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El Tejo | 02/03/2025

El Carnaval termina el martes

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Como sucede regularmente (en tiempos normales o de crisis), hasta el miércoles de ceniza predomina un ambiente carnavalero. Es el tiempo en el que todo vale y, ante la proximidad de las elecciones generales de agosto, esto se vive particularmente en la vida política.

Así, tenemos un candidato que jura de que no se brinda ni se excusa, pero se declara precandidato; otros que se brindan y lamentablemente no se excusan. Hasta ha aparecido uno que considera que haber nacido en un cuartel es suficiente mérito para postularse y otro que se cree ungido. No falta un autodenominado libertario que es acaparador de tierras y otro, prácticamente residenciado en su región, cuya habilitación como está en duda, tanto porque las normas se lo impiden como porque debe enfrentar procesos por delitos que no prescriben, pero busca afanosamente partido y chicanas para hacerlo. También los hay quienes se preparan en esta elección para el futuro y quieren aumentar en sus hojas de vida haber sido candidato para conseguir algunas pegas o espacios de poder, siempre y cuando obtenga algún curul qué ofrecer.

Parte del carnaval es que los aspirantes a ser candidatos tengan o no posibilidad de serlo ofrecen el oro y el moro según los vientos de la moda política en el mundo o los informes de encuestas. Así, hay quien ofrece copiar mal la capitalización de 1993 con el litio, otro que ha pedido consejos a Bukele, también aparece quien quisiera convertir a Bolivia en una Miami, los que quieren imitar a Milei y Trump y no faltan los émulos de Maduro y su pandilla.

Todo se acepta porque es Carnaval. Pero, hecha la expiación el miércoles de cenizas a la situación es otra. Si se quiere seducir a la ciudadanía es necesario hacer planteamientos serios, con visión de futuro, asumiendo que una vez en el rascacielos presidencial se debe gobernar para el país y no para la secta; dar prioridad al diálogo antes que a la imposición y rescatar la justicia no para ponerla a su servicio sino para que garantice la pacífica convivencia social.

En este sentido, es de esperar que el Presidente del Estado no desperdicie esta nueva oportunidad que la da la historia de aportar al país conduciendo la administración estatal en forma prudente y no utilizarla en su beneficio. No será, seguramente fácil, pero debiera estar convencido de que no es Maduro para torcer la elección ni Bolivia está dispuesta a tolerar fraudes y tucuimas.

Los candidatos –los que sean—deben plantear propuestas para la recuperación de la democracia impulsando la reconstrucción de un Estado moderno participativo, en el que se respeten los derechos humanos y se busque justicia social. Esto significa que entiendan que no se trata de traer el país motosierras porque, con seguridad, no serían tolerados los que quisieran utilizarla.

Se trata de obviedades que provienen de un periodista que, pese a todos los avatares y una memoria traicionera ha decidido carnavalear, teniendo la esperanza de que el país saldrá del actual atolladero en forma pacífica, más aún si, pese al ambiente de jolgorio, hubo un acto de responsabilidad cívica y política que es necesario reconocer y destacar: el anuncio del ex presidente Carlos Mesa de no postular a la Presidencia, actitud que, en las actuales circunstancias, otros deberían emular.

En fin, el jueves, cuando comience la Cuaresma –tiempo en el que Jesús pasó 40 días en el desierto para luego salir a difundir la Buena Nueva-- luego de reconocer nuestros pecados y banalidades y hacer el debido propósito de enmienda, se podrá aquilatar quienes responden a la demanda histórica que se tiene al frente: recuperar la democracia y reinstitucionalizar y modernizar el país.

Hasta el miércoles, pues, todo vale.



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