El nuevo gobierno ha intentado fusionar el Ministerio de Minería y Metalurgia con el de Hidrocarburos y Energías, que maneja Mauricio Medinaceli, y no lo ha logrado. Sectores mineros de Oruro y Potosí reaccionaron, en ese orden, y el gobierno anunció que revisará la medida. En español, eso tiene un nombre: recular.
Pero recular no es malo si el retroceso es por una buena causa. En el caso de Minería, tengo mis dudas. Además de la exigencia de Oruro y Potosí, los cooperativistas mineros ya han manifestado que el ministro debería ser alguien de su sector, lo que significaría volver a la perniciosa práctica de entregar espacios de poder a los colectivos sectoriales, que el MAS denominaba “organizaciones sociales”.
Ya en su momento, se advirtió que no se le podía entrar el Ministerio de Minería a los cooperativistas porque era igual que entregarle la carne al gato. Los resultados de esa política se vieron bien pronto: corrupción y permisividad hacia los cooperativistas.
Estamos hablando de racionalidad y, en ese sentido, no vemos como racional otra fusión: la del Ministerio de Justicia y Transparencia Institucional con el antes conocido como Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización.
Lo primero que se debe apuntar al respecto es que, hasta hoy, no se ha justificado la existencia de un Ministerio de Justicia en un país en el que el Poder Judicial debería trabajar con independencia. En su momento se advirtió que esa era la manera de controlar a magistrados y fiscales y los resultados de esa decisión masista se mantienen hasta hoy.
El lunes hablé brevemente con el vicepresidente Edmand Lara y él me dijo que la existencia de varios ministerios era un derroche de dinero, pues Bolivia estaba gastando más de lo que tenía. En ese marco, una buena decisión, política y económica, hubiera sido desaparecer el Ministerio de Justicia, pero no… se lo mantiene. Para colmo, se crea un Ministerio Sin Cartera encargado de Turismo y Gastronomía y se entrega Culturas al de Justicia.
A ver…
¿Qué diablos tiene que hacer el sector de Culturas en el Ministerio de Justicia? Aparentemente, las etiquetas ideologizadas de “Descolonización” y “Despatriarcalización” han hecho creer a los meritocráticos profesionales del gobierno que eso debe ir por ahí, pero no… Está mal, muy mal.El manejo de la despatriarcalización, como política de Estado, se puede entregar a Justicia, pero lo de “descolonización” tiene que ser motivo de debate, pero el manejo equivocadamente ideologizado del MAS.
Quitando esas dos pajas de los ojos, Culturas se queda así, como la cartera que debe manejar temas tan importantes como la historia, las artes, el folklore y el patrimonio cultural de Bolivia registrado en la Unesco. Sí, eso se lo podría hacer con el Ministerio de Turismo y Gastronomía, pero, definitivamente, no con el de Justicia.
Pero eso no es todo: la desaparición, o fusión, del Ministerio de Culturas, perjudica directamente a Sucre y Potosí debido a la existencia de una instancia administrativa como es la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. Por el espacio, hablaré de eso en mi próximo artículo. Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.