Clark Kent es periodista en su vida cotidiana. Trabaja en el Daily Planet, donde se mantiene al tanto de los problemas sociales y políticos. En su rol de Supermán usa sus poderes sobrenaturales, entre ellos volar, para luchar contra seres que buscan poder para dominar a la humanidad. En su rol humano, usa el poder de la palabra y la verdad para buscar justicia.
Clark, que casi siempre pasa desapercibido, representa el sujeto en la cotidianidad. Vive como una persona común, experimenta el amor, la amistad, el trabajo y los dilemas morales humanos. Superman tienen poder absoluto, pero elige vivir bajo límites, reglas y responsabilidad. No impone su voluntad, la administra. En lugar de someter al mundo, se somete al mundo. Esta contención ética lo separa del tirano.
En su faceta ciudadana, el periodista pasa desapercibido. Experimenta la crisis económica, las perversidades y las alegrías de la vida. En su rol de periodista, que lo asume cuando trabaja, se autorregula en el uso del poder de la palabra y la verdad. Podría usar su pluma o su celular para difundir mentiras, pero no lo hace porque sabe el daño que puede causar. Esa contención ética lo diferencia del propagandista.
Así como Superman en su papel de Clark Kent, el periodista trabaja para contar la verdad, no para imponerla. Sin Clark, Superman sería visto como un Dios. Sin la ética, el periodista se creería un dios de la palabra.
Peter Parker, el Hombre Araña, trabaja como fotógrafo freelance en el periódico Daily Bugle. Es un joven huérfano, precarizado, que vive en constante tensión entre su deber heroico y su supervivencia. No tiene contrato fijo, menos seguridad laboral. Su jefe, J. Jonah Jameson, lo explota y lo insulta mientras le compra fotos. Peter Parker fotografía al Hombre Araña, es decir, se vende a sí mismo, lo que le abre dilemas éticos.
En la coyuntura actual, el joven periodista vive precarizado. Existe en constante tensión entre su deber de hacer heroicamente periodismo y sobrevivir a la crisis. No tiene contrato laboral, carece de seguridad social y de futuro. A ratos, esta deprimente realidad le tienta a convertir a los poderosos en su única fuente de noticias para recibir favores publicitarios, privilegios y hasta honores. También le tienta vender su imagen a través de las redes sociales para mejorar sus ingresos.
Sin embargo, está consciente de que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, frase popularizada por el Tío Ben del Hombre Araña, pero articulada muchos siglos antes para limitar el uso del poder con la contención ética antes que con la ley.
En el Daily Bugle, el director Jameson usa la imagen del Hombre Araña para sembrar miedo, odio o burla, aunque el superhéroe salve la ciudad. Así como en la ficción o en la vida real, los medios pueden convertir al héroe en villano y al villano en héroe según intereses comerciales, políticos o ideológicos. Jameson es el antiperiodismo. El joven periodista vive hoy esta realidad en carne propia. Sin embargo, hace un esfuerzo diario para que “su medio” sea un campo de batalla por la verdad y no un medio de batalla para imponer la “verdad” del gobierno de turno.
La Mujer Maravilla tiene el lazo de la verdad. Es un artefacto mágico que obliga a quien esté atado a decir la verdad. Más que un simple instrumento de interrogación, representa la búsqueda de la verdad como valor innegociable. Proviene de la diosa griega Hestia, y no solo revela lo que alguien dice, sino también su verdad interior.
En tiempos de posverdad, fake news y manipulación mediática, los periodistas quisiéramos tener ese Lazo, mas no es posible. Pero tenemos la investigación para demostrar que la verdad existe y que no debe ser impuesta con violencia, sino con honestidad radical y confrontación ética.
Un periodista no obliga, no chantajea, no extorsiona, no amenaza; genera condiciones para que la verdad emerja. En esa perspectiva, indaga con rigor, pregunta con inteligencia y verifica con honestidad. El lazo es una metáfora de esas herramientas profesionales y éticas, no se ve, pero se siente cuando está presente.
El periodismo no solo busca hechos, sino sentidos porque muchas veces la verdad está oculta, incluso para quien la dice. Pese al gran poder que tiene, Diana de Themyscira, la Mujer Maravilla, no grita, no impone, no humilla. Escucha, razona, interpela con firmeza, pero sin destruir al otro. Su entrenamiento como guerrera está al servicio de la paz, no de la guerra.
El periodista está al servicio de la paz, no de la polarización. Por ello, tiene que escuchar activamente, defender principios y no caer en la trampa del odio. Tiene un objetivo: la verdad y el bien común, no la victoria personal. En un mundo lleno de ruido, manipulación y discursos de poder, el debate ayuda a diferenciar la falsedad de la realidad y la apariencia de la esencia.
En 1944, Albert Camus escribió, en “Combat”, que “un país vale lo que vale su prensa. Debemos elevar este país, elevando su lenguaje”. Cierto. El periodismo refleja el nivel de la sociedad. En esa línea, el Nobel de Literatura nos recuerda que no tenemos el poder de la clarividencia ni la superioridad de quienes no se equivocan jamás. En consecuencia, debemos convertir los errores en los escalones hacia una sociedad con buena prensa.
Camus dice que “por poco que conozcamos el mecanismo de la información, es fácil asegurarse de la autenticidad de una noticia. A ello debe dedicarse un periodista libre porque si no puede decir todo lo que piensa, sí le es posible no decir lo que no piensa o lo que considera falso”.
Un periodista libre no significa que no tenga pensamiento propio, sino que tiene el valor de contradecir incluso a los que piensan igual que él cuando es necesario anteponer la verdad de la democracia a la mentira de la tiranía.
¡Feliz día del periodista!