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17/09/2021

Palabra de mujer

María Isabel Joui Petersen era baja, tenía el pelo largo y oscuro, ojos almendrados y una bella sonrisa. Fue integrante de la Juventud de Estudiantes Católicos, de ahí pasó al Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER) y a la Brigada Secundaria del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Egresada del liceo, entró a estudiar Economía en la Universidad de Chile. En 1974 se casó con Renato Sepúlveda. Vivían en el Barrio Brasil, en Santiago.

El 20 de diciembre de ese año detienen a María Isabel en un departamento de calle Compañía en Santiago (a su marido lo habían secuestrado días antes). Fue llevada al recinto clandestino “La “Venda Sexy”, en la comuna de Macul y, luego, trasladada a Villa Grimaldi. Ambos permanecen desaparecidos e integran la lista de 119 chilenas y chilenos de lo que se conoce como Operación Colombo.

María Isabel tenía 19 años al momento de su desaparición. Forma parte del grupo de 19 mujeres detenidas desaparecidas y ejecutadas políticas que son homenajeadas por medio de un proyecto titulado “Mujeres escriben a mujeres”, realizado por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Se reunieron 27 cartas (hay familias que escribieron más de una) escritas por madres, hermanas, amigas, tías, sobrinas, sobrinas nietas desde distintos puntos de Chile y del exterior.

A 48 años del Golpe, las ausentes, víctimas de la feroz represión de la dictadura, cobran vida y recuperan su voz y su huella por medio de un espacio virtual llamado Epistolaria de la Memoria 2021.

De acuerdo a cifras del Museo de la Memoria, un total de 200 mujeres fueron detenidas y hechas desaparecer o ejecutadas con motivo de la dictadura chilena.

Alejandra Ibarra, coordinadora del proyecto, sostiene que “se trata de construir una genealogía femenina distinta y diversa a partir de estas cartas. Ellas ya no están entre nosotras, pero sus historias personales vuelven y te das cuenta de que las víctimas son mujeres que tenían ideales, sueños, afectos, familias, vidas como las de uno. Esta idea surgió como una deuda con aquellas mujeres. detenidas, desaparecidas y ejecutadas.  Fue una experiencia muy intensa, inolvidable. Un acto de memoria, resistencia y ternura.”

Veinticuatro años tenía Carmen Bueno Cifuentes cuando fue detenida el 29 de noviembre de 1974, en Santiago. En febrero de ese año se había integrado al equipo de realización de la película A la Sombra del Sol de Silvio Caiozzi y Pablo Perelmann. Al día siguiente del estreno de la película, Carmen es detenida por agentes de la DINA con su pareja Jorge Müller, camarógrafo y director de fotografía, mientras se dirigían a su lugar de trabajo en Chile Films. Fueron llevados a Villa Grimaldi y posteriormente a Tres Álamos. Ahí se les pierde el rastro.

“Lo que quiero decir”, le escribe su sobrina Eloísa Casanova Bueno, “es que te siento en movimiento vivo, en imágenes que se desplazan por las raíces y el espacio (…) Hoy personas desconocidas te recuerdan en las calles, en películas, en nombres de estaciones de metro, cada vez sales más al sol y las personas te buscan y te conocen, tienes vida propia.”

Las destinatarias de las cartas son jóvenes idealistas, de convicciones profundas, que luchan por alcanzar la justicia social, militantes de partidos de izquierda, profesionales, luchadoras, alegres, potentes.

El ejercicio perdido de escribir cartas, el rescate de la memoria personal y colectiva. Una tarea dura, solitaria, un abrazo con el pasado, un reencuentro con la pérdida irreparable, la pena que quita el aire, el sueño, la esperanza. El duelo prohibido. No todas pudieron hacerlo. La jefa del área de colecciones e investigación del museo, María Luisa, explica que “son procesos largos, muy dolorosos.Tuvimos muchas bellas y profundas conversaciones con las mujeres. Las escuchamos, las acompañamos.”

Introvertida y de pocas palabras era Cristina Carreño Araya, víctima de la Operación Cóndor, detenida y desaparecida el 26 de julio de 1978, en Buenos Aires. De familia PC, en su adolescencia se une a las filas de las Juventudes Comunistas.

Tras el Golpe, su familia sufre la persecución. El 8 de julio de 1974, su padre Alfonso fue detenido junto a otros dirigentes por agentes de inteligencia de la Fuerza Aérea. Muere a causa de las torturas.

Cristina siguió militando. Deja Chile rumbo a Hungría y, en 1978, viaja a Buenos Aires. El 24 de julio de ese año denunció ante las oficinas del CEAS -entidad de la Iglesia Católica que trabajaba en coordinación con ACNUR- que estaba siendo perseguida y pidió el estatus de refugiada. Dos días más tarde, desaparece en Buenos Aires. Fue trasladada al centro clandestino El Banco y, luego, a El Olimpo. La asesinaron y su cuerpo fue lanzado al mar junto con el de otros once detenidos.

En el año 2005 sus restos fueron hallados en las costas de La Plata y repatriados en diciembre de 2007. Tenía 33 años.

Le escribe Lilia Concha, su sobrina. ”Cuando crecí y fui indagando más en tu historia, a la tía de los regalos sorpresa se le sumó la Cristina militante, la mujer que portaba una buena causa, la que soñaba un país sin niños pobres (…) Cuando creía que ya no podía admirarte más, supe también de la manera en que enfrentaste el inferno en El Olimpo, ese lugar espantoso creado por la dictadura argentina para exterminar a sus opositores, ese horror en el que te sumergieron…”

También comunista era Marta Ugarte Román detenida en su casa y desaparecida el 9 de agosto de 1976, en Santiago y trasladada a Villa Grimaldi. Fue encontrada un mes más tarde en la playa La Ballena, en el sector de Los Molles. Su cuerpo fue arrojado al mar dentro de un saco desde un helicóptero. La prensa de la época publicó la noticia como el asesinato de una joven y hermosa mujer, aludiendo a un crimen pasional.

Su sobrina Paulina Tara Ugarte le escribe: “ Ahí quedo tu cuerpo tendido en la orilla………habías llegado (…) Mi tía me contó que fuiste envuelta en sábanas blancas y un chal del mismo color que cubrió tu cabeza. Esos pies descalzos con que te encontraron fueron cubiertos con suaves pantuflas para tratar de abrigar todo el frío pasado. Se acercaba el momento en que serían llamadas por una persona para que se pudieran despedir de ti, tus ojos abiertos decían lo que habías visto…”  Marta tenía 42 años.

Odette Magnet es periodista y escrirora chilena



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