Hay inmensas capas poblacionales, y activas, ahora mismo, a las que algo como el fraude no les dice ni fu ni fa. Tanto como no les importa un bledo que su Jefe vaya embarazando adolescentes.
Brújula Digital|08|06|25|
Juan Cristóbal Mac Lean E.
Antes que nada, es importante recalcar la doble importancia que tiene llamarlo así: el Fraudulento. En primer lugar, se lo hace simplemente a manera de constatación, así como de alguien que juega fútbol se dice que es un jugador o de quien actúa en cine que es un actor. De igual forma, a quien hace fraude se lo llama fraudulento.
En segundo lugar, y no menos importante, ocurre que la denominación de Fraudulento le calza perfectamente a tan nefasto personaje. No solo porque haya cometido un fraude sino porque todo él, en efecto, destila fraude, exsuda fraude, desde lo más íntimo de sí. El engaño, la falsificación, la mentira son los materiales de que está hecho, son las tendencias psíquicas más propias del “líder de los humildes”.
Tanto el fraude en sí como el hecho de que éste, en un segundo momento tras las gloriosas barricadas del 2019, haya sido tolerado, digerido y negado tan ampliamente, es algo que merecería un sesudo estudio. ¿Qué hace que en un gobierno se dé fácilmente un fraude y en otros no? ¿Qué significa la tolerancia social hacia el fraude? Preguntas de esa naturaleza no pueden dejarse de lado, más aún si todo el MAS, en realidad, es partícipe del olvido o la negación del fraude.
La información sobre el fraude, como el hecho del fraude, en todo caso, han perdido la relevancia que se merecen y que llevó al bloqueo total del país tras que Evo lo cometiera. Hay inmensas capas poblacionales, y activas, ahora mismo, a las que algo como el fraude no les dice ni fu ni fa. Tanto como no les importa un bledo que su Jefe vaya embarazando adolescentes. Es su Jefe y punto. ¿Cuánta adhesión real todavía tendrá él, aparte de los cocaleros? Ni mucho, por suerte, pero tampoco poco. Y ahí se las juega, todo lanzado, sin importarle un comino cuánto daño pueda estar causando. Que se jodan.
No dejará de joder ni un día a quien quiera que sea presidente de este país y sea otro que no él. No dejará de joder al país entero hasta que no se cumpla su delirio desbocado: ser-presidente. Ningún gobierno jamás estará en paz. Joderá y joderá y no sólo a los gobiernos, pues es a todos a quienes nos jode. Bloqueando carreteras es que llegó a la política y bloqueándolo todo es que quiere volver. Ahora mismo debe estar rezando por que muera alguno de sus súbditos. ¡Que de una vez den sus vidas para que él vuelva a “su” avión, a su palacete, a “sus” chicas! Unos cuantos muertos, unos cuantos “mártires” le vendrían muy bien, le alegrarían la vida: ya sabemos de todos los réditos políticos que sería capaz de extraer de las víctimas convenientes.
Aparte de semejantes víctimas materiales, empero, estamos todos los demás, estamos los habitantes normales, los ciudadanos de ciudades bloqueadas, de ciudades estropeadas y gasificadas, de mercados desabastecidos: otras víctimas, otra vez, todos. ¿Víctimas de quién? Del Fraudulento.
Nadie podría, por supuesto, hacer ningún análisis racional, ‘histórico’, político social, etc., que justifique y dé cuenta de tan profundo desastre como el que hoy mismo, otra vez, están causando los bloqueos, lloviendo sobre mojado: es que hay, exclusivamente, una sola razón por la que pasa todo esto: porque Evo-el-Fraudulento quiere meterse a toda costa a las elecciones. Porque le da la gana. Desde el corazón del complejo coca-cocaína, celular en mano, dirige todos los bloqueos. No parará.
Y si el país sobrevive, si llegan las elecciones, si alguien es limpiamente elegido, si el MAS acepta irse y el elegido es posesionado; bueno, ese hipotético presidente futuro, ¿qué hará con Evo, que de buenas a primeras estará otra vez bloqueando?
Todas las etapas mencionadas en la anterior frase, a estas alturas, parecen hablar de sueños más que de realidades programadas, previsibles, como en cualquier democracia medianamente aceptable. Pero, justamente, Bolivia no es una de ellas. Y no lo será mientras el Fraudulento esté acechando. ¿Qué hacer con él?