El otrora “ministro del milagro económico” termina como un presidente sin popularidad ni legitimidad, rechazado tanto por los sectores tradicionalmente opositores como por las bases que antes apoyaban al MAS.
Brújula Digital|20|10|25|
Raúl Peñaranda U.
Tras el balotaje realizado el domingo, con el que Rodrigo Paz se convirtió en presidente electo, Luis Arce inició la última fase de su mandato en medio de denuncias de corrupción, acusaciones contra sus hijos, escándalos personales, crisis económica y un creciente desánimo social en Bolivia.
El otrora “ministro del milagro económico” termina como un presidente sin popularidad ni legitimidad, rechazado tanto por los sectores tradicionalmente opositores como por las bases que antes apoyaban al MAS.
Arce demostró no tener la capacidad para conducir la economía boliviana en tiempos de crisis. Resultó ser un buen administrador de la bonanza económica que vivió el país entre 2006 y 2019, pero una vez que se acabaron los recursos y la situación se tornó crítica, quien se consideraba a sí mismo como uno de los mejores economistas de Bolivia no logró enfrentar ninguno de los problemas que lo acecharon.
No tomó decisiones sobre la subvención a los hidrocarburos por cálculo político, pero tampoco hizo nada ante la escasez de dólares ni la ralentización económica general. Menos aún intentó reformas estructurales en salud, educación y justicia, sectores que mantienen una crisis que se arrastra por décadas.
Números preocupantes
Los números son alarmantes. Durante el primer semestre de 2025, el Producto Interno Bruto se contrajo un 2,4%, mientras la inflación superó el 18% desde principios de año, erosionando el poder adquisitivo de los bolivianos. La falta de dólares y combustibles ha paralizado la economía.
Al colapso de la industria extractiva, tradicional motor de las exportaciones y las finanzas públicas, se sumaron bloqueos de caminos y problemas logísticos. Comercio, transporte y servicios han sufrido contracciones significativas, afectando directamente el empleo y los ingresos familiares.
La brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo revela la magnitud del desbalance financiero y la desconfianza que impera en el mercado.
Los escándalos personales
Además de los problemas económicos, Arce enfrentó graves acusaciones personales. Una exfuncionaria estatal lo acusó de haberla abandonado durante su embarazo y de desentenderse del supuesto hijo que tuvieron juntos.
Sus hijos también protagonizaron escándalos. Dos de ellos fueron acusados de obtener un crédito de 9,1 millones de dólares para comprar un gran terreno agrícola en Santa Cruz sin ofrecer garantías, cuando tenían apenas 20 y 25 años. Un tercer hijo fue acusado de violencia contra la mujer por su expareja y, según un fallo reciente, fue liberado con la condición de someterse a tratamiento psicológico.
Arce será recordado también por su incapacidad para lograr viabilidad en el Legislativo, que le bloqueó todas sus iniciativas. Algunos críticos y analistas lo consideran el peor gobierno desde la recuperación de la democracia y uno de los peores en los 200 años de historia boliviana.
La guerra con Evo Morales
Lo único en lo que Arce fue exitoso fue en anular políticamente a Evo Morales. Lo hizo mediante el Tribunal Constitucional, que él dominaba, en dos fases distintas. Primero impidió que Morales continuara como jefe del MAS y le quitó el control de la sigla. Segundo, estableció mediante otro fallo constitucional que Morales no puede ser candidato en el futuro.
Esta fue la reacción de Arce ante la virulenta oposición de Morales contra su gobierno. Poco después de iniciada su gestión, el expresidente comenzó a atacar al mandatario con críticas y demandas de que cambiara su gabinete, cosa que Arce no hizo. Posteriormente, Morales inició una espiral de acusaciones que incluyeron denuncias de corrupción contra los hijos de Arce en hechos ligados a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Estas acusaciones debilitaron claramente al gobierno de Arce, quien reaccionó usando el Tribunal Constitucional para neutralizar a Morales.
El fin de un ciclo
Concluye así el gris gobierno de Arce, acompañado de un vicepresidente aún más intrascendente, David Choquehuanca. Con ellos terminan 20 años de un régimen y un ciclo político que tuvo en su momento resonantes victorias políticas y reformas económicas y sociales de importancia, como la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma constitucional.
Sin embargo, en la memoria actual de los bolivianos, ese legado ya no tiene respaldo. El fracaso de Arce ha opacado definitivamente los logros del pasado y cerrado un capítulo que muchos quisieran olvidar.
BD/RPU