Sin fuerza política, y con poco tiempo, Noboa enfrentará tareas críticas

Brújula Digital |15|10|23|

Quito, especial de Hernán Terrazas

Daniel Noboa (35) es el nuevo presidente del Ecuador, para concluir el mandato 2021-2025 y eventualmente aspirar a una reelección. Las tareas del nuevo mandatario son muy delicadas y deberá encararlas en poco tiempo, con escasos recursos y la obligación de buscar alianzas, incluso con sus adversarios, para poder consensuar una agenda de emergencia.

Noboa, el mandatario más joven de la historia ecuatoriana, llegó a la presidencia con más del 52% de los votos en la segunda vuelta y una diferencia de cuatro puntos sobre la candidata de Rafael Correa, Luisa Gonzales. No fue el candidato más votado en la primera vuelta, pero sí el que obtuvo un sorpresivo “boleto” para la instancia definitiva, con apenas 13 representantes en la Asamblea.

El voto de la sierra, en especial de Quito y el de las provincias con población de origen indígena, fue determinante para inclinar la elección hacia el joven empresario formado en universidades de Estados Unidos. Paradójicamente, no ganó en su propio lugar de nacimiento, la provincia costeña de Santa Elena, pero logró victorias aplastantes en Pichincha, Cotacachi y Azuai, las regiones donde se gestaron las movilizaciones indígenas que sacudieron a Ecuador en 2019 (si sirve de referencia, es como si un candidato de Santa Cruz en Bolivia perdiera en su departamento de origen y ganara en las ciudades andinas, quechuas y aimaras más importantes, incluida El Alto).

El principal desafío de Noboa en los próximos meses será devolverle la tranquilidad a un país que, en pocos años, pasó de ser uno de los más seguros de América Latina al tercer lugar entre los más inseguros de la región, en el que el crimen organizado no es solo una amenaza cotidiana para el ciudadano común, sino para la mayoría de las instituciones y para la propia estabilidad democrática.

La violencia llegó hasta la campaña electoral y cobró la vida de uno de los principales candidatos, Fernando Villavicencio, quien fue asesinado por sicarios en una calle céntrica de Quito a plena luz del día, lo que dejó al resto de la ciudadanía con una sensación de terrible vulnerabilidad ante el delito.

La disputa que libran los carteles de la droga en gran parte del territorio, el sicariato, las muertes violentas, la toma de las cárceles y el desborde de la delincuencia configuran el escenario explosivo sobre el cual tendrá que dar sus primeros pasos un líder que arranca con la expectativa y también la incertidumbre que genera la “novedad” y la “inexperiencia” en una coyuntura difícil.

El nuevo Presidente tendrá que lidiar con una billetera nacional que todavía no alcanza a recuperarse de las secuelas de la pandemia y del impacto de la guerra en Ucrania. A esto deberá sumarse ahora el efecto de la crisis de Gaza sobre la economía global.

En el campo político, Noboa tendrá al frente a un movimiento correísta que, durante los últimos años, se ha movido entre las derrotas en elecciones nacionales y resonantes victorias en el ámbito regional y local.

Revolución Ciudadana, el partido de Rafael Correa, todavía es la primera fuerza política en Ecuador, pero muchos analistas coinciden que su vigencia futura está condicionada a que logre establecer una diferencia entre las ambiciones del caudillo y los objetivos de un proyecto.

De hecho, no son pocos los que opinan que la sombra de Correa fue positiva para la candidata en la primera vuelta electoral, pero muy perjudicial en la segunda porque impidió a Luisa González construir un espacio propio y al partido desprenderse de los malos recuerdos de una gestión empañada por la corrupción y el autoritarismo. 

Tiene mucho por hacer Daniel Noboa. Tal vez por eso limitó el tiempo de los festejos y anunció que mañana se pondrá a trabajar.

Hernán Terrazas, periodista, reside en Ecuador.

BD/RPU