Distribución del ingreso: condición para el crecimiento económico sostenido

Las economías que se desarrollan –que crecen económica y socialmente de manera armónica, se caracterizan porque reconocen explícitamente que, “como la producción depende del consumo, y el consumo depende del ingreso personal, la producción debe estar acompañada por consumo, lo que implica necesariamente la redistribución de la riqueza y los ingresos, pero no de la riqueza acumulada, sino del ingreso conforme éste se crea en los procesos productivos para proveer a las personas de la capacidad de compra compatible con la cantidad de bienes y servicios que ofrece el aparato productivo.”

Existen vínculos muy íntimos entre demanda, empleo, producción, consumo, distribución del ingreso, crecimiento económico, equidad y, finalmente, desarrollo; los grados y las formas en los que estas relaciones son articuladas, determinan la diferencia entre “crecimiento” y desarrollo. De manera particular, el mayor aporte al PIB es el consumo de los hogares, que normalmente representa entre el 60% y 80% del PIB, y que está vinculado directamente a la cantidad y a la calidad del empleo, factores que determinan la capacidad de consumo de los hogares a través de la remuneración al trabajo.

Desde esta perspectiva, los avances “estadísticos” en la reducción de la pobreza reflejan las mejoras en los indicadores asociados a la satisfacción de las necesidades básicas relacionadas con el acceso a la salud, educación, vivienda y servicios básicos, fundamentalmente. Pero no miden la evolución del indicador fundamental para la reducción estructural de la pobreza: el ingreso laboral que genera el empleo productivo, dignamente remunerado.

Bolivia, hoy, según el FMI, es una de las economías de mayor informalidad en el mundo por el nivel de población ocupada en “empleos” de baja remuneración. 

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La distribución del ingreso 1