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26/03/2022
Articulista Invitado

La letra chica del censo 2022

Carlos Armando Cardozo
Carlos Armando Cardozo

Si hay un tema que ha sido olvidado por la institucionalidad regional es el Censo. Más allá de Santa Cruz, que tiene como fortaleza justamente a instituciones vinculadas por medio de temas transversales como este, el resto del país mira de palco en absoluto silencio, ni sus alcaldes, ni sus gobernadores entienden muy bien lo transcendental de contar con una base de datos actualizada que les sirva de parámetro para medir sus intervenciones.

Las declaraciones del propio presidente de la FAM (Federación de Asociaciones Municipales) Enrique Leaño, alcalde de Sucre, son por demás patéticas. Aferrarse a la opción de postergar el Censo para no verse afectado en la distribución de escaños parlamentarios, como si un político más hiciera la diferencia, desnuda no solo la decadencia de la política boliviana sino la confirmación de que la gestión pública ha quedado reducida a la improvisación mediocre de sus autoridades, una peor que otra.

Un Pacto Fiscal, que debió ser abordado hace ya varias gestiones, incluso antes del inicio de los años de bonanza, fue abiertamente saboteado por el Gobierno Nacional. La razón es muy simple, llevar la discusión a un problema de asignación entre departamentos, entre regiones y evitar que se demande una reasignación del Presupuesto General del Estado invirtiendo el protagonismo hacia las regiones.

¿El problema se resuelve con más recursos en las arcas de los Municipios o Gobernaciones? La respuesta es un rotundo no, como bien se mencionaba la gestión pública descentralizada ha adoptado la mala costumbre de asignar el presupuesto en función a la población al interior de sus jurisdicciones, en lugar de tener una sola planificación se tienen 100 o 300 planes barriales que se inscriben en los POAs que contemplan obras tan atomizadas que solamente podrían incorporar algunas infraestructuras para el uso de los dirigentes o un retoque superficial a la plazuela o calles circundantes.

Esperar que un alcalde o gobernador piense más allá de su escritorio sería pecar de ingenuo. Entonces el Censo solo podría interesar a estas autoridades si se cumplen dos escenarios: el primero que exista un incremento de los ingresos públicos (principalmente los de coparticipación tributaria) y estos sumados a un incremento poblacional vegetativo constituyan una mejora en las nuevas transferencias de las regiones; el segundo que la población sufra un boom demográfico tal que a pesar de la merma de ingresos públicos permita incrementar los recursos transferidos a las regiones.

¿Por qué las regiones se quedan calladas a excepción de Santa Cruz? Simple y sencillamente porque Santa Cruz, es el lugar donde existe la mayor cantidad de paceños, orureños, potosinos, tarijeños, chuquisaqueños, cochabambinos, benianos y pandinos fuera de sus lugares de origen. Necesita esos recursos para atender: salud, educación, planificación territorial, servicios básicos entre otros. Esa es su principal preocupación, a diferencia del resto de regiones que expulsan población por falta de condiciones y oportunidades.

El presidente de la Federación de Empresarios Privados de Chuquisaca (FEPCH), Gastón Serrano, afirma que debería existir una redistribución de recursos para frenar los desequilibrios entre regiones. Fuera de sus buenas intenciones, existe un grueso error en este razonamiento: los desequilibrios económicos entre una región no es más que contextualizar el desgastado discurso de la desigualdad, pero a nivel territorial.

¿No es mejor preguntarse, qué de bueno han hecho para generar esas oportunidades y condiciones? ¿Acaso han competido, por atraer inversiones o emprendedores?

El Censo es un examen que rinden las regiones cada 10 años, ese resultado no obedece más que todas las acciones implementadas por alcaldías, gobernaciones y universidades públicas. El triunvirato ha dejado a tres regiones en una situación de insostenibilidad e inviabilidad: Oruro, Potosí y Chuquisaca. Eso no quita que el resto de regiones no muestre alguna mejoría para frenar el proceso de migración campo – ciudad, ciudades de la periferia – ciudades del eje troncal y finalmente ciudades del eje troncal – Santa Cruz.

Queridos lectores, el Censo además de ser un parámetro de evaluación es la evidencia clara de la inoperancia de las autoridades locales, el fracaso del gran experimento del gasto público y la subvención a mini feudos de burócratas que cual sanguijuelas desangran lentamente no las arcas estatales, los bolsillos del contribuyente.

Si de verdad existe voluntad de cambiar de cara al Bicentenario, en eso Chuquisaca tiene una doble obligación, lo principal es visibilizar el problema, entrar en cuenta que la gestión de esos escasos recursos que llegan a las regiones es ineficiente. El Censo no es una chance para mendigar recursos, es una oportunidad para mirarse al espejo y cambiar.

Carlos Armando Cardozo Lozada es economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, presidente de Fundación Lozanía



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