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Librepensamiento | 13/05/2025

¿Sobrevivirá el MAS al fin de su ciclo?

Pedro Portugal
Pedro Portugal

Es indudable que el MAS enfrenta la acerba etapa del fin de su ciclo político. Ese final de ciclo, sin embargo, no implica su desaparición política… ni siquiera su alejamiento –transitorio o definitivo– de las esferas del poder. Claro que esto último más por defectos de la actual oposición política que por méritos inherentes al Movimiento Al Socialismo.

La actual crisis del MAS no es propia a este grupo político: es una característica de los distintos ciclos políticos en Bolivia. Para ilustrar esta aseveración, no tenemos que ir más lejos que el periodo del nacionalismo revolucionario y de su partido político, el MNR.  Entre 1942 y 1952 el MNR se irguió como un proyecto innovador. La Revolución del 9 de abril de 1952 le permitirá poner en práctica como partido gobernante un conjunto de medidas innovadoras: reforma agraria, nacionalización de minas, reforma educativa, voto universal… Pese a ello, la administración del MNR se degradó paulatinamente hasta culminar con el golpe de Estado de 1964 que lo alejó del gobierno.

Al igual que el MNR, el MAS intentó ejecutar reformas innovadoras y transformadoras, sintetizadas en la Constitución Política del Estado del 2009, que no sirvieron para señalar una irreversibilidad en las transformaciones del Estado y de la sociedad boliviana. La similitud entre el MNR y el MAS son reveladoras: ambos accedieron al poder en hombros de obreros y campesinos… y dejaron el gobierno ante la indiferencia de esos mismos estibadores que no movieron ni un dedo para defenderlos: el MNR en el golpe de Estado de 1964 y el MAS en el tumulto de los pititas en 2019.

La similitud va hasta lo doloroso. Quien dio el golpe de Estado al MNR fue el propio vicepresidente de ese partido, el general Rene Barrientos, y quien desmanteló al MAS fue el líder de ese partido, Luis Arce. ¿Traición y felonía? No lo creo; más bien instinto de sobrevivencia de grupo que pasa por la necesidad de eliminar al patriarca: Víctor Paz Estenssoro, en 1964, y Evo Morales actualmente.

MNR y MAS están hechos en el mismo molde, ciertamente. El cambio de poder se da al interior de esos partidos, eliminando la posibilidad de alternancia de la oposición. Y es que la holgura de los postulados de esas organizaciones, inhibe y menoscaba a la oposición, a pesar del fracaso ostensible de sus postulados. El fracaso económico de la Reforma Agraria no impidió al poder de entonces su utilización publicitaria como medida proindígena. La nostalgia por las época anterior por parte de la oposición al MNR le impidió todo acercamiento al sector popular. Es normal, entonces, que el golpe de estado lo tuvo que realizar un mismo militante del MNR.

Actualmente la oposición está cohibida en incursionar en los sectores populares e indígenas. Los concibe feudos del MAS. De la misma manera que la FSB de la época del MNR era la nostalgia de las haciendas semifeudales, en la actual oposición existe la nostalgia del indio de antes. De ahí que asimile más las caricaturas que el MAS utilizó sobre el indio –el pachamamismo– que aquello que sí tuvo efecto en esa población: No hubiesen podido surgir los qamiris si no hubiese sido por el resquebrajamiento producido por el “proceso de cambio”.

Hasta en el análisis sobre el fin del ciclo del MAS, los masistas llevan la delantera a la oposición. Aquellos parecen más conscientes de la crisis que estos. Un reciente libro de José Daniel Llorenti –Limitaciones históricas y políticas del “proceso de cambio” ¿Fin de ciclo?–  señala: “El camino al desastre está francamente pavimentado y la solución no puede salir por repetir los errores del pasado que provocaron la crisis del año 2019…”. La tesis de ese libro se asienta en los aportes de varios intelectuales orgánicos del MAS: Álvaro García Linera, Hugo Moldiz, César Navarro, Rafael Bautista, Fernando Molina y Jorge Viaña.

Ciertamente, del lado opositor existe desconcierto y conflictos internos, propios del criollaje político del siglo 19. En ese maremágnum hay, sin embargo, una consideración que conviene resaltar. Fue la descomposición del MNR lo que permitió a partir de 1962 la insurgencia teórica y orgánica del indianismo katarista. Posiblemente, la disgregación actual del MAS será el caldo de cultivo para que surjan en el futuro formas novedosas que permitan por fin resolver el “problema del indio” y que se refleja en la ausencia de una nación integrada y la existencia de un Estado disfuncional.



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