto al Congreso

Lorena Choque Flores
Lorena Choque Flores

Si algo ha caracterizado la presidencia de Donald Trump ha sido la propagación de un discurso cristiano nacionalista, que ha creado un imaginario de Estados Unidos como una nación de valores y herencia cristiana. El asalto al Capitolio el 6 de enero bajo pancartas nacionalistas ha sido un claro ejemplo de cómo las ideas fuertemente defendidas por Donald Trump se han consolidado en un movimiento, peligroso para la democracia y para el cristianismo.

El denominado trumpismo se lo puede caracterizar como un movimiento ultraconservador, basada en un cristianismo desenfrenado que ha tenido cabida en un contexto de crisis multisectorial por el que atraviesa Estados Unidos, para Christopher Browning la muestra de una “unión de descontentos.” Es evidente que, frente a la toma del Capitolio, Donald Trump ha jugado un rol preponderante por haber llamado en su discurso a la “insurrección popular” argumento que está siendo utilizado para instaurarle un segundo juicio político. No obstante, los sucesos del seis de enero no solo pueden ser atribuidos a Trump sino al creciente movimiento que lo rodea y por el cual ha llegado al poder.

Si volvemos al contexto de las elecciones del año 2016 podemos ver que Donald Trump llegó a la presidencia no solo porque obtuvo apoyo en el área rural y porque mantuvo una estrategia en redes sociales exitosa sino porque también tuvo el apoyo de grupos evangélicos blancos. El año 2016, el Partido Republicano recibió el apoyo de más del 80% de los que se adscriben como evangélicos. En las elecciones 2020, ocho de cada 10 evangélicos votaron por Trump, el tema del aborto y temas de una agenda progresista han sido puntos álgidos que han generado un rechazo a la candidatura de Biden, por parte de este sector. No hay que olvidar como irrumpe en la política los evangélicos; en las elecciones de los 80, cuando surgió una coalición entre republicanos y evangélicos que hacían presión para evitar se legalice el aborto. Este tema fue parte de la campaña de Reagan y fue pieza clave para ponerlo en la presidencia.

Los últimos acontecimientos nos hacen ver una nueva variante de esta alianza, un “nacionalismo evangélico”, producto de la unión de evangélicos con el ala más dura de los votantes republicanos. Un sector que se ha caracterizado por defender la supremacía blanca que a nombre de la religión comete actos violentos y vandálicos. Los Proud Boys son un gran ejemplo de esta mezcla de fervor religioso y nacionalismo, que bajo símbolos cristianos y proclamas de fraude afirmaban que Trump había ganado las elecciones.

Retomando las palabras de Elizabeth Dias y Ruth Graham, ¿estamos frente a una especie de guerra santa, de buenos y malos, de aquellos que están en contra o a favor de Dios? Lo que sabemos es que el desprecio a lo diferente, a lo no blanco, al otro, al migrante, las actitudes misóginas son acciones que no pueden traer resultados positivos en la construcción de comunidades pacíficas. Los eventos del 6 de enero quedarán escritos para la historia de Estados Unidos y del mundo. Este hecho, quedará para la posteridad como un ejemplo de los grandes daños que ha sufrido la democracia liberal. La toma al Capitolio ha dejado ver la división dentro del partido Republicano, que nos plasma la imagen de una sociedad estadounidense dividida.

Frente a este contexto, las palabras de Joel Garreau y Alfredo Jalife cobran peso, cuando nos hablan de una posible balcanización de Estados Unidos. Entendemos que, frente a la crisis económica, la división política y racial de la sociedad norteamericana esta idea cobra mayor fuerza. Los últimos sucesos y como se ha afrontado la pandemia de Covid-19 nos hace ver las fisuras de uno de los mayores exponentes de la democracia liberal. La idea en la que se señala que Estados Unidos podría dividirse no está tan lejos de pasar cuando se tiene movimientos como el Texit (para independizar a Texas) y el Calexit (independización de California). La polarización de Estados Unidos no es algo nuevo, pero bajo el contexto de crisis económica, se está generando una mayor incertidumbre e inestabilidad en la sociedad. Lo que está endureciendo el discurso de odio hacia el “otro” y radicalizando las posturas. Por eso, no es de extrañarse que este miércoles veinte de enero para el juramento de Joe Biden lleguen, a Washington, 20.000 tropas de la Guardia Nacional y que aún se mantenga el toque de queda y la militarización, bajo este contexto son muchos los retos que debe afrontar la nueva administración.

Lorena Wendy Choque Flores es politóloga, candidata a magister en Diplomacia y Relaciones Internacionales. Twitter: @LorenaWendyCh



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