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Sociedad | 09/03/2023

Richard Choque: tras el rastro de un violador y asesino serial

Richard Choque: tras el rastro de un violador y asesino serial

Brújula Digital |09|03|23|

Especial de Claudia Soruco

Ambos cuerpos fueron hallados en posición fetal, esa que indica que un humano se siente vulnerable e inseguro y, quizás, cercano a la muerte. La policía determinó que se trataba de asesinatos con mucha violencia. Hubo violación, torturas y asfixia. Y hubo la carga de un hombre que de niño fue abusado.

Y en esa habitación escondida, sin luz, con paredes despintadas, algún calendario y afiche envejecidos y muchas marcas con líneas y dibujos de historias de una infancia de abusos sexuales y alcoholismo, Richard Choque confesó el 13 de febrero de 2022 que había asesinado a dos jovencitas. Las enterró en ese cuarto. Se conoció después de al menos 77 mujeres a las que violó, de que asesinó a su primo y de otro feminicidio.

En esa misma habitación, él mismo, además de su hermana y su madre, fueron en años anteriores vejados sexualmente por un tío que vivía en la misma casa.

Se trata del caso del violador y asesino serial que consternó a Bolivia y puso nuevamente en la mesa de debate el ineficiente y venal accionar del sistema judicial. La suma de 3.500 dólares y una botella de whisky fueron suficientes para corromper al Juez Primero de Ejecución Penal de La Paz, Rafael Alcón Aliaga, actualmente detenido, y hacer que el acusado saliera de la cárcel a cometer más delitos.

Choque, moreno y robusto, fue detenido el 24 de enero de 2022 durante un operativo de investigación de trata y tráfico y pornografía infantil. Cuando los efectivos llegaron a la habitación que utilizaba en un alojamiento de la Avda. América, Richard Choque Flores, hoy de 33 años, no opuso resistencia. En el lugar también había drogas y un arma. Así que su detención estuvo vinculada a delitos de trata de personas, proxenetismo, pornografía, extorsión y portación ilegal de arma de fuego. En uno de los tres celulares que se hallaron con él se empezaron a encontrar las pistas de sus crueles crímenes.

Las habitaciones que alquilaba para cometer sus vejaciones no tenían ventanas a la calle y las puertas debían tener chapas con seguro para que sus víctimas, a quienes drogaba, no pudieran huir.  

Captaba a sus víctimas por redes sociales, mayormente Facebook: “Amigas que quieran ingresos diarios en sus ratos libres, ‘buenos ingresos’ escriban al privado, ojo se paga por hora, diario o semanal. Escríbeme”, publicaba Choque con el nombre falso de Haide Mitzi Flores Alarcón, con una foto de perfil que mostraba solo un cuerpo femenino sin el detalle del rostro. Ofrecía trabajos sexuales con pagos de unos 500 bolivianos.

Un número indeterminado de mujeres jóvenes de diferentes regiones del país empezaban a comunicarse con el antisocial.

Después de que el teniente Boris Gutiérrez se hiciera cargo de la División Trata y Tráfico de la FELCC, las investigaciones de rastrillaje para la detención de Choque duraron un par de meses.

Y si bien el primer dato arrojó un delito de trata y tráfico, el análisis de los celulares secuestrados y seguimiento policial determinarían los delitos de violación, asesinato de un varón y tres feminicidios. 

En octubre de 2021, Gutiérrez comenzó a investigar en diferentes plataformas de redirección de mensajes de Bolivia y la región. “Tras este análisis, me di cuenta que había una página nacional que estaba mandando IPs (código de identificación de un dispositivo) a nivel internacional, pero encuentro un punto focal en Bolivia y específicamente el radio era el eje central de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, con mayor incidencia en La Paz”, relató el teniente.

La policía dio así en diciembre de ese año con el perfil falso que Choque había creado en Facebook en 2019. Lo hizo a los pocos días que salió de la prisión tras ser beneficiado de una detención domiciliaria pese a haber sido previamente sentenciado a 30 años de presidio sin derecho a indulto por el asesinato de Blanca Rubí Limachi y de tener 17 denuncias por diferentes delitos. Ahí es cuando los 3.500 dólares y la botella de whisky hicieron efecto para que el juez Alcón Aliaga lo liberara.

