cerrarIMG-20250923-WA0008IMG-20250923-WA0008
BEC_ZAS_1000x155px
BEC_ZAS_1000x155px
Brujula Digital BancoSol PDF 1000x155px
Brujula Digital BancoSol PDF 1000x155px
Política | 21/10/2025   06:08

|OPINIÓN|21 de octubre, por el Día del diplomático boliviano|José Luis López|

Un día para recordar que la diplomacia no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Que no es un gasto, sino una inversión en soberanía, desarrollo y paz. Que, en un mundo interconectado y fragmentado, la calidad de nuestra voz internacional define nuestro margen de maniobra como nación.

Frontis de la Cancillería de Bolivia. Foto ABI. Archivo.
BEC_ZAS_956x150px
BEC_ZAS_956x150px

José Luis López 

Brújula Digital|21|10|25|

Bolivia, a lo largo de sus 200 años de existencia, ha debido abrirse paso en múltiples espacios de pugna internacional para hacerse valer ante sus pares de la comunidad global. Desde la defensa de su soberanía territorial, hasta la negociación de acuerdos comerciales, ambientales y de integración, el país ha enfrentado desafíos que exigen inteligencia estratégica, firmeza ética y profundo conocimiento técnico. 

En cada uno de esos escenarios, fueron los diplomáticos bolivianos quienes han asumido la responsabilidad de representar al Estado, más allá de los ciclos políticos y de los gobiernos de turno. Estos actores silenciosos son profesionales formados para defender los intereses superiores de la nación, incluso cuando su labor ha sido ignorada, subestimada o instrumentalizada.

En los últimos tiempos se ha evidenciado el desprecio institucional y marginación política, a pesar de que dichos profesionales fueran formados en el seno de la Cancillería boliviana, a través de la Academia Diplomática, donde se permearon de las miradas técnicas de las relaciones internacionales que exigen conocer un mundo globalizado y con las apreciaciones políticas de la coyuntura histórica.

La importancia de los Diplomáticos radica en las tareas asignadas, que pasan por la negociación de tratados, protección de connacionales, articulación de alianzas y trasmitir la voz de Bolivia en foros donde se decide el destino de las naciones del mundo. 

En ese, sentido ¿sería descabellado proponer que se dedique el 21 de octubre de cada año para recordar al diplomático boliviano? 

Reconocer el 21 de octubre como Día del diplomático boliviano no es solo una propuesta conmemorativa, es una acción profundamente pedagógica y estratégica que responde a una exigencia social e histórica con quienes llevaron dignamente el nombre de nuestro país, con ética y responsabilidad por defender los altos intereses de la nación.

En un país cuya historia está marcada por desafíos geopolíticos, pérdidas territoriales, procesos de integración y transformaciones institucionales, la figura del diplomático ha sido clave, aunque históricamente invisibilizada.

Instituir esta fecha permitiría reparar esa omisión, visibilizar una profesión esencial para la soberanía y proyectar una diplomacia acorde a los desafíos del siglo XXI.

Desde el punto de vista simbólico, declarar un Día del diplomático boliviano sería un acto de justicia histórica. Rafael Bustillos, cuyo nacimiento se conmemora el 21 de octubre, representa el origen de una diplomacia forjada en la adversidad, donde la palabra era el único escudo frente a la pérdida territorial. 

Reconocer su legado, y el de figuras como Tomás Frías y Víctor Andrade Uzquiano, permite construir una narrativa nacional que valora el pensamiento estratégico, la defensa jurídica y la vocación. 

Actualmente, los diplomáticos bolivianos enfrentan desafíos que Bustillos ni siquiera podría imaginar, desde la geopolítica de los recursos naturales hasta la inteligencia artificial, pasando por la diplomacia climática, la seguridad alimentaria, la ciberseguridad, la migración forzada y la gobernanza digital

Mientras otros países celebran con orgullo a sus diplomáticos, como México, el 8 de noviembre; Argentina, el 29 de julio, o Perú, el 3 de abril, Bolivia guarda silencio. Esta omisión no es menor pues refleja una desconexión entre la política exterior y la conciencia ciudadana, entre el servicio exterior y la narrativa nacional. 

En términos pedagógicos, este día permitiría educar a la ciudadanía sobre el rol de la diplomacia en la vida cotidiana. La imagen del diplomático como funcionario protocolario es obsoleta. Hoy, los diplomáticos son profesionales formados en la Academia Diplomática o en otros Institutos Internacionales homólogos, multilingües, con dominio del derecho internacional, la geopolítica y la gobernanza global.

Reconocer su labor permitiría generar conciencia sobre cómo la calidad de nuestra representación internacional incide directamente en el desarrollo, la seguridad y la proyección del país. Socialmente, el Día del diplomático boliviano contribuiría a la cohesión institucional y al fortalecimiento del servicio exterior. 

Asimismo, sería una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos actuales, como la diplomacia climática, la geopolítica del litio, la inteligencia artificial o la ciberseguridad, y para debatir el tipo de diplomacia que Bolivia necesita en el marco del Bicentenario. 

La propuesta de los Lineamientos para una política exterior de Bolivia en el Bicentenario, elaborada por 14 diplomáticos de la Asociación de Egresados de la Academia Diplomática de Bolivia, presentada en octubre de 2025, muestra el potencial que existe en una comunidad profesional madura, crítica y comprometida con el país. 

Instituir esta fecha permitiría articular mejor la Cancillería con la sociedad civil, fortalecer la formación continua, implementar políticas de género y proyectar una diplomacia plural, eficaz y transformadora. Al mismo tiempo, permitiría evocar un pensamiento a quienes, desde embajadas, consulados y organismos multilaterales, trabajan por los intereses del país, muchas veces en condiciones difíciles, con escasos recursos y sin reconocimiento.

De la misma forma, la partida del embajador Gustavo Aliaga Palma, en octubre de 2025, no solo dejó un vacío institucional, sino que puso en evidencia la necesidad urgente de reconocer a quienes han dedicado su vida a representar a Bolivia con integridad y visión estratégica.

En definitiva, el 21 de octubre puede convertirse en un punto de inflexión. Un día para recordar que la diplomacia no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Que no es un gasto, sino una inversión en soberanía, desarrollo y paz. Que, en un mundo interconectado y fragmentado, la calidad de nuestra voz internacional define nuestro margen de maniobra como nación. 

Reconocer a los diplomáticos bolivianos es reconocer a quienes construyen puentes, defienden principios y representan con dignidad a Bolivia en el escenario global. Que este sea el primer paso para darles el lugar que merecen en nuestra conciencia colectiva.



Tags:



BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
Recurso 4
Recurso 4
ArteRankingMerco2025-300x300
ArteRankingMerco2025-300x300