El estudio anual de Global Forest Watch del World Research Institute (WRI) refleja que mientras hay una tendencia en el mundo a reducir la deforestación, en países como Bolivia, Laos y Nicaragua sucede lo contrario.
Una fotografía de archivo de un incendio forestal en Bolivia. Foto: Cejis
Brújula Digital|05|04|24
Bolivia es el tercer país que más devasta sus bosques tropicales en el mundo. El año pasado la destrucción de estas selvas subió un 27%, hasta 490 mil hectáreas, con lo que alcanzó su mayor nivel por tercer año consecutivo, según el análisis de imágenes satelitales que realiza anualmente la plataforma Global Forest Watch del World Research Institute (WRI) en colaboración con la Universidad de Maryland.
La lista la encabeza Brasil, con 1,14 millones de hectáreas, su registro más bajo desde 2015. En comparación con 2022, logró reducir el área deforestada en un 36%, (hace dos años eran 1,77 millones de hectáreas afectadas), informa EFE a partir del informe de WRI.
En segundo lugar está República Democrática del Congo, en donde la devastación se mantuvo prácticamente estable en 530.000 hectáreas.
El informe, refleja EFE, resalta que la deforestación de los bosques tropicales primarios en todo el mundo se redujo un 7,3 % el año pasado, desde 4,1 millones de hectáreas en 2022 hasta 3,8 millones en 2023, gracias principalmente a los esfuerzos de Brasil y Colombia.
Según el estudio, las reducciones de la deforestación en Brasil y Colombia fueron contrarrestadas por los fuertes aumentos en países como Bolivia, Laos y Nicaragua.
El 51 % de las pérdidas en Bolivia está vinculada a los incendios forestales, otra de las consecuencias del calentamiento global. La mayoría es causada por campesinos que realizan chaqueos para cultivas terrenos y que luego se salen de control.
Lo preocupante, señala el informe, es que “el gobierno (boliviano) continúa promoviendo negocios de la agroindustria, fijándose ambiciosas metas para la soya, para la exportación de carne, promoviendo la expansión del biodiésel, y el subsidio a la actividad agroindustrial”, refleja una nota de La Nube.
Además, el estudio indica que Laos y Nicaragua perdieron respectivamente el 1,9 % y el 4,2 % de sus bosques tropicales en 2023 por la "expansión agrícola".
"Los datos de 2023 muestran que los países pueden reducir las tasas de deforestación si tienen voluntad política para hacerlo, y esos países que lo consiguieron pueden servir de ejemplo a los otros", asegura el estudio citado por EFE.
Acciones gubernamentales
El informe, revela EFE, resalta los esfuerzos del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió en enero de 2023 con el compromiso de reducir a cero la deforestación de la Amazonía de su país en 2030, permitieron que la participación de Brasil en la destrucción de los bosques en todo el mundo cayera desde el 43 % en 2022 hasta el 30 % el año pasado.
En Colombia, donde la caída fue del 49%, desde 130.00 hectáreas hasta 70.000 hectáreas, la política ambiental del presidente Gustavo Petro llevó al país a pasar del sexto al décimo lugar en la lista de los países que más destruyen sus bosques tropicales.
"El importante progreso en Brasil y Colombia destaca la fuerza de la voluntad política por los cambios de Gobierno en ambos países", informó el WRI en un comunicado.
En Bolivia, indica el economista ambiental Stasiek Czaplicki Cabezas, el Gobierno por un lado maneja un discurso de protección de los derechos de la Madre Tierra, pero, por otro, sus acciones muestran lo contrario.
“El Gobierno es bastante inmune a la presión externa y Bolivia sufre esta condición de entidad no globalizada por ser un país con indicadores económicos bajos”, señaló el investigador a La Nube.
Pese a la reducción mundial, el nivel de deforestación se mantiene elevado y amenaza el cumplimiento de la meta con la que 145 países se comprometieron en la COP26 de 2021, en Glasgow, de reducir a cero la destrucción de los bosques tropicales en 2030, afirmó el WRI.
EFE agrega que, según WRI, los bosques primarios tropicales húmedos son los ecosistemas con mayor diversidad biológica del planeta y son especialmente importantes para el equilibrio climático porque almacenan grandes cantidades de dióxido de carbono.
BD/RED