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Política | 04/11/2025   02:00

|OPINIÓN|La llamada de lo salvaje|Dennis Lema|

Último balido: ¿no estamos hasta el cogote de tanta política? ¿Y si le damos al nuevo gobierno la oportunidad de iniciar su mandato? Un poco de tiempo para organizarse y armar el rompecabezas. No será tarea sencilla.

El Presidente electo Rodrigo Paz y el Vicepresidente electo Edmand Lara. Foto RRSS Rodrigo Paz.
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Brújula Digital|04|11|25|


Soy una de las ovejas que votó por Rodrigo Paz. Formo parte de ese rebaño, olor a hierba y humedad, que avanza hacia el abismo tropezando con sus propias patas. Un cuadrúpedo analfabeto que, según el post de un redneck cochala, no merecería, en Navidad, un pantalón remendado ni las sobras de la cena. 

Pero, antes de que aquel pastor pre-52 me arrastre al matadero de sus RRSS, quisiera explicar –en todo caso balar– algunas razones de aquel voto inconsciente, resentido y enemigo del progreso que tuve la osadía de cometer el 19 de octubre.

Este país no sólo debe ser administrado, sino comprendido en sus entrañas. Entonces, tener un PhD no garantiza visión integral de Estado. El pueblo es más que un dato estadístico: contiene personas de carne y hueso que se desangrarían con ajustes desmedidos. 

Por eso mi voto no fue sólo por Paz, fue también –¿o sobre todo?–anti-tutista. No contra Tuto en sí, sino contra ese pelotón de barrabravas prestas a convertir en mistura a cualquiera que se sonriera ante su gorra MAGA. 

Gente que, siguiendo el libreto clásico de la ultraderecha, inventó un “otro” –el cholo– para volcarle su frustración acumulada. Gente tan contradictoria que critica lo que practica. Acusa de ignorantes a sus contendientes, pero ¿qué biblioteca ha construido? ¿qué textos serios ha escrito? ¿qué opiniones respetables ha vertido? Se burla del voto “masista” del PDC, pero ¿acaso su Alianza no quiso pescarlo en el mismo río?

Entonces. ¿por qué le improvisó un disfraz de indígena de salón al ya improvisado Jeipí? Se ríe del voto identitario, pero el suyo es igual de tribal. Si de manadas se trata, los tutistas conformaron la suya: son lobos que se alimentan de fake news, aúllan en redes y linchan con euforia.

Pero mi voto viene sin cánticos de tribuna, coreografías ni pompones. Contiene crítica, desconfianza y memoria: un cóctel de escepticismo con una cereza en lugar de la aceituna verde-oliva, controversial en este contexto. 

Partamos por lo evidente: la victoria del PDC llegó con un buen componente de azar. La conformación del binomio Paz-Lara fue lo que los empresarios llamarían una “sociedad accidental”, donde el expolicía era el socio imprescindible. Y ahí está el problema, porque Lara –el héroe popular convertido en Vicepresidente electo– es un francotirador que dispara contra todo lo que se mueve, sin distinguir entre adversarios y aliados. 

Verlo arengando en el vestuario del Wilstermann confirma la sospecha: tenemos a otro populista con fetiche futbolero. En plena crisis económica, su gran propuesta para el Ejecutivo fue El Diablo Etcheverry… En su momento, me conmovió su discurso anticorrupción, su espontaneidad y su raigambre social, pero no cuenta con mi apoyo si no abandona pronto el discurso y las mañas de camarín.

La victoria de Paz –con más de 600.000 votos de diferencia– fue contundente. El campo popular defendió su autogobierno, castigó la simulación y premió la autenticidad. Apenas se conocieron los resultados, los lobos heridos aullaron “fraude”. Unos, usados como carnada por cazadores que ya aceitan sus armas para las subnacionales. Otros fueron simples víctimas del reflejo de manada. Acudieron –como diría Jack London– a la “llamada de lo salvaje”. Al final no prosperó. Aquellos ridículos enmascarados fueron sólo llajua aguada en el banquete democrático. Pero los lobos-ultra aún no asumen su fracaso y sueltan la misma frase mezquina que antaño coreaban los gonistas: “No me echen la culpa, yo voté por Tuto”.

Hay razones para la esperanza: la hegemonía ha terminado, seis fuerzas pujan ahora en la Asamblea. Los derrotados, incluido Tuto, han tendido la mano al ganador para darle gobernabilidad –los fans de Libre definieron aquel gesto como “jugada magistral”–. 

Pero también hay razones para la alerta: las subnacionales pueden abrirle la puerta a quien todos tememos nombrar. Además, Rodrigo podría acercarse demasiado a los líderes mundiales de derecha, gambeteando en exceso a la base popular que le “prestó” su voto, provocando molestia y reacción. 

Y sobrevuela un peligro silencioso. Una corte que ya se arremolina alrededor del poder, compuesta por la misma fauna de siempre: empresarios con más deudas que escrúpulos –alguno de ellos con fortuna acuñada en la dictadura–, merodeando un gobierno que prometió ser la excepción.

Último balido: ¿no estamos hasta el cogote de tanta política? ¿Y si le damos al nuevo gobierno la oportunidad de iniciar su mandato? Un poco de tiempo para organizarse y armar el rompecabezas. No será tarea sencilla. 

Yo, por lo pronto, respondo a mi propia llamada salvaje, abandono el rebaño y retorno a mi pradera. Me auto-otorgo el permiso de escribir sobre otros temas, no más sobre lobos y ovejas, tan predecibles ya.

Dennis Lema Andrade es arquitecto y escritor.



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