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22/11/2019

El diálogo reflejaría un verdadero cambio

Después de casi 14 años de gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS) termina su ciclo político. Podemos decir con absoluta certeza que pocos han sido los espacios de diálogo promovidos por ellos durante este tiempo. Haciendo un recuento, constatamos que se abrió el diálogo y la negociación entre oficialistas y opositores, durante el primer periodo de gobierno de Morales. Fue en 2008, en vísperas de la aprobación del nuevo texto constitucional, donde ambas partes llegaron a un acuerdo para modificar casi un centenar de artículos de la Constitución aprobada en Oruro, como condición para viabilizar el “referéndum de salida” del texto que era indispensable para su puesta en vigencia.

Fue una decisión política que no se enmarcaba dentro de la normativa vigente establecida. Se destacó la participación de organizaciones que mediaron el diálogo como la Organización de Estado Americanos (OEA) y la Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria (fBDM) a la cabeza del extinto y querido Guido Riveros Franck.

Después de ésta primera fase de Gobierno (2006-2010) y una vez que el MAS obtuvo casi dos tercios en la representación de la Asamblea en su segundo mandato (2010-2015) y dos tercios en su tercer mandato (2015-2019), como era natural, prescindió del instrumento del diálogo para generar acuerdos, legitimidades y gobernabilidad democrática. La poca cultura del diálogo que existía hasta 2010 se extinguió y los gobernantes creyeron que podían representar al pueblo boliviano bajo el paraguas de una especie de “autoritarismo democrático”.

La oposición de 2010 en adelante fue nominal. Si bien hubo esfuerzos por presentar proyectos de Ley para avanzar en ámbitos que iban desde lo político, pasando por lo económico hasta lo social, la hegemonía de poder masista anulaba cualquier propuesta y hacía que caiga en saco roto. El rol de los parlamentarios opositores se limitaba a algunas intervenciones orales en la Asamblea protestando contra algún hecho observable. Bajo esa perspectiva, era obvio imaginar que el MAS no iba a tener la predisposición de generar espacios de diálogo con la oposición en virtud al desconocimiento de la “otra Bolivia” que no había votado por ellos.

Estamos atravesando una crisis política que merece desempolvar nuestras capacidades dialógicas con la perspectiva de generar acuerdos y transformar en definitiva nuestros conflictos en oportunidades. Al parecer nos cuesta todavía reconocer errores y salir de nuestra “zona de confort” para ceder posiciones individuales en favor del bien común. Parece que la única manera de solucionar nuestros problemas o de darlos a conocer es mediante la presión social o el bloqueo con el añadido de buscar al culpable de todos nuestros males. La deficiente capacidad autocrítica es nuestra peor enemiga.

Hoy en día, los bolivianos tenemos el gran desafío de aprovechar este fin de ciclo político del MAS, para mirarnos nuevamente a los ojos con nuestras tantísimas diferencias y entendernos en nuestra diversidad, reconociendo nuestros problemas y de esta manera construir un nuevo futuro lleno de respeto, educación, armonía y orgullo de ser bolivianos.

Debemos sacarle partido a la crisis y a la adversidad para pensar en tiempos mejores y en oportunidades que nos permitan crecer como país y dejar un legado importante a nuestros hijos y a nuestros nietos. Será lindo que ellos analicen la historia y que nos recuerden como actores fundamentales del verdadero cambio social en nuestro país, lleno de valores, de equidad social, transparencia y sobre todo mucho amor entre bolivianos.

Jorge Dulon es administrador público y cientista político.



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