“Angry mob”

“Angry mob” es una canción inmortalizada por la banda Kaiser Chiefs, excelente, por cierto; la misma lleva consigo una frase que refleja un aspecto muy importante de nuestra realidad a lo largo de estos meses de cuarentena: “Somos la mafia enojada / leemos los diarios cada día / nos gusta quien nos gusta / odiamos a quien odiamos / pero también somos fácilmente manipulados”.

Nuestra sociedad, como masa, como “pueblo” actúa efectivamente como una turba o mafia enojada, apuntando el dedo a sus autoridades, demandando puntos tan descabellados desde leyes que mantengan los precios bajos hasta que sus autoridades se rebajen el salario para destinar esos recursos a la atención de la pandemia.

Claro entre la muchedumbre es difícil distinguir al o los/as instigadores del movimiento, más allá de los medios locales que buscan posicionarse a partir de la primicia, en una especie de cacería de brujas, un trabajo superficial y no así de investigación acerca de los problemas estructurales, de la verdad de los hechos, Porque seamos sinceros eso no vende en las primeras planas.

Este fenómeno de la búsqueda incansable por la primicia, la controversia y la especulación se trasladó hacia los medios tradicionales proveniente de las redes sociales, hoy por hoy las redes se convierten en espacios de “debate”, “análisis”, “denuncia” y una nueva palestra para hacer política para actores aún en las sombras que bajo un contexto diferente no tendrían el eco que hoy por hoy tienen entre sus seguidores, sus likes y comensales hambrientos de grandes titulares y ausencia absoluta de sentido común.

Les parece una casualidad que varias figuras públicas otrora ausentes en la esfera política local, regional y nacional hoy por hoy tengan un megáfono en las redes y medios tradicionales para hacer escarnio de sus rivales políticos en primera línea en función de poder tomando buenas y malas decisiones.

No pretendo abrir el paraguas a la clase política actual, proveniente de diversos colores al mando de alcaldías, gobernaciones y nivel central. Sin embargo, creo que como ciudadanos no podemos caer en manos de personajes tan bajos y hambrientos de poder en una etapa tan delicada como la que atravesamos y de la cual no existe certeza aún como podremos salir por el camino de la adaptación de nuestras dinámicas de vida. 

Pero convocar a huelgas de hambre, manifestaciones multitudinarias en repudio a sus autoridades y pedir su renuncia a la escala que fuere, no solo es irresponsable es ruin, es vil, es mezquino, es despreciable, es la forma en la que estos personajes sombríos operan en la oscuridad de las redes, generando pánico, ingobernabilidad e inestabilidad social.

Esa es la política que conciben, esa es la única política donde ellos tendrían cabida, un sitio en la mesa grande del poder, y ¿qué hay de usted ciudadano promedio? Pues usted estará en el mismo lugar, sin respuestas, sin instituciones, sin voz, olvidado como todo instrumento, una pieza de ajedrez más apilada en el más oscuro de los tableros. Un tablero en el que no pidieron estar, sin embargo, los “jugadores” pueden desempolvarlos en cualquier momento para que una nueva “partida” se inicie ¿hasta cuándo? hasta que uno de los dos “jugadores” oficialista u opositor decida patear el tablero y derrocar el “establishment” de turno por la fuerza.

Estimado lector, dese el beneficio de la duda no caiga fácilmente en las garras de los titiriteros ubicados tras bambalinas jugando con sus necesidades guiando sus pasos por los senderos que ellos necesitan sean transitados, poniendo ideas en su mente y proclamas en sus voces para desgastar el poder acabar con la poca institucionalidad en pie y colectar migajas a costa de su bienestar, de su dignidad.

Pensamiento crítico, duda, búsqueda personal por la verdad, conciencia individual. Hasta entonces repitamos todos juntos: “Somos la mafia enojada / leemos los diarios cada día / nos gusta quien nos gusta / odiamos a quien odiamos / pero también somos fácilmente manipulados”

Carlos Armando Cardozo es economista con especialidades en desarrollo sostenible y gestión del riesgo de desastres.