La diplomacia profesional es uno de los mayores bastiones del Estado en la defensa del interés nacional, la conservación de su estatuto territorial y el logro de los objetivos estratégicos de la República de Bolivia.
Brújula Digital|10|11|25|
Ivan Camarlinghi
Los desafíos del presidente Rodrigo Paz al asumir el mando de la nación son muy serios, tomando en cuenta la situación del país por el saqueo de los recursos naturales, la apropiación indebida de los fondos estatales y su despilfarro, la desinstitucionalización de la República y sus instituciones. Esta fue una noche muy larga que felizmente concluyó el sábado.
En estos años, las instituciones estatales recibieron el maltrato del gobierno, pero una de las más golpeadas fue el Ministerio de Relaciones Exteriores, atropellado por cinco cancilleres, quienes, sin lugar a dudas, son los peores de la historia; lo único que hicieron fue despedir a todo el personal de carrera y avasallar la institucionalidad difícilmente lograda en varias décadas.
Hasta 2006 la Cancillería fue una de las más institucionalizadas. El PNUD financió un proyecto de cooperación no reembolsable con un importante aporte para fortalecerla.
En dos décadas, la Cancillería fue tratada como el peor enemigo del Estado y uno de los cancilleres se atrevió a desconocer la existencia de la carrera y se burló con burda sorna hasta de las actividades sociales de la diplomacia.
En contrapartida, ellos protagonizaron decenas de casos en los que los funcionarios, apadrinados y nombrados por el gobierno en el exterior, cometieron delitos, errores y un cúmulo de barbaridades, producto del desconocimiento de las normas que rigen las relaciones entre Estados y la política exterior de Bolivia.
Dejemos atrás este tenebroso pasado, ahora viene un gobierno diferente. Una nueva administración que está casi obligada a devolver la institucionalidad a la Cancillería, reponiendo la Academia Diplomática Boliviana; reincorporando a los funcionarios profesionales del Servicio de Relaciones Exteriores, que durante 20 años tuvieron que deambular buscando otros medios de vida, cual personas errantes en el propio territorio nacional o fuera de él.
También se debe derogar la ley que reemplazó ilegítimamente a la 1444 y reponerla, además de elaborar un nuevo Escalafón Diplomático y realizar una reingeniería de la política exterior.
Asimismo, se deberán fortalecer las relaciones bilaterales, multilaterales y comerciales, que son de vital importancia para recuperar la economía nacional destruida por el MAS, otorgando seguridad jurídica a las inversiones extranjeras.
El aporte de los diplomáticos de carrera se ha plasmado en los últimos meses en un libro sobre la política exterior en el Bicentenario, publicado con el apoyo de la Carrera de Ciencias Políticas de la UMSA y la Fundación Hanns Seidel.
Dentro de los logros de la institucionalización de la carrera diplomática se debe mencionar, además, la histórica resolución de la Asamblea General de la OEA en 1979, en La Paz, en la que todos los países del hemisferio apoyaron la demanda marítima de Bolivia. También la participación de nuestros funcionarios en organismos hemisféricos y globales, como la OEA, la ONU, la Comunidad Andina de Naciones, ALADI y otros; la consolidación de relaciones comerciales, la intensificación de relaciones políticas y otras, así como fortalecer las relaciones con México, Estados Unidos, la Unión Europea, China, Suiza, Egipto, Israel y otros.
Estos logros se cuentan por decenas, mientras que los “logros” de la mal llamada “diplomacia de los pueblos” son inexistentes; más bien se pueden contar por decenas las graves pérdidas de esa “diplomacia”, como las derrotas en la demanda marítima y el Silala en la Corte Internacional de La Haya, que fueron las peores perdidas diplomáticas del Estado en los últimos 50 años.
Se debe retomar las relaciones vecinales, reconstruir las relaciones con Estados Unidos, incentivar la lucha contra los ilícitos internacionales, especialmente el narcotráfico; incrementar las relaciones comerciales con los principales bloques económicos mundiales, incentivar el comercio con las economías emergentes como la India, Sudáfrica, la Alianza por el Pacífico y otros.
Hay que relanzar las relaciones con Chile y adoptar las políticas que nos permitan reinsertarnos en la economía y la sociedad mundial después de 20 años en los que vivimos absolutamente ideologizados, aislados y sin esperanzas, como si fuéramos una Corea del Norte en Sudamérica.
La diplomacia es la extensión del diálogo y la resolución de los conflictos internacionales por medios pacíficos. En el caso de Bolivia, la diplomacia profesional es uno de los mayores bastiones del Estado en la defensa del interés nacional, la conservación de su estatuto territorial y el logro de los objetivos estratégicos de la República de Bolivia. Auguramos mejores tiempos para la diplomacia profesional boliviana.
Ivan Camarlinghi es periodista y diplomático.