Se requerirá mucha capacidad de articulación de acuerdos básicos de gobernabilidad y de gestión pública, para que las medidas tengan los efectos esperados.
Brújula Digital|17|07|25|
Reynaldo Marconi
La Elección General (EG25) ha entrado en su recta final con una lista de candidatos sin renovación. El gobierno, sin brújula, acorralado por la crisis. El TSE, con una dinámica polémica, agobiado por el calendario. El resultado previsible poselectoral es la crisis social por problemas de gobernabilidad, agudizada por la crisis económica desatendida.
Contexto
El gobierno carece de libreto y recursos para revertir la crisis, sumado a la pérdida total de credibilidad por sus medidas improvisadas, y desesperado por concretar los contratos cuestionados del litio.
La ciudadanía, angustiada por la crisis, y desesperada por el cambio de gobierno. Los sobrevivientes al ciclo masista son el populismo de izquierda, la derecha radical y el centro de derecha. Las últimas contiendas electorales presentan tendencias polémicas: la izquierda histórica ha desaparecido; la derecha radical decrece; el “populismo de izquierda”, luego de un ascenso permanente, da señales de agotamiento de su ciclo. Las agrupaciones de “centro derecha” decrecen y los “taxi partido” deambulan buscando el pasajero de turno.
No emergieron iniciativas disruptivas y prevalece más de lo mismo. Las iniciativas ausentes son las vinculadas al desarrollo sostenible y las que pregonan el cambio de modelo y cuestionan el extractivismo. Las dos encuestas electorales develan un porcentaje importante de indecisos.
Primera vuelta
Del lado del populismo, el “voto administrativo” recorre el último tramo sin rumbo; el “voto étnico” asociado a Evo está resquebrajado; la esperanza es el “voto renovación” de Andrónico, cuya estrategia es el silencio. La votación de este bloque podría estar menos fragmentada si se impone la estrategia “salvación/impunidad”. Sin embargo, el desgaste del ejercicio del poder, el cuestionamiento de la población joven periurbana y rural a la corrupción normalizada, la falta de empleo, las colas y la inflación incidirán en la votación, bajando los niveles históricos del pasado.
Del otro lado, la disputa entre Tuto y Samuel ignora las demandas de unidad para desplazar al masismo, evitando los errores de la elección del 2020. Manfred sigue en su propia agenda, Dunn inhabilitado y Rodrigo con un discurso de victimización como actor “emergente”. Así, de no mediar el desmarque del ego, los resultados previsibles serán la fragmentación en su representación en el Legislativo, carente de plataforma común y falta de liderazgo.
La conclusión es que ningún candidato tiene posibilidad de elección directa en primera vuelta. El resultado será la segunda vuelta para la elección presidencial y un Legislativo fragmentado en representación política, sin liderazgo y sin una plataforma única para superar la crisis económica, con limitaciones para enfrentar la crisis social en gestación, y sin una visión concertada para construir un modelo alternativo al masismo.
Segunda vuelta
El escenario más probable es oposición Vs populismo. Para sumar más votos, la oposición recurre a la estrategia del voto informado, y el bloque populista, a la recuperación del voto étnico. Andrónico ha optado por la estrategia del silencio, porque la utilidad del voto informado no es el camino para recuperar el voto étnico, independientemente de su capacidad para lidiar en debates sobre la crisis y sus caminos de solución.
Para los dos actores de la oposición, Samuel y Tuto, cuyos diagnósticos son similares, al margen de quién pase a segunda ronda, su incidencia en el voto se producirá en el fichaje del nicho electoral. El voto de clase media tiene sus predefiniciones y fue copado en gran medida con la estrategia del voto informado.
El nicho indeciso, conformado por los actores de la economía informal –particularmente cuentapropistas, transporte y mercados– y la juventud periurbana y de las ciudades intermedias, son los que determinarán el resultado final.
Sus preocupaciones corresponden al desabastecimiento de productos básicos y combustible; cerrar la brecha cambiaria; recuperar la estabilidad económico-social; generar oportunidades y empleo para la juventud; y seguridad ciudadana.
El discurso de culpabilización de la crisis, cambio de la matriz productiva, energética, del modelo de desarrollo y otros desafíos, probablemente no tenga incidencia en el nicho indeciso.
Gobernabilidad posEG25
El tablero político posEG25 será rearticulado en el Ejecutivo y Legislativo. El Poder Judicial requiere cambios con reformas constitucionales. Por su parte, la gobernabilidad dependerá de la voluntad y posición de los actores políticos, los poderes del Estado, participación ciudadana, y las instancias subnacionales a ser electas entre marzo/abril de 2026. Escenario muy complejo en el que el nuevo gobierno debe encarar las tareas para superar la crisis económica –precios, brecha cambiaria, abastecimiento, empleo, déficits público y comercial–, cuya ejecución va a generar protestas sociales.
Durante el ciclo masista, las cúpulas gobernantes utilizaron a los movimientos sociales en base a prebendas y beneficiaron a las élites del agropoder, recurriendo hábilmente al silencio cómplice. En el nuevo ciclo, el populismo no podría reproducir la alianza con los movimientos sociales, por su desgaste y la práctica cuestionada de la cooptación política y prebendas públicas.
La estructura del masismo está en crisis y los resultados electorales serán la factura. Su capacidad de convocatoria está resquebrajada, y sin las prebendas públicas tendrá resultados restringidos en el alineamiento.
Del lado del futuro gobierno, se requerirá mucha capacidad de articulación de acuerdos básicos de gobernabilidad y de gestión pública, para que las medidas tengan los efectos esperados: salir de la crisis y evitar bloqueos y acciones de protesta social. La falta de gobernabilidad es una amenaza para la paz social del país.
Reynaldo Marconi es economista.