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Política | 08/07/2025   03:30

OPINIÓN| Bolivia no será ingenua|Eduardo Salamanca|

Con el corazón en la mano abrigo la firme esperanza de que el Cándido no sea yo al soñar con que los bolivianos no queremos ser Venezuela, Nicaragua ni Cuba.

Mariana Prado y Andrónico Rodríguez, candidaEltos a la presidencia por lianza Popular. Foto APG
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Brújula Digital|08|07|25|

Eduardo Salamanca 

En medio de una profunda crisis económica, institucional, política y moral, Bolivia no se resignará, pues los vientos de cambio soplan fuerte, más allá de la desesperanza que nos agobia, principalmente a los sectores empobrecidos y vulnerables. No creemos más en el MAS ni en el único candidato del socialismo del siglo XXI, Andrónico Rodríguez, que dice que se puede “mejorar lo bueno” de los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce. Pero el pueblo boliviano ya no es cándido, no en el sentido volteriano del término.

Cándido, el personaje de Voltaire, era ingenuo. Creía, aún frente a la tragedia, que vivía en “el mejor de los mundos posibles”. Este personaje era ajeno a la malicia o a la ironía del mundo, creyendo en la bondad o el orden natural de las cosas, a pesar de la evidencia en contra. 

Apelaremos a un ejemplo: Juan sigue creyendo que su jefe va a ascenderlo solo por “trabajar duro” y “ser buena persona”, cuando la realidad le dice: ¡Ay, por favor!  Juan es cándido en el sentido volteriano de la palabra. No entiende que en esa empresa solo ascienden los que saben jugar sucio. 

Nosotros ya no lo creemos. No nos tragamos más el relato de la “revolución democrática y cultural” que nos deja una democracia destruida, una justicia arrodillada, una economía en bancarrota y una sociedad herida por la corrupción y la impunidad.

No al socavón moral, el pueblo lo logrará con su voto

Los bolivianos no votaremos por la impunidad. Votaremos con memoria y con decisión. No olvidamos la burla del referéndum del 21F, ni de la sentencia constitucional fraudulenta que le permitió a Evo Morales postularse nuevamente, en contra de la voluntad popular. No olvidamos el fraude electoral de 2019. Ni las filas interminables para comprar gasolina, ni la falta de dólares, ni el colapso económico generado por el despilfarro y las políticas irresponsables.

La corrupción no es anecdótica. Es estructural. Se expresa icónicamente en los casos del Fondo Indígena, CAMC, conocido también como el caso de Gabriela Zapata. En la creación de empresas estatales ruinosas, como Quipus o la Planta de Urea. En megaobras inútiles, como la Casa del Pueblo o el Museo de Orinoca, que no son otra cosa que monumentos a la egolatría de Morales Ayma.

¿Y qué propone Andrónico Rodríguez? En su primera aparición pública, lejos de mostrarse como un estadista, evidenció una alarmante ignorancia sobre los temas fundamentales del Estado. Fue evasivo, sin propuestas, sin coraje, sin liderazgo. Tal parece que no tiene un programa de gobierno. A cada pregunta, respondió con frases vacías: “dialogaremos con los sectores”, “consensuaremos”, “no presionaremos a nadie”. En Bolivia, todos sabemos lo que significa para el MAS el “diálogo”: gas pimienta contra los discapacitados, palos para los cívicos de Potosí, agresión y persecución contra quienes piensan diferente.

En la entrevista, Andrónico confesó que mantendrá las 22 mil hectáreas de coca en el Chapare –legalizadas por ley impuesta por su partido–, a pesar de que más del 95% de esa coca va al narcotráfico. Prometió erradicar la coca de Yungas, el verdadero espacio del consumo tradicional. ¿Es esto gobernar con justicia o simplemente proteger intereses a los que el concierto internacional denomina narcogobierno?

La justicia no es venganza

Andrónico dice que cumplirá la ley, pero su candidata a Vicepresidenta le pidió como condición para acompañarlo que no toque a Morales. ¿Qué ley piensa cumplir entonces? ¿La que archiva los casos de estupro y permite que Evo Morales, denunciado por tener relaciones e hijos con menores, siga impune? ¿O la ley que se aplica a los enemigos y se ignora con los aliados?

