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Reportajes | 13/03/2022   23:25

Migrante: movimiento en busca de oportunidades

Brújula Digital |13|03|22|

Claudia Escobar

“El verdadero propósito de la vida es buscar la felicidad”, dijo alguna vez el Dalai Lama. Y así es como haciendo de sus sueños una extensión de su cuerpo, Indira Arias Aliaga (28) combina colores y texturas, enalteciendo la riqueza de los pueblos potosinos a través de Migrante, la marca de diseño y moda de la que es gerente propietaria hace casi dos años.

Reconociendo el mundo

Cuando la conocí, años antes de que se convirtiera en la empresaria que ahora es, lucía una polera y un buso deportivo acordes a la ocasión, pues en ese momento, ambas nos encontrábamos haciendo un voluntariado junto a la organización de Olimpiadas Especiales, en la que niños y adolescentes con capacidades diferentes competían en distintas actividades deportivas. Verla ahora convertida en toda una fashionista, ha cambiado la imagen que tenía de aquella Indira, que casi lucía como una niña, hoy es toda una mujer madura con la mirada determinada y el paso firme anclado en un tacón.

Y, justamente, esa actitud propositiva y las ansias por ayudar al otro, llevaron a Indira a tomar una de las decisiones más arriesgadas de su vida: emprender en tiempos de pandemia. Aunque, posiblemente, este salto al vértigo tenga que ver con otra de las decisiones importantes que debió tomar, cuando en 2018 emprendió un viaje de dos años por Asia y África, siguiendo las vibraciones de un corazón que la llevaba a hacer voluntariado en regiones con un índice de pobreza alto.   

Esta experiencia, no sólo le permitió conocer culturas, sino también, reflexionar sobre el papel que ella jugaba en su sociedad, en su tierra natal, en la cuna de lo que alguna vez fue el imperio de la plata y los metales preciosos, en su amada Potosí. Así fue, que a su retorno a Bolivia, días antes de que en el país se declare un estado de cuarentena a raíz del Covid-19, Indira empezó a trabajar en una idea, que no sólo le permitiría cumplir los sueños que desde pequeña tuvo cuando diseñaba la ropa de sus muñecas, sino, le daba la posibilidad de ayudar y acercarse a esas poblaciones que, según comenta la joven, han sido abandonadas por años: los pueblos indígenas de Potosí.


Los inicios que se bordan

Sin saber hablar quechua, Indira emprendió el viaje. Se acercó a cada una de las comunidades para conocer más de sus ritos y costumbres, entablar una relación más próxima con las familias del lugar y comentarles sobre su proyecto soñado. Por supuesto, después de tantas visitas, empezó a comprender las palabras que musicalmente salían de la boca de niños y ancianos.

Así nació Migrante, una palabra que no sólo es el referente de una marca, al contrario, implica la búsqueda de oportunidades, la necesidad del movimiento. “Cuando me mude a La Paz por estudios, veía en sus calles a mucha gente potosina pidiendo limosna, que era la misma que vivía en la comunidad de mis abuelos. Esto me shockeó. Acá, en Potosí, esas personas tenían su casa en el pueblo, pero en la ciudad eran menos. Conocía el talento que tenían por los bordados que alguna vez las vi realizar, pero lastimosamente, no sabían como mostrarlo, peor aun cuando el idioma era una barrera”, afirma la joven diseñadora, esbozando una sonrisa, que no se sabe si es de alegría o de asombro.

Joven e intensa

En su corta pero intensa vida, Migrante ha sido premiada en la categoría de Empresa y Comercio por la Cámara Júnior Internacional (JCI) y obtuvo el primer lugar en la categoría de Pasarela Formal en el evento de moda Munakuyki Potosí. Además, tuvo el lujo de vestir a personalidades reconocidas del medio, entre ellas, Mónica Valle (Miss Potosí 2021); Carla Iriarte, (vocalista del grupo Odas), quien lució un traje para los Billboard Bolivia; Carla Ortiz, que encantada con las prendas de Migrante, invitó a la marca a ser parte de su exclusiva boutique de diseñadores bolivianos Miski Simi; y Jessica Churata (concejal de Potosí).

Pero todo esto ha sido posible sólo a partir de la constancia, el trabajo arduo y el amor por lo que se hace. “Tuve una infancia feliz y una hermosa familia, pero en el colegio tuve una etapa complicada, ya que para mi edad yo era alta y gordita, lo que me hizo presa del bullying de mis compañeros. Fue mi madre quien me dio las herramientas clave para enfrentar este problema. De repente, me vi metida en cursos de teatro, de poesía, de liderazgo y de voleibol, lo que me ayudó a crecer mental y emocionalmente, y darme la oportunidad de conocer nuevos espacios”, me dice, e inmediatamente, me habla de los trazos en sus diseños, que no se aferran a los estereotipos de las tallas pequeñas. “Cuando diseño alguna colección pienso en la variedad de cuerpos que hay; busco que cada mujer que use una de las prendas de Migrante, se sienta cómoda libre, empoderada y deje atrás los miedos”.

La vida de Indira ha ido calcándose entre subidas y bajadas azarosas, que la han llevado a reafirmar su vocación y comprometerse en cada paso que da con convicción. Al menos, así lo percibo cuando me dice que “el saber en carne propia lo que es sentirse en necesidad en cualquier aspecto: emocional y económico, le ha brindado la oportunidad de desarrollar los proyectos que ahora desarrolla”. Hace hincapié también, en la importancia que ha tenido en sus días aprender a dar, a recibir y a encontrarse consigo misma. Yo diría, que a cada minuto aprende a ser feliz.

La complicidad con el mundo

La veo y escucho, y me doy cuenta de esa complicidad que tiene con el mundo, pues, ella también ha sido una migrante. Cuando me habla con cariño de cómo empezó, tan sólo con unos ahorros que tenía de un trabajo que había realizado meses atrás, yendo y viniendo por las comunidades a paso solitario y me muestra sus prendas hechas de bayeta de tierra y tocuyo con coloridos símbolos ancestrales bordados, noto esa sensibilidad con la que una madre cuida a su hijo. Me habla con romanticismo de sus proyectos a futuro, y no sé si cabe en los hoyuelos que se le forman al sonreír, el mundo resuelto de ilusiones que ha creado.

Cuando la charla está por terminar, le pregunto sobre la competencia y lo complejo que puede ser emprender un negocio en tiempos donde el mercado está saturado, y con voz firme me responde: “la competencia puede ser bastante fuerte, pero el objetivo principal de Migrante, es contribuir a disminuir la migración constante que existe del campo a la ciudad, otorgando fuentes de trabajo a la gente en sus lugares de origen”. Lo entiendo, esto no va por un crecimiento en las finanzas propias de la diseñadora, sino, sigue aquel camino que desde 2015, año en el que empezó a hacer voluntariado, ha ido cimentando para hallarse a ella misma en este mundo, aprendiendo a dar todo sin esperar nada a cambio.





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