La primera víctima del “psicópata sexual”

Pero las cosas habían empezado mucho antes. En 2013, Blanca tenía 20 años cuando fue captada por su asesino a través de una primera cuenta falsa creada por Choque en Facebook. La joven tenía la aspiración de ingresar al Colegio Militar en La Paz. Mediante Facebook, Choque se hizo pasar por un instructor de nombre Mauricio Terán. Intercambiaron mensajes y él le prometió ayudarla.

El 20 de noviembre de 2013 Blanca salió de casa rumbo a la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y no retornó. Ocho días después su cuerpo fue hallado bajo tierra en el patio de una de las dos viviendas que Choque tenía en la urbe alteña. La abusó sexualmente, la torturó y finalmente la estranguló. Después la enterró en otro de sus domicilios en la zona San Martín de El Alto.

Paralelamente, pedía rescate a las familias de las víctimas, las tenía en zozobra y las manipulaba. Los exámenes psicológicos de este criminal establecen un trastorno de personalidad por la ausencia de culpabilidad, falta de remordimiento, escasez de empatía, alto grado de coeficiente intelectual y de manipulación que ejercía en su entorno, facilitada por la simpatía natural que demuestra cuando desea. La policía estableció que a la mayoría de sus víctimas las conquistaba sentimentalmente.

El 21 de noviembre, con Blanca ya asesinada, Choque envió un mensaje a la madre de esta desde el mismo celular de la víctima. Pidió 20 mil dólares para liberar a su hija y le advirtió que no lo denunciara a la Policía. Ella no contaba con esa suma de dinero y tuvo que acudir a la FELCC. Así que se ejecutó un plan para realizar la transacción y acudir al lugar que Choque dispuso para la entrega del dinero. Recogió los 20 mil dólares en una jardinera y se fue a casa sin percatarse que los efectivos lo seguían. Así, lo capturaron, junto con su cómplice José Luis Casilla Machaca.

El cuerpo estaba enterrado en posición fetal en el patio de la casa que el padre de Choque, un policía, le había legado, dijo John Tapia, el abogado de la familia.

Se trasladó al feminicida al penal de alta seguridad de Chonchocoro, pero su defensa solicitó trasladarlo a la cárcel de San Pedro, pedido que fue aceptado. Fue sentenciado a 30 años sin derecho a indulto.

Empero, en 2019, el mencionado juez Alcón Aliaga le concedió la detención domiciliaria por 18 meses. El asesino dijo en su declaración que le entregó a su abogada 3.500 dólares para “tramitar” esa salida. “Lo reuní todo el dinero, vendí mis cosas en San Pedro y me presté de amistades (…). Cuando me dieron detención domiciliaria, para firmar, la doctora Marlene me dijo que le demos un whisky o algo para Año Nuevo ya que me sacó (de prisión)”, declaró.

El argumento para solicitar su detención domiciliaria fue el “delicado estado de salud” de Choque. Para ello, un médico le emitió un certificado que establecía que este asesino padecía de hepatomegalia, hepatosis, gastritis crónica, ulcera, diabetes y asma bronquial, concluyendo que debía ser trasladado en un lugar adecuado para acceder a un tratamiento medicamentoso con el fin de evitar un cáncer gástrico.

Una salida y la muerte de Lucy

Y las rejas se abrieron para Choque. Como tenía detención preventiva sin custodio, no tardó en continuar con su modus operandi. Volvió a rastrear a jovencitas. Iniciaba las charlas con el perfil de mujer en Facebook, les ofrecía trabajo o favores económicos, las convencía y citaba generalmente en alojamientos de zonas populares de La Paz y El Alto, aunque también operó en Cochabamba y Santa Cruz.

En las habitaciones primero las drogaba y luego las obligaba a grabar videos donde debían admitir que ellas portaban dogas. Con eso las extorsionaba y presionaba para tener relaciones sexuales. Las dejaba ir, pero después de unos meses las volvía a contactar para seguir con el chantaje.  

“Estamos hablando de un hombre muy inteligente, calificarlo como psicópata sexual lo hicieron los mismos médicos y expertos. Y es que un psicópata como él es una persona inteligente, con un coeficiente elevado. Richard sabía manipular a las personas, sabía convencerlas, por eso no es extraño que tras sus delitos de violación algunas de sus víctimas se enamoraran de él”, relató el teniente Gutiérrez.

