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Sociedad | 24/12/2025   17:08

|OPINIÓN|Once navidades preso: un inocente llamado William Kushner|Raúl Peñaranda U.|

Kushner fue declarado culpable de feminicidio en septiembre de 2020, luego de cinco años de proceso judicial. Sin embargo, la misma sentencia admite que “no existió intención de causar la muerte” de su expareja y que conducía a seis km/h.

William Kushner en una de las innumerables audiencias a las que asistió
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Brújula Digital|24|12|25|

Raúl Peñaranda U. 

William Kushner se apresta a pasar su décima Navidad tras las rejas. No porque haya cometido un crimen, sino porque un sistema de justicia irracional –sensible a presiones y prejuicios– decidió llamarle “feminicida” a un hecho que, según su propio fallo, no tuvo intención de matar.

Kushner fue declarado culpable de feminicidio en septiembre de 2020, luego de cinco años de proceso judicial. Sin embargo, la misma sentencia admite que “no existió intención de causar la muerte” de su expareja. Bajo cualquier lectura jurídica mínimamente coherente, el tipo penal aplicable habría sido, en el peor de los casos, homicidio culposo, lo que hoy lo tendría en libertad. Y aun eso sería forzado: los hechos descritos en el fallo encajan, cuando mucho, en la figura de “conducción peligrosa”, que no conlleva pena de cárcel.

El documento judicial es explícito. Señala que el 19 de agosto de 2015 el vehículo de Kushner “se desplazaba a seis kilómetros por hora” cuando ocurrió el accidente. Más aún: reconoce que Kushner no atropelló a su expareja. Fue ella quien intentó aferrarse al automóvil en movimiento. Y deja constancia de que no existió voluntad de matar.

“(Kushner) se encontraba desplazándose a solo 6 km/h por hora, siendo este el hecho que se encuadra en la descripción de un dolo eventual…”, sostiene la sentencia, citando el artículo 14 del Código Penal y el Auto Supremo 322/2014. El propio fallo define el dolo eventual como aquel en el que el resultado –la muerte–  “no es el deseado”, aunque el autor persista en su acción. ¿Cómo se puede sostener, entonces, una condena por feminicidio, un delito que presupone premeditación y alevosía?

La sentencia, de 130 páginas, insiste en ese punto: la muerte de la expareja “no fue el resultado deseado” por Kushner. Reconoce además que ella corrió detrás del vehículo y trató de sujetarse a él, y que “si William Kushner detenía la marcha de su vehículo” el hecho no se habría producido. No se trata de una interpretación de la defensa ni de este columnista: es el propio tribunal el que afirma que no hubo atropello.

El fallo añade otro dato relevante: Kushner tenía un grado alcohólico de 1,50, frente al 2,30 de la víctima. La legislación boliviana establece que, en accidentes ocurridos en la calzada, se presume la responsabilidad del peatón cuando este intenta aferrarse, subir o bajar de un vehículo en marcha. Pero en Bolivia, como demuestra este y cientos de casos más, jueces y fiscales suelen ignorar la norma y son susceptibles de presiones, en este caso, del grupo Mujeres Creando.

Durante todo el proceso, la acusación sostuvo que Kushner actuó con frialdad, que atropelló deliberadamente a su expareja y que incluso retrocedió para atropellarla una segunda vez. Nada de eso figura en los hechos establecidos por la sentencia. Fue un invento de una mujer que salió a hablar a los medios y la idea prendió, afectando el derecho a defensa de Kushner.

En noviembre de 2020, atendiendo estas contradicciones, la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia le otorgó detención domiciliaria. Sin embargo, en 2022 esa decisión fue revertida a pedido de la acusación, bajo el argumento de un supuesto “riesgo de fuga”. Kushner cumplió estrictamente la detención domiciliaria durante dos años. Había cámaras en la puerta de su departamento. Nunca intentó escapar, pese a que algunos amigos se lo sugirieron. Aun así, fue devuelto a la cárcel de San Pedro. ¿No demostraba su conducta que no existía riesgo de fuga?

Viene a la memoria una frase atribuida a Einstein: “El mundo no está en peligro por las personas que tienen maldad en el corazón, sino por aquellas que permiten esa maldad”.

Si hay algo alentador en este caso es que quienes impulsaron esta injusticia no han logrado quebrar el espíritu de William Kushner. Pese a estar preso, como ya he dicho antes, es un hombre interiormente libre, incluso más en paz consigo mismo que quienes lo acusan. Imagino a las acusadoras carcomidas por el rencor, pero también por la duda. 

Ojalá la entereza de William le alcance hasta que, en algún momento, la justicia decida finalmente ejercer como tal.

Raúl Peñaranda U. es periodista.





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