No se trata de venganza; se trata de justicia. Que quienes destruyeron la institucionalidad, el Estado de derecho, el alma de Bolivia y despilfarraron la economía, paguen por sus actos. No a la impunidad. El pueblo lo logrará con su voto.

Hoy, el Tribunal Constitucional Plurinacional, gracias a una autoprórroga escandalosa, actúa como poder supremo por encima del pueblo y del resto de los poderes. El TCP, cuyos miembros sobre tienen graves denuncias de corrupción, se ha convertido en un órgano al servicio del poder, dictando sentencias a pedido, blindando a los corruptos y destruyendo la Constitución en nombre de la Constitución.

¿Y la Oposición? ¿Estará a la altura?

Es cierto que la oposición sigue fragmentada. Las ambiciones personales, la miopía estratégica y la incapacidad para asumir un proyecto común generan una profunda frustración. Pero si la oposición no se pone a tono, el pueblo lo hará. Si no se unen ellos, nos uniremos nosotros, los ciudadanos, alrededor del que dé la talla, del que, dotado de inteligencia, capacidad, valentía y coraje, pueda representar una verdadera alternativa.

Se necesita una causa. Y la causa es clara: desterrar de poder al MAS y al socialismo de siglo XXI. Por eso, no debemos votar no con ingenuidad, sino con lucidez, para arrasar en las urnas con por lo menos con el 70% que entierre para siempre este proyecto autoritario y corrupto.

Los ciudadanos decidimos

Nos quieren convencer de que nos hemos acostumbrado a las filas por horas para comprar gasolina, a la corrupción gubernamental, al “roba, pero hace” de algunas alcaldías, a la falta de empleo, de pagar impuestos mientras los cocaleros no lo hacen. Al “secuestro” de niñas para entregarlas como ofrenda al gobernante. A la explotación ilegal de minerales, en fin, a la injusticia y al fraude, pero ello no es cierto. Nunca aceptaremos que un Tribunal Electoral manipulado decida por nosotros. El ciudadano debe asumir su rol y vigilar cada voto. Hay esperanza, pero depende de nosotros. El pesimismo y la resignación son los aliados más poderosos del populismo.

Bolivia será lo que nosotros decidamos que sea. No lo que Evo, Arce o Andrónico quieran que sea. La patria nos une. Nos une la democracia, la verdad, los hechos. Nos une el amor por una Bolivia libre y digna, con Estado presente en cada rincón, también el Chapare.

Liberarse del socialismo del siglo XXI: el reto del 85%

Sabemos que hay un 15% de voto duro para el MAS que, con un vacilante Andrónico Rodríguez, puede ser menor. Hay un 85% de voto duro por la libertad, por la justicia, por lo que nos une como bolivianos, no por lo que nos separa. La forma vulgar de hacer política que representa el MAS debe terminar. Su proyecto de poder de largo plazo está en guerra contra la democracia, contra la alternancia, contra la nación.

Hay alternativa, y si no la hay, la inventamos. No seremos cándidos. No repetiremos la historia. Esta vez, elegiremos al que dé la talla, al que hable con la verdad, al que tenga el coraje de enfrentar al monstruo de la impunidad. Esta vez, será el pueblo, con su voto, el que se convierta en el verdadero estadista.

Bolivia está cansada, pero no vencida. Está herida, pero no es ingenua. No es Cándido, el personaje de Voltaire. No será Cándido. Será el boliviano que con su voto le diga NO a la impunidad. 

Con el corazón en la mano abrigo la firme esperanza de que el Cándido no sea yo al soñar con que los bolivianos no queremos ser Venezuela, Nicaragua ni Cuba; con que los bolivianos hemos decidido sacudirnos del cuello, sacudir al socialismo de siglo XXI, al MAS.

Eduardo Salamanca es abogado y afiliado a la Federación de Trabajadores de la Prensa de Cochabamba.



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