Decenas y decenas de mujeres cayeron en este macabro mecanismo a través de las redes sociales. Y entre ellas, Lucy Maya Ramírez. Tenía 17 años cuando se topó con Choque.

Fue reportada como desaparecida el 18 de mayo de 2021. Esa tarde salió de su domicilio ubicado en empobrecido barrio de El Alto, se dirigía a su trabajo de medio tiempo en una emisora radial, pero tampoco retornó.

Ocurrió exactamente lo mismo que en el caso de Blanca. Choque la retuvo, abusó de ella, la secuestró y posteriormente exigió a la familia la suma de 70 mil dólares para liberarla: “Le dejo unas fotos de personas que incumplieron nuestras reglas. Si van a la Policía con este mensaje, tomaremos otras medidas. Cumplan con lo pactado para tener a su ser querido de retorno”. Acompañó el mensaje con fotos de personas descuartizadas.

“Durante nueve meses he buscado a mi hija, me han pedido rescate de 70 mil dólares, no pude encontrar esa plata, ´trozada te la vamos a devolver si no consigues el dinero´”, contó la madre de Lucy.

En ese tiempo hubo campañas de búsqueda. No había rastros de Lucy, la segunda de ocho hermanos. Cuando no obtuvo el dinero, Choque la asesinó. Enterró su cuerpo en otra vivienda que habitaba con su familia (madre y hermana) en la zona Ballivián de El Alto.

Iris, la joven de 15 años

“Desde las 11 ya no se ha comunicado. No sé nada de ella. No he tenido ningún problema con ella. Siempre ha sido una buena estudiante y una buena niña (…). Mi temor es que la hayan secuestrado, porque una vez le había comentado a sus primas que estaba siendo amenazada”, fue el relato de la madre cuando denunció la desaparición de Iris Maylin Villca, el 27 de agosto de 2021. Para entonces, Iris ya estaba sin vida.

Ese día salió de su vivienda en Alto Villa Victoria para recoger unas invitaciones para el bautizo de su hermana menor. Y desde ese 27, su ausencia se convirtió en una verdadera pesadilla para su familia, oriunda de la población de Guanay. Acudieron a la Policía, pero no hallaron respuestas, incluso la madre denunció que los efectivos policiales dijeron que Iris había planificado el “autosecuestro” con el único fin de huir de su casa junto a su pareja.

Y nuevamente los mensajes pidiendo rescate. Esta vez, a la madre de Iris le exigió 60 mil dólares, que tampoco pudo conseguir. “Yo tenía los mensajes que me mandaron, le entregué a la fiscal las fotografías que me mandaron, que me estaban amenazando de muerte, pero la Policía siempre me dijo que se fue con su novio o que ella estaba haciendo su falso secuestro”, dijo su madre.

Fueron meses de angustia y extorsión, pese a que Iris ya estaba muerta. Mientras seguía chantajeando a la familia de Iris, Choque continuaba con su captación de jóvenes por redes sociales para luego abusarlas sexualmente.

Empezó a adquirir nuevas identidades en Facebook. Se hacía pasar por policía, médico o ingeniero para atraer a sus víctimas. Cada profesión la estudiaba para convencer a sus víctimas. Incluso estudió materias referidas a ingeniería y mecanismos policiacos de investigación para ser más creíble.

Para evitar que la policía ha seguimiento a sus celulares, utilizaba las “campanas Faraday”, que consiste en forrar los teléfonos con aluminio para que la señal no pueda ser rastreable. “También usaba celulares registrados a nombre de otras personas y para que no demos con la triangulación utilizaba los mensajes y las llamabas desde otros puntos de La Paz y El Alto, nunca lo hacía cerca de su domicilio”, recalcó el teniente.

El trágico hallazgo

Cuando ese 24 de enero se detuvo a Choque por delitos de trata de personas, proxenetismo, pornografía, extorsión y portación ilegal de arma de fuego, ya estaba encaminada una investigación policial desde meses atrás. El ciberpratrullaje fue crucial para dar con este criminal.

“Llegamos a este caso con la recuperación de los datos de celulares secuestrados en operativos. Prácticamente hacíamos resucitar esos aparatos. No se trataba solo de un caso de trata y tráfico y pornografía. Cruzamos todos los datos de desaparecidos en los últimos cinco años. Se llenaron planillas de centenares de números telefónicos de víctimas y de registros de llamadas. Al menos hallamos 1.800 números”, explicó el teniente Gutiérrez.

