La plataforma de compraventa de Facebook se ha convertido en un espacio donde confluyen oportunidades económicas, informalidad y delitos encubiertos, sin ningún tipo de regulación.
Brújula Digital|31|05|25|
En Marketplace, la popular plataforma de compraventa de Facebook, conviven desde ofertas legítimas de emprendedores hasta estafas con alimentos, venta de droga encubierta y comercio informal con productos de contrabando. Las entregas suelen realizarse en puntos como la plaza San Francisco, Correos o el Prado, sin ningún tipo de control ni garantía.
Brújula Digital conversó con compradores, vendedores y usuarios habituales de Marketplace para comprender cómo opera este mundo paralelo al comercio formal. A pesar de la utilidad que representa para miles de personas que encuentran productos a buen precio o una forma de generar ingresos, el espacio también alberga riesgos invisibles que afectan la economía y la seguridad de sus usuarios.
El auge de estafas con alimentos
Desde la subida del dólar y el incremento del precio de productos básicos, surgió un nuevo tipo de estafa en Marketplace. Varios perfiles ofrecen quintales de azúcar, botellas de aceite y arroz a precios previos a la inflación. Atraídos por la oferta, los compradores se contactan y reciben una condición: pagar el 20% del total mediante transferencia QR como anticipo para el envío a domicilio.
“Me ofrecieron un quintal de azúcar a precio mayorista. Acepté pagar el 20% y nunca más respondieron. Bloquearon mi número”, contó Julia, quien buscaba ahorrar en su compra mensual.
Cuando los compradores plantean pagar contra entrega, los estafadores responden que “todo alimento debe salir de fábrica con factura previa”, y que por eso es obligatorio un pago anticipado. Pero cuando se solicita ir a recoger el producto directamente, los vendedores aseguran estar en zonas alejadas como Mecapaca o Laja, y luego desaparecen del chat.
Venta encubierta de droga
Marketplace también sirve como plataforma para la oferta de drogas, disfrazadas bajo palabras clave. “Vi una publicación de 4:20, al preguntar me ofrecieron marihuana. Me dijeron que tienen verde y también morado”, cuenta Cristian, un joven que probó consultar por curiosidad.
Los códigos como 4:20 ó palabras como “guiño” se usan para evadir el control de contenido. Además de marihuana, también se han detectado publicaciones que ofrecen otros estupefacientes. Las entregas se pactan por chat y, una vez que el usuario da señales de interés, se lo cita en una calle céntrica y después le piden ir a una calle cercana, como la calle Oruro cerca de Correos. “Te dicen cómo están vestidos, pero si ven que estás acompañado o algo no les convence, desaparecen”, relata otro usuario que accedió a compartir su experiencia bajo anonimato.
Contrabando e informalidad
Brújula Digital también identificó la presencia de productos de contrabando que llegan sin registro sanitario ni control fiscal. Ropa, cosméticos, zapatos, dulces y suplementos alimenticios se ofrecen a precios por debajo del mercado.
“Todo lo traigo de Chile. No tengo tienda, vendo solo por encargo”, dice una vendedora que entrega cerca del teleférico y prefiere no revelar su nombre. Los productos llegan sin factura y son transportados en mochilas o bolsas grandes.
Al no tener costos de alquiler ni impuestos, los vendedores informales pueden ofrecer productos más baratos, lo que amplía su clientela. Sin embargo, esto también perjudica al comercio formal y representa un riesgo para los consumidores.
“Yo solo hago entregas los viernes porque vivo en Laja. Cobro un recargo por pasajes”, explica Anahí, una joven de 22 años que vende cuadros personalizados. Lucía, otra usuaria, revende ropa comprada en El Alto y asegura que “es rentable, pero muchos no llegan a la hora o desaparecen”.
Ceci y Mabel han perdido tardes enteras esperando a compradores que nunca llegaron. Sergio tuvo una experiencia aún más tensa: “Fui a entregar a la Ceja y dos tipos se me acercaron raro más de una vez y me asusté. Me fui corriendo”.
BD/ML