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Sociedad | 07/03/2024

OPINIÓN|No olvidemos a los 1.700 millones de mujeres de las zonas rurales|Gerardine Mukeshimana

OPINIÓN|No olvidemos a los 1.700 millones de mujeres de las zonas rurales|Gerardine Mukeshimana

Foto: FAO

Brújula Digital|07|03|24|

Gerardine Mukeshimana

El 8 de marzo se celebran los derechos de las mujeres, de todas las mujeres. El 8 de marzo, pongamos el foco en los 1.700 millones de mujeres –una quinta parte de la humanidad– que viven en las zonas rurales de los países en desarrollo. Se enfrentan a dificultades indescriptibles, pero oímos poco sobre ellas, lejos de los medios de comunicación y los micrófonos, y a menudo no están bien organizadas y desconocen sus derechos. 

Estas mujeres son cruciales para la seguridad alimentaria mundial. Representan alrededor del 40% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo. Este porcentaje oscila entre el 20% en América Latina y el 50% o más en partes de África y Asia. Pero menos del 15% de los terratenientes del mundo son mujeres.

Los productores ocupan un lugar destacado en los sistemas agroalimentarios, y más aún en la agricultura no industrial. Los pequeños agricultores, mujeres y hombres, producen un tercio de los alimentos del mundo. A las mujeres de las zonas rurales en los países en desarrollo les debemos una parte importante de los alimentos que tenemos en nuestros platos cada día.

Sin embargo, la situación de las mujeres no mejora. Su tierra es un 24% menos productiva que la de los hombres, debido a que las mujeres tienen menos acceso a semillas, fertilizantes y maquinaria agrícola, así como a servicios de extensión y riego, y a menos ganado. Y, por supuesto, las mujeres en la agricultura cobran menos que los hombres. Cuando un hombre gana un dólar, una mujer sólo logra ganar 82 centavos de dólar por el mismo trabajo.

Como resultado, las mujeres rurales tienen peores condiciones de trabajo. También son más propensas al hambre. Casi el 32% de las mujeres sufren inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 27,6% de los hombres (cifras de 2021) y esta brecha se ha ampliado en los últimos cinco años.

Entonces, ¿qué hacer? En un momento en que la economía avanza lentamente, invertir en las mujeres rurales es una gran decisión. Todos los estudios lo demuestran, una y otra vez. Cuanto más acceso tengan las mujeres a la educación, a los instrumentos de producción, a los recursos y al empleo, más se beneficiará la sociedad en su conjunto: aumento de la productividad, reducción de la pobreza y mejores condiciones de vida para las familias. Al ser más inclusivas, las sociedades se vuelven más resilientes a las perturbaciones económicas y climáticas.

¿Un ejemplo? Cerrar la brecha de productividad agrícola y la brecha salarial de género aumentaría el PIB mundial en un 1% (o casi 1 billón de dólares). Estos avances se traducirían en una disminución de alrededor de 2 puntos porcentuales en la inseguridad alimentaria. En concreto, 45 millones de personas están huyendo del hambre.

Dicho esto, no partimos de cero. Más de la mitad de la financiación bilateral para la agricultura y el desarrollo ya incorpora cuestiones de género. Pero si se examina más de cerca, solo el 6% se destina a proyectos para los que esta pregunta es fundamental. Tenemos que hacer más y mejor.

Lograr la igualdad de género es un desafío único y complejo. Esto requiere cambios profundos en el campo legal, en las políticas públicas, en la organización de las actividades económicas y en las normas sociales profundamente arraigadas.

Pero también tenemos que aplicar a una escala mucho mayor todas las intervenciones locales que han funcionado bien en términos de reducción de las desigualdades en las zonas rurales. No faltan palancas: acceso a activos productivos, sesiones de capacitación, estructuración de organizaciones de mujeres productoras, acceso a financiamiento para establecer actividades generadoras de ingresos, y el apoyo a la participación de las mujeres en las decisiones comunitarias y políticas. También se ha demostrado que los métodos que abordan el estigma y las normas sociales ayudan a sacar a las familias de la pobreza.

Asumir este desafío y escalar juntos requiere más inversión. Ya se ha cuantificado el déficit de financiación, y sería necesario invertir 360.000 millones de dólares al año para lograr la igualdad de género y fortalecer el empoderamiento de las mujeres para prosperar, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esto es mucho y es muy poco a la vez, porque invirtiendo obtendremos grandes beneficios en términos de crecimiento y seguridad alimentaria.

En estos tiempos de dificultades económicas y financieras, y hoy en particular, no olvidemos a los 1.700 millones de mujeres que viven en las zonas rurales. Es un deber moral. También es una gran inversión.

Gerardine Mukeshimana es vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas (FIDA)



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