Los números de Lucy y de Iris saltaron en el sistema de rastrillaje con el cruce de llamadas a las familias y las ubicaciones del radio geográfico de Choque.

“Hice triangulación de tráfico de datos y ya no de llamadas. Así que ya teníamos la ubicación exacta del lugar donde Richard Choque enterró a sus víctimas, porque con los sistemas tecnológicos que manejo y con los que me capacité, logramos un radio de rastreo de tres kilómetros con una longitud y latitud exactas”, prosigue Gutiérrez.  

Y el lugar era la zona Ballivián en El Alto, otro domicilio donde Choque vivía con su hermana y madre. Y ya el análisis del “silencio digital” (desconexión de los celulares de ambas víctimas) hacía presumir que Iris y Lucy estaban muertas en el lugar.

Así que el 24 por la noche tras esa investigación, la fuerza policial preparó el operativo para el allanamiento de la vivienda del asesino y violador serial.

― ¿Están muertas, verdad?, preguntó Gutiérrez.

―Sí

— ¿Hay más víctimas en el lugar?

 —No, son sólo las dos

Ese fue el intercambio que Gutiérrez tuvo con Choque tras ordenar su detención. Cuatro canes fueron usados para detectar el lugar exacto de los entierros.

La vivienda era precaria. La superficie del terreno era de unos 1.500 metros cuadrados, pero la casa ocupaba solo unos 70 metros. Los efectivos llevaron a Choque enmanillado. Dentro estaban la madre y hermana. Procedieron al ingreso con una orden y acompañados de personal de la Fiscalía y Defensoría del Pueblo

Esposado y con la cabeza agachada, esa noche Choque se mantuvo en completo silencio y con una frialdad sorprendente. La mirada torva con la que la opinión pública lo conoció estuvo siempre presente en sus ojos.

Según la investigación, de niño, Choque sufrió abusos sexuales de un tío alcohólico y delincuente en la misma casa en la que se hallaron los cadáveres. Su madre y hermana también fueron víctimas de violaciones de ese sujeto.

Ingresaron los policías y los canes a la habitación, y pese a la falta de luz y que habían trastos viejos, encontraron el cadáver de Iris. Con las linternas vieron lo que parecía rasguños en la pared. Tal vez fueron provocadas por las víctimas antes de ser asesinadas.

A tres metros de distancia se halló el cuerpo de Lucy, ambas presentaban rastros de tortura, violación y estrangulamiento. “Cuando una persona ya sabe que va a morir, su cuerpo automáticamente vuelve a la posición de dentro del vientre”, dijo el teniente.

En su declaración posterior, Choque afirmó que fue “estúpido” haber usado un celular para pedir recompensa a los familiares de las víctimas, siendo que ambas jóvenes ya estaban muertas. Su madre y su hermana fueron detenidas por complicidad.

― ¿Cómo tomas contacto con los familiares?, le dijo Gutiérrez.

―Con su celular

― ¿Los rescates los pediste después del asesinato de tus víctimas?

―Sí, fue estúpido, pero sí.

El primo que también fue víctima

En los interrogatorios posteriores se dio con un crimen adicional.

― ¿Hay otras víctimas enterradas aquí?, preguntó el policía.

―No, aunque sí existe otro cuerpo, es de mi primo, hace unos 11 años más o menos, con eso descargo todo

Tras esa confesión se procedió a excavaciones en la vivienda para dar con su primera víctima. En el lugar (zona San Martín) se encontró a 90 centímetros de profundidad el cadáver de su primo Fidel Lecón Choque.

“Este asesinato fue más por temas de celos y envidia. Porque como él quedó huérfano de padre, al ver que su primo tenía más posibilidades, dinero y entorno familiar, decide matarlo”, prosiguió Gutiérrez.

Hoy, Richard Choque está detenido en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro. En septiembre de 2022 se dictó su cuarta sentencia (30 años) por estos asesinatos. No hay acumulación de penas en la legislación boliviana ni cadena perpetua.

Se aprehendió al juez que liberó a este asesino serial, también al médico que emitió su certificado de salud para liberarlo y a los abogados que formaron parte de su defensa y proceso.

Claudia Soruco es periodista.

BD / RPU



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