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23/06/2020

Derecho a morir

Seguro que esto va a sonar un poco inapropiado porque en estos momentos todo el mundo está clamando por la vida sea como sea. Y el casi medio millón que ya ha emprendido ese camino y los ocho millones que están contagiados a nivel internacional son voces fuertes que claman: el derecho de nacer, como decía en su famosa novela el escritor cubano Félix Benjamín Caignet Salomón, allá por el año 1948 y que los latinoamericanos la sentimos por eso de las radionovelas, telenovelas y películas que se pasearon hasta los años 60.

Son tiempos difíciles para los pueblos marginados, pero no extraños en su vida diaria. En qué aspecto social, económico o político estas comunidades no están en el último lugar de la lista y algunos ni siquiera anotados. Quizá por eso ahora aparecen impactantes los relatos, fotografías y videos que desde cualquier rincón de la selva y las pampas muestran cuadros dramáticos de enfermos y abandonados. Y no es que la muerte sea extraña en estas culturas, lo que pasa es que la visión es diferente: aquí la muerte es un derecho. Lo demás, no importa aun si se es o no es enterrado. Lo importante es una muerte santa. Y la muerte santa está en cualquier senda de la vida.

Hasta los nombres de estos escenarios dicen ya mucho: La Santísima Trinidad, San Borja, San Joaquín, Reyes, Magdalena, San Ramón. Y aunque otros nombres como Guayaramerín, Riberalta o Cobija no estén en ese ritmo, la visión es la misma. Hoy pueden ser 1.000 nuestros muertos y mañana muchos más, igual los lloraremos desde lo más profundo, sabiendo que ellos mismos hicieron todo lo que pudo su cuerpo para apegarse a la vida.

Ni me hables de eso. La semana pasada murió mi vecino del frente y ayer el de a lado, me respondió un colega periodista cuando le pregunte de la situación en Trinidad. Y en Magdalena el pueblo aun llora por los viejos sabios y queridos. Y en Guayaramerín todavía están en el aire las preguntas y los reproches por lo que pudo hacerse a tiempo y no se hizo. Y en Riberalta hay un temor a saber la verdad: las industrias de la castaña, que dicen tener bajo su mando protector a 70.000 trabajadores no respetaron las cuarentenas y trabajaron ya sea a puertas cerradas o abiertas porque dice que consiguieron un permiso especial del Ministerio de Trabajo. Y en Cobija la incertidumbre es mayor: de quién cuidarse: de los contagiados que pueden llegar del interior del país o de los vecinos brasileños. De hecho, fue un inmigrante que trajo la bacteria desde La Paz.

La realidad

Esa es la visión saludable de esta maraña que nadie ha sabido explicar y que algunos están utilizando para hablar de pueblos amazónicos que solo conocen superficialmente. Se pretende reflejar que en la selva hay gente en la puerta de sus pahuichis esperando la muerte, cuando hace rato que el abuelo y la abuela están recuperando la historia ancestral y preparan mates e infusiones con raíces y hojas fuertes porque saben que estas cortan la gripe, los resfriados y el enfriamiento de los pulmones. (Una cosa es el invierno en las ciudades y otra en la selva donde la gente no tiene ropa ni brazadas adecuadas)

Los pueblos originarios afectados son los que están próximos a las urbes. Aquellos de la selva profunda; araonas, tacanas, cavineños, ese ejjas, chácobos, pacahuras, yaminahuas, machineris, toromonas, son los que están acudiendo a sus propios medicamentos,

Esa sabiduría ancestral no libera al Estado de la asistencia que le señalan las leyes. Pero, se puede esperar algo cuando ni siquiera las capitales departamentales y provinciales han recibido la cuota que les corresponde. Hospitales a medias y sin médicos especializados para este tipo de emergencias. En algunos pueblos la enfermera es el auxilio total. Nos acabamos de informar que los hospitales deberían tener algo así como un cuarto oscuro llamado de terapia intensiva, que, en este caso y, finalmente, tampoco es suficiente.

De Trinidad a Cobija ni un hospital de tercer nivel y menos capitales provinciales: Guayaramerín y Riberalta ya están en alarma.

El Vicariato Apostólico de Pando y gente de buena voluntad están en campaña para lograr una planta productora de oxigeno ante casos graves entre los que están médicos y enfermeras de los hospitales. Más de una enfermera confesó entre lágrimas que le da miedo concurrir a su trabajo.

Como antes

La presencia del Estado en la región amazónica, entendiéndola como ese manto verde de bosque alto y húmedo tiene una susceptibilidad muy seria sobre el Estado boliviano. Es que la historia es muy triste: comenzando por aquella decisión de vender el territorio amazónico a la vorágine extranjera, que es lo que realmente pasó y que en las historias de los triunfadores o frustrados se la refleja de otra manera.

Y peor aún a la hora de dibujar apropiadamente la geografía nacional: este manto verde (como en aquel pasaje evangélico) se lo dividió al calor de regionalismos centralistas y por encima de la realidad cultural, geográfica, étnica y geopolítica que le exigía a Bolivia: una región amazónica unida y fuerte.

Esta realidad hace que se espere poco; quizá pequeños programas de asistencia sanitaria y alimentaria. Pero esperar que se enfrente de manera responsable y seria la realidad de la Amazonia Boliviana, parece difícil. Otro de los tantos desaciertos, y cuando todos conocen de la potencialidad de esta región que genera un promedio de 200.000.000 de dólares cada año por la producción de castaña y otros millones de dólares por la producción aurífera que, de por medio, tiene contaminados de mercurio todos los ríos de la región.

Ni siquiera la bendita noticia de que a partir de la castaña y sus derivados se puede ayudar a la pronta recuperación de los contagiados de corona virus, ha despertado la curiosidad de las esferas nacionales.

Probablemente tengan que pasar otros tantos años para que el Estado se ocupe seriamente y de manera responsable de la industrialización de la región amazónica, que se exige hablar de manera diferente a los simples planes de desarrollo agropecuario. Esta realidad exige una visión diferente.

Carlos Arze Castedo es periodista.



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