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Cartuchos de Harina | 01/11/2025

El triunfo del príncipe

Gonzalo Mendieta Romero
Gonzalo Mendieta Romero

Finalmente, Rodrigo Paz, el príncipe de una estirpe, se impuso en la segunda vuelta al Cid Campeador de la derecha, Tuto Quiroga.

Si los políticos se clasifican en sacerdotes, guerreros, profetas o agnósticos, Tuto fue al inicio de su carrera un agnóstico, por tecnócrata. Sus años de oposición lo tornaron en guerrero. En cambio, Rodrigo bien podría ser obispo. Lo acreditan su conveniente ambigüedad, sus estudiados gestos y su verbo de concordia.

La campaña artesanal de Rodrigo en la primera vuelta fue profesionalizada en la segunda. Para contrarrestar a Durán Barba, asesor de Tuto, Paz Pereira se sirvió en sigilo de Fernando Cerimedo. Este trabajó para Bolsonaro y Milei.

Las últimas semanas de la ronda final, el debate giró en torno a unos tuits ofensivos de hace lustros, aparentemente escritos por el acompañante de Tuto, Juan Pablo Velasco. Cerimedo es primero en la lista de probables desenterradores de esos tuits. El alegado racismo de Velasco afectó a Tuto para irradiar su mensaje electoral en occidente esas cruciales semanas.

Los votos de Evo nutrieron a Paz. Toda vez que fue preguntado por el destino judicial de Evo, Rodrigo respondió con la homilía del Estado de derecho y la división de poderes. Los diplomáticos saben bien de qué tipo de lenguaje hablo. Por su parte, Tuto amenazaba a Evo que este conocería el inframundo. Los electores de Evo concluyeron sin gran dificultad que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Paz venció en el Chapare.

Ausente en varios cierres de campaña de Rodrigo, Lara tampoco viajó a La Paz para celebrar el triunfo con el presidente electo. Prefirió quedarse en Santa Cruz, festejar públicamente los resultados antes que Paz, pero no una, sino dos veces. Incluso cuando Tuto concedió la victoria, Rodrigo esperó que Lara apareciera de nuevo.

Rodrigo no tendrá la vida cómoda con Edmand Lara. Este contribuyó con votos, pero su lengua de vengador social intimidó a las clases medias. Evo ya las había adiestrado con arengas semejantes. Y los urbanitas andan un tanto fatigados después de dos décadas. Por eso es que Tuto prevaleció en las capitales de departamento. Rodrigo, en la ciudad de El Alto y en el área rural.

Rodrigo también amortizará su karma vicepresidencial, cuota a cuota. Estos días, se permitió descartar con incienso la propuesta de Lara de restituir el Ministerio de Deportes. Ágil como zorro andino, el hombre providencial que anida en Edmand volvió a la carga requiriendo el Ministerio. Después, Lara añadió que Paz no le contesta las llamadas.

El propio Samuel Doria Medina, cuyo nombre de pila tiene los tintes bíblicos de su bronca por Tuto, ratificó que apoyará a Rodrigo, siempre que este resuelva su relación con su vicepresidente. Concluida la primera vuelta, Lara había fustigado a Samuel y a su entorno.

Otros también estiman que el nuevo gobierno la tendrá cuesta arriba. Evo, por ejemplo, presume que el enojo por el ajuste económico le restituirá el trono. Y no falta quien anhela que la derecha reine de una vez, si Rodrigo sucumbiera. Mientras, la mayoría sociológica que encumbró a Evo es aún central en nuestra política.

Trump y Marco Rubio han sido el reverso de las crudas apuestas locales. Ambos destacaron antes del 19 de octubre que cualquiera de los dos candidatos en pie mejoraría las relaciones con Washington. Después de la segunda vuelta, el Departamento de Estado aseguró su soporte a la economía boliviana. Marco Rubio conversó con Paz. La simpatía del atómico Donald no es trivial para Bolivia.

Paz recibirá una economía hecha flecos. La gente espera sacrificios, pero su paciencia no será grande. Rodrigo hablará a varias audiencias a la vez. Atrayendo a la derecha apostada en el oriente e intentando preservar el electorado andino, por ejemplo.

Desde Santa Cruz, Oscar Ortiz afirma que no se saldrá de los problemas solo acatando las peculiaridades sociológicas del país. Hay que abordarlos con congruencia, destrezas y una coalición acorde. Paz ha de demostrar, pues, que no es únicamente el apto príncipe de un linaje. Tendrá, además, que descubrir su lado florentino.

Gonzalo Mendieta Romero es abogado.



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