La noticia de que Andrónico Rodríguez haya decidido postularse como candidato a la presidencia. Es una buena noticia para el sector político que representa, y seguro que no es una sorpresa para muchos. Lo cierto es que eso se veía venir, porque tanto analistas del oficialismo como opositores lo consideraban la única opción viable para lo que antes representó el MAS. Todavía no se sabe por qué sigla política competirá, pero seguro que más de alguna estará feliz de tenerlo como candidato.
Este ha sido un puntapié a la candidatura de Arce, que es posiblemente la más absurda que a alguien se le podría imaginar. El más impopular de los presidentes, autor intelectual y material de una devaluación que ha empobrecido a todos los ciudadanos, pero más a los que menos tienen, debió haber puesto en claro que declinaba una posible reelección hace un año o más.
Andrónico, que sin duda es un joven con muchas ambiciones (no se llega a presidente del Senado sin tenerlas), ha sabido también de tiempos. Para él era muy importante no adelantarse, pero tampoco retrasarse en esta carrera electoral. No ha esperado hasta que toque el gong, pero ha tenido la suficiente sangre fría para aguardar el momento que creo que es oportuno.
Es posible ahora que logre desarmar la marcha que anunció Evo para presionar por su habilitación. Le toca ahora lidiar con su mentor, con esa especie de padre que es Evo para él; y, como sabemos, Evo no es un buen padre ni buena persona y es posible que quiera dar batalla como candidato. En circunstancias normales, hasta se podría suponer que Andrónico es el sucesor de Evo, pero no lo es porque quien tiene tanta hambre de poder, como el expresidente, no tiene sucesores. Estamos posiblemente ante el final de Evo como actor político importante.
Para el MAS, la candidatura de Rodríguez es sin lugar a dudas una buena noticia, para el país parcialmente también lo es; la vida política posiblemente sea menos vomitiva si Morales sale de ese cuadro (pasando por San Pedro o no). Pero aclaremos que este joven, que inspira simpatía, sigue teniendo una mochila demasiado pesada, su paso por el MAS y, para peor, por el MAS chapareño, y eso no debe ser soslayado.
Existe la posibilidad de que Andrónico logre la presidencia en primera vuelta, pero es casi seguro que no tendrá mayoría parlamentaria y eso le obligará a gobernar democráticamente; si eso sucede, hasta puede darnos esperanzas, puede convertirse en quien cambie a su organización por una institución política decente, pero no hay que pecar de ingenuos. En los próximos días y semanas, tendrá que someterse a pruebas democráticas, aceptar entrevistas y debates y cortar el cordón umbilical que lo une a Evo.
Andrónico Rodríguez da buena impresión personal, tiene una formación que Evo no solo no tuvo, sino que se negó a adquirir cuando pudo hacerlo. No estoy seguro de que hable aymara o quechua, pero eso no impidió a Evo ser presidente de Bolivia aún contra la Constitución que el mismo mandó a hacer. Total, ese requisito no es más que un saludo a la bandera.
Lo importante de librarnos del MAS en las próximas elecciones es que vuelva el Estado de derecho y que el corrupto sistema judicial actual sea desmantelado.
Andrónico es joven, pero no es un rostro joven en la política, ya hace más de un lustro que es alguien de peso en su sector político y, peor, en la confederación de los sindicatos productores de coca del Chapare. Lo primero que se le debería pedir es que para que no repita los vicios del Jiliri Irpiri, renuncie al cargo que ostenta en el ámbito sindical cocalero.
Y por supuesto que tiene que tener una posición clara respecto a las violaciones a la ley que ha cometido Morales, tanto en relación a la reelección, a los contratos de obra estatales y a los derechos sexuales de las personas.
De todos modos, que Andrónico se haya lanzado como candidato invita a los opositores a clarificar sus estrategias para buscar salir airosos en las próximas elecciones.