La actividad ilícita contamina ríos con mercurio, afecta la salud de poblaciones amazónicas y agrava la trata de menores.
Brújula Digital|17|05|25
Bolivia se encuentra entre los países más afectados por la minería ilegal aurífera en Sudamérica. Esta actividad se ha expandido en los ríos del norte amazónico, incluidos territorios indígenas y áreas protegidas como el parque Madidi.
La extracción de oro, realizada sin control ambiental ni social, provoca una fuerte contaminación por mercurio en los cursos de agua, lo que repercute directamente en la dieta y salud de las comunidades locales.
Un informe revela que el 74 % de los habitantes de las regiones afectadas del país tienen niveles de mercurio por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, según informó la agencia de noticias EFE. Esta situación representa una amenaza grave para su seguridad alimentaria y bienestar general.
A la crisis sanitaria se suman denuncias sobre trata y tráfico de menores con fines de explotación sexual, lo que profundiza el daño social provocado por estas operaciones ilegales.
Según el Instituto Peruano de Economía, Bolivia es responsable del 12 % del oro ilegal exportado en Sudamérica, solo por debajo de Perú (44 %) y Colombia (25 %).
Mientras tanto, Perú enfrenta masacres, deforestación y colapso institucional en regiones como La Libertad y Madre de Dios.
Ecuador ha declarado un “conflicto armado interno” por la violencia vinculada a la minería ilegal, y Colombia ve cómo grupos armados utilizan esta actividad para financiarse y expandirse.
En contraste, Chile ha logrado mantener el control del sector gracias a una fiscalización estricta, incentivos para pequeños mineros y sistemas de trazabilidad.
En el caso de Guatemala, aunque en menor escala, también enfrenta el problema. En 2023 se documentaron 105 casos de explotaciones ilegales, la cifra más alta de los últimos años.
La investigadora Sara García, de Insight Crime, señala que estas economías ilegales "ya son estructuras estables que permeabilizan muchas instituciones". La subida del 30 % en el precio del oro ha reforzado esta economía paralela, que genera desplazamientos, enfermedades y destrucción ambiental, especialmente por el uso intensivo de mercurio.
BD